Antonio Becerro, artista visual y taxidermista, conversa del cuarto de siglo de vida independiente del Centro Experimental Perrera Arte que fundó en 1995, cuyo aniversario se celebrará via streaming este viernes 24 de julio a las 22:00 horas.

Por Pablo Asenjo

“Miguel Conejeros es un músico total”, dice entusiasta el artista visual y director del Centro Experimental Perrera Arte Antonio Becerro al referirse al histórico integrante de bandas como Pinochets Boys y Parkinson, quien será el principal invitado a la celebración de los 25 años de la factoría del Parque de los Reyes.

El festejo, que será vía streaming y gratuito, tendrá lugar el viernes 24 de julio, a las 22:00 horas, oportunidad en la que Conejeros mostrará los últimos trabajos de su actual proyecto, Fiat600, marca que recuerda a esos pequeños autos que, si bien se recalentaban(a causa de una pieza que le retiraban al vehículo), eran masivos y económicos, como los sonidos electrónicos que brinda hoy el recordado tecladista del post-punk ochentero.

“Me interesan los creadores en constante evolución como Conejeros; esa es la clave del trabajo experimental”, dice Becerro mientras trata de ordenar los papeles en su oficina de corte industrial.

Mientras abre espacio en un mesón metálico para sentarse a conversar, aparecen dibujos, catálogos, propuestas de exposición de jóvenes estudiantes y recortes de diarios, como una columna a página completa escrita por él en The Clinic cuestionando “por tardía y sin convicción” la propuesta de montar un canal cultural al amparo de Televisión Nacional, a un costo de 25 millones de dólares, realizada por Michelle Bachelet en su cuenta a la nación de 2016.

Distancia social, Antonio Becerro (c)
Distancia social, Antonio Becerro (c)

– Qué buen recorte, premonitorio. Nunca se concretó ese canal cultural.

– Era predecible, por eso escribí aquella columna. Y ahora vemos en lo que está TVN, en la ruina y a un paso de entregar su edificio al mejor postor. Tengo curiosidad por saber quién se quedará con Bellavista 0990: una productora local, gestores inmobiliarios, una universidad privada, una transnacional de las comunicaciones o el Museo de Arte Contemporáneo, como se ha propuesto. Ojalá sea esto último, siempre son bienvenidos los espacios para el arte, pero lo que no se debe obviar es que en Chile se desconstruyó de manera quirúrgica el modelo de televisión universitario y estatal que, en sus inicios, era destacado en el mundo entero, mientras los ideólogos de la Concertación profetizaban que “la mejor política de comunicación era no tenerla”. ¿Por qué nos han tomado, por imbéciles?

Ya vimos lo que ocurrió con la prensa independiente que luchó contra la dictadura y el final que tuvo luego el diario La Nación. Lo mismo acontece ahora con TVN. Lo curioso es que la pandemia obligó a levantar una señal educativa para los estudiantes confinados, la cual, debido a la favorable evaluación que tiene, lo que indica que existe una necesidad, podría prolongarse más allá de la emergencia al alero del nuevo formato acotado del canal estatal. Es una negociación en desarrollo, pero ya ni siquiera tiene sentido escribir columnas para analizarla. Los políticos de todo signo tienen su propia olla común, viven del mismo raspado de la Marmicoc y, en el caso de TVN, esa cacerola no tenía fondo.

– Veo que te interesa lo que ocurre con la televisión. Raro en un artista visual.

– No es tan raro, Carlos Leppe hizo mucha televisión. Y recuerdo que Pancho Smythe diseñó los dibujos para la escenografía de un popular programa del Pollo Fuentes, el cantante. Yo también hice la dirección de arte de “Cárcel de mujeres”, que dirigió Nico Acuña, y de ahí en adelante he colaborado en otras producciones. No es tan extraño, entonces. Es una extensión del trabajo del artista que puede llegar a miles de personas. Eso lo tenía claro Nemesio Antúnez, quien tenía su propio programa, “Ojo con el arte”, en otro momento moral y cultural del país.

– La Perrera está cumpliendo un cuarto de siglo. ¿Cuáles han sido a tu juicio los cambios más importantes que ha experimentado el arte en estos últimos 25 años?

No hay grandes cambios, pero llama la atención la incursión en el post porno como una manera distinta de ver su estética y otra posibilidad de meterle mano a un ejercicio dado y repetitivo, tanto en el video y la fotografía, que son los soportes fundamentales del porno. El intento de las mujeres orinando paradas o pintando con su flujo menstrual y los hombres cambiando de género con estéticas antes aborrecidas, lo quieran o no, entraron con todo a otra visualidad, donde el cuerpo sigue siendo el campo de batalla. La primera mujer que vi meando parada apoyada en un árbol fue la poetiza punk Stella Díaz Varín.

-¿Cómo fue eso, era una performance?

– No, la vida misma. Me la topé orinando en la calle Merced a eso de las tres de la madrugada. Con su voz ronca me dijo: “¿Que mirai, gueón, nunca viste a una mujer meando parada?”.

– Divertido.

– Sí, ella era increíble, una mujer de hoy, anticipada en el tiempo. Siguiendo con la respuesta, hay corrientes de artistas que están haciendo arte en 3D y con los videosjuego su circulación está mayoritariamente en las redes. He visto que el holograma y las proyecciones en volumen a gran escala se toman el espacio corporativo, por ahora esta práctica está vinculada a la publicidad y al espectáculo de masas, pero siempre puede ser útil al arte.

Hay creadores que se sirven de los estudios de la muerte orgánica en internet, una especie de necronautas. La performance sigue en evolución, el arte sonoro con aplicaciones grabadas y mezcladas con el sonido in situ en vivo son una salida experimental interesante.

Pero, en términos generales, nos seguimos moviendo en parámetros conocidos, nada que se pudiera llamar un género o cambio radical con respecto a lo que se vio en el mundo a fines de los años 50 y los 60, cuando se produjo un estallido de variadas experiencias paralelas como la del arte pop, Fluxus, Joseph Beuys o el acccionismo vienés, influyentes por diversas vías hasta hoy. La pintura sigue siendo el placer máximo, pero se da vuelta en lo mismo.

Azrael sobre la multitud, Antonio Becerro (c)
Azrael sobre la multitud, Antonio Becerro (c)

– ¿A quién destacarías en especial de los artistas que han pasado o trabajado con la Perrera en este tiempo?

– Son muchos, pero me interesan y destaco los eventos como puestas en escena. El concierto de Silver Apples, es decir de Simeon Coxe, el padre de la música electrónica, fue una experiencia integral en la experimentación: música, performance y visualidad, todo sujeto en un artista de casi 80 años que llenó el espacio con su experiencia y potencia visual.

La temporada de “El testigo”, de los destacados coreógrafos franceses Claude Brumachon y Benjamín Lamarche está, por su parte, entre los hitos de la danza contemporánea en Chile. En las artes visuales, se anotan importantes desafíos personales con el espacio de artistas como la escultora Pancha Núñez (“Salmuera”), Janet Toro (“La locura”), Norton Maza (“Pulsaciones) en la etapa de ruina de la Perrera y, más recientemente, de Guillermo Grez (“Procesiones de Chiloé”), el fotógrafo Claudio Pérez (“Necrosis”) o Zaida González (“El tarot”).

Las muestras grupales también han sido relevantes para varios colectivos artísticos que aprovecharon la Perrera como envión generacional: anoto ahí a Lepidópteros, Acción Sudaca o Crudo, agrupaciones que a mi juicio han sido golpeadas por la dura experiencia de hacer arte en el Chile actual, digamos posterior a la Rebelión de los Pingüinos. Hay algo de inacabado ahí que algún día debería ser estudiado.

Por último destaco los tres Encuentros Internacionales de las Artes, L’Arts, que organiza la propia Perrera. Son experiencias envolventes, definitivamente ciudadanas y multiculturales, donde transitamos desde la cocina migrante o mapuche hasta la vanguardia sonora de París, desde donde trajimos a Nova Materia, los ex Pánico.”

– ¿Cuál ha sido la clave de la sobrevivencia durante tan largo tiempo de Perrera Arte?

– El arte es un trabajo que, mientras te guste, hay que hacerlo por amor, por filosofía de vida o por una opción libertaria. El arte por o para las lucas siempre será desbordado por su propio vacío, su vanidad o la exclusiva confianza puesta en el talento para reproducir apenas el bordado del oficio.

Cuando el arte deja el factor humano, en el sentido de lo profundo de su habilidad y reflexión, pierde todas las maravillas de su diseño y el encanto de su belleza se convierte en una acción vulgar y cotidiana. Una clave de la sobrevivencia ha sido, precisamente, estar a la contra y escoger aliados idóneos para resistir.

Es muy importante que un proyecto colectivo lo entiendan, lo asimilen y se lo apropien los integrantes como suyo, por eso la clave es la generosidad y la complicidad. El otro completa el proyecto, esa es la idea.

– En 2019 Perrera Arte realizó su primera gira por Europa. ¿Cómo están capitalizando esa experiencia?

– Fuimos en pleno auge de las manifestaciones sociales agudizadas por las desigualdades, los conflictos asociados a la migración y la explotación de la naturaleza. Se trata de un fenómeno mundial. Mantengo contacto con productoras y gestores, con quienes intercambiamos ideas y pareceres del futuro, del otro presente, el que ya no fue. Hablé recién con Dörte, una amiga gestora alemana que trabaja en un espacio de arte social y, lamentablemente, está choqueada, el bicho y sus consecuencias afectaron su entorno familiar. Los otros contactos de Francia han sabido resistir pero todavía no se sabe cómo se retornará a la nueva normalidad. Cuando fuimos a París, el centro cultural Mains D ’Oeuvres, que es como la Perrera Arte de allá, estaba cerrado por diferencias políticas con las autoridades.

-¿Y qué pasó con ellos?

– Nada, siguen resistiendo. En lugar de bloquearse o deprimirse, sacaron sus artistas y equipos técnicos a diversos barrios, se multiplicaron y se volvieron más peligrosos (ríe). Hablé en estos días con los productores del encuentro internacional de gestores independientes de la Unión Europea y lo mismo: todavía no pueden levantar cabeza para declarar a Timisoara capital cultural de Europa, como una forma de integrar un poco más a Rumania a las democracias de Europa central.

Con uno de los contactos en Dinamarca, el chileno Marco Evaristti, teníamos pensado mostrar una de sus obras aquí en Perrera Arte y luego ver la posibilidad de llevar obras a un espacio en Copenhague, donde tiene un par de galerías y es tratado como un artista referencial. Bueno, todo está en espera.

Creo que los europeos perderán mucho en términos culturales y económicos en esta pasada de la peste, pero, en conversaciones con amigos que están en el medio artístico de París, me han dicho que ya se empezaron a ver pequeñas tribus, grupetes, clanes asociados para enfrentar el nuevo panorama y la incertidumbre. Según me dicen, se está regresando al pequeño formato en bares, teatros, galpones y otras agrupaciones no multitudinarias y con fines comunes. El maestro Raúl Ruiz les llamó etnias virtuales. Allí se alojarían las nuevas ideas y conclusiones antes de lo presencial.