Llegó oficialmente el verano y las diferentes ciudades turísticas de nuestro país comienza a prepararse para recibir a los miles de turistas nacionales y extranjeros que ya están planeando sus vacaciones. Una de las comunas más visitadas de la V región es Olmué, la belleza de sus paisajes, la costumbres nacionales que permanecen todo el año y la atractiva oferta hotelera, lo hace ser un panorama atractivo para la familia.
Sin dudas el encanto de Olmué no sólo florece cuando comienza el verano, las ofertas turística y gastronómica continua todo el año, al igual que los lujosos resorts que están presentes. Además, la tranquilidad de la zona, su estilo de vida campestre, el aire, la gente, son factores que muy valorados por los visitantes.
Unas de las personas que sabe reconocer estos encantos que se viven a diario en Olmué, es el escritor Roberto Ampuero, quien reside en la comuna cada vez que se encuentra en Chile. El Ex ministro de Cultura, decidió compartir con BBCL sus sentimientos hacia la ciudad y cuando nació la estrecha relación que tiene con la zona interior de la región de Valparaíso
1- ¿Desde cuándo nace su apego o cariño a la comuna? ¿Actualmente vive en Olmué?
Muchos costeños de la zona central saben que en verano conviene irse al interior por dos motivos: para eludir la camanchaca veraniega y la inundación de turistas de Santiago. Eso lo supe desde la infancia, cuando Olmué era un pueblito y nosotros escapábamos hacia Limache, que era una tranquila ciudad de quintas y grandes casas. Es un apego desde la infancia. Sí, cuando vivo en Chile, vivo con mi esposa en nuestro refugio, el Jardín de Epicuro.
2- ¿Qué representa Olmué para usted?
Es mi Jardín de Epicuro. Significa estar lejos del estrépito, los tacos y las muchedumbres de las grandes ciudades, es la posibilidad de disfrutar la naturaleza, vivir en armonía con sus ritmos (los brotes primaverales, las estrellas, las fases de la Luna, el ir y venir de los pájaros, el canto de los gallos, la aparición de los conejos, la alegría por la lluvia), la paz profunda, la dieta sana, el ejercicio y, sobre todo, el tiempo para escribir, leer y contemplar la naturaleza, y también para cultivar el diálogo con algunas amistades. Sigo a Epicuro, quien decía que para ser feliz uno necesita muy poco: un jardín, nueces, agua, aceitunas, queso, pan y amigos, no muchos. Además, me gusta ver a Chile desde sus márgenes, desde mi calle de tierra, entre vecinos que son gente sencilla, sabia, amable y muy trabajadora.
3- ¿Qué destacaría de Olmué?
Su creciente diversidad. Hay gente cada vez más diversa viviendo allí. Y me refiero a lo social y lo político, y también a las actividades que desarrollan y las filosofías de vida que practican. Los olmueínos son más de disfrutar su parcela o quinta y reunirse en ellas con familiares y amigos, no mucho de salir a recorrer Olmué. Los que pasean por Olmué son, por lo general, turistas. Olmué también es lo que no se ve a primera vista. En Olmué hay datos secretos sobre cafés, restaurantes, librerías, artesanos, corrientes místicas y esotéricas. Si Olmué logra desarrollarse en este sentido puede convertirse con el tiempo, salvando las diferencias y proporciones, en una pequeña Santa Fe.
4- ¿Olmué es una de sus fuente inspiradora para su trabajo?
Olmué me brinda la paz y soledad que necesito para crear. Para mí no hay nada como levantarme a primera hora del día, caminar entre los árboles y el canto de los pájaros, y sentarme a las 6am a trabajar en el banco carpintero de roble americano que construyó mi abuelo. Nada como desayunar bajo los helechos, almorzar en la sombra densa del parrón, y leer a la hora del crepúsculo bajo un añoso olivo, cerca de Epicuro. Olmué es eso para mí y para muchos artistas: el diálogo con la tierra que te acoge y regala paz de espíritu y tranquilidad para que tu imaginación deambule.
5- ¿Qué puede conocer el lector de Olmué a través de su obra: Lucas y el secreto de su abuelo?
En mi última novela, LUCAS Y EL SECRETO DEL ABUELO, fundamentalmente porteña, el personaje Lucas explora en viajes al interior de la zona los misterios de los anticuarios locales, la historia reciente de Chile, túneles y leyendas precolombinas. En novelas de Cayetano Brulé, el detective se oculta de un sicario en una residencial de Olmué, y en SONATA DEL OLVIDO el protagonista también explora el valle de Limache-Olmué. Creo que Valparaíso y Olmué, el Pacífico y La Campana, la arquitectura porteña y las casas de adobe, los muelles y las siembras de frutas y verduras, son dos caras de una misma medalla y un mismo destino turístico