El primer ministro británico, David Cameron, subió la tensión este jueves a su llegada a la cumbre europea de Bruselas que examinará las demandas británicas para seguir en la Unión Europea, asegurando que rechazará un acuerdo que no le satisfaga.

Si podemos tener un buen acuerdo lo tomaremos, pero no me quedaré con un acuerdo que no responda a las necesidades” de Gran Bretaña, dijo Cameron a la prensa al llegar a la cumbre europea.

La cumbre se anuncia “decisiva” dijo antes el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, subrayando que estaban “en medio de negociaciones aún muy difíciles y sensibles”.

Cameron, presionado por el ala euroescéptica de su partido y las formaciones antieuropeas, prometió organizar un referendo sobre la permanencia de Gran Bretaña en la UE. De cara a esta consulta pidió reformas a sus 27 socios, que dejaron en evidencia las divisiones del bloque.

De no alcanzarse un acuerdo, Cameron dijo que todo es posible, incluso que su país sea el primero en abandonar la UE.

El primer ministro británico busca salir airoso de esta cita para organizar en unos meses el prometido referendo, posiblemente en junio.

Con esa perspectiva, presentó sus peticiones en noviembre. A principios de febrero, Donald Tusk hizo una serie de propuestas que fueron negociadas entre los miembros del bloque.

Entre las demandas, está obtener salvaguardas para los países que no utilizan el euro -y que las decisiones de los 19 países que utilizan la moneda única no se haga en detrimento de los otros-, aumentar la competitividad y una opción de mantenerse al margen de una mayor integración de la UE.

Cameron pidió además poder para limitar las ayudas sociales a los extranjeros en el Reino Unido, su reclamo más controvertido, con el que busca frenar la inmigración europea.

Esto provocó encendidas críticas en todo el bloque, en particular en el Este, donde las tacharon de discriminatorias.

Pero el miércoles Cameron recibió el crucial apoyo de la canciller alemana, Angela Merkel, que consideró la mayoría de sus peticiones “justificadas“.

Sobre este punto, Bruselas ofreció un “freno de emergencia” para limitar el acceso a los beneficios para los nuevos inmigrantes durante cuatro años, al que podrá recurrir Londres si considera que su sistema de asistencia social está saturado por las demandas.

Además, para Francia sería inaceptable que Londres acabara con un derecho a veto sobre las decisiones de la Eurozona, y, al mismo tiempo, Londres no quiere que estas decisiones afecten a la City.

Un batallón de abogados

Desde que Tusk hizo las propuestas, los diferentes protagonistas multiplicaron sus consultas así como los viajes para intentar obtener apoyos y limar las diferencias antes de la cumbre.

“Luego de mis consultas de las últimas horas debo decir francamente: aún no hay garantías de que alcancemos un acuerdo“, escribió el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en su carta de invitación a la cumbre.

“Tenemos diferencias sobre algunos puntos y soy consciente de que será difícil superarlos”, agregó Tusk, pidiendo a los jefes de Estado que sean “constructivos”.

En una conferencia de prensa este jueves, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, dijo que se siente confiado.

Aún no está hecho [un acuerdo] pero se terminará sellando” un acuerdo, aseguró.

El último borrador que circulaba este jueves por la mañana, un documento de 18 páginas utilizado como base de negociación, aún contiene varios párrafos entre paréntesis, es decir, aún por resolver.

La cumbre, según diferentes fuentes diplomáticas consultadas en Bruselas, se anuncia “complicada”, aunque señalan que una salida de Reino Unido de la UE sería peor que las concesiones que deben hacer los Estados miembros para que permanezca en el bloque.

Un diplomático de un país miembro consideró incluso que la UE cortó un traje a medida de Reino Unido.

El jueves los jefes de Estado y de gobierno tendrán una primera sesión de trabajo. Por la noche habrá reuniones bilaterales para limar las diferencias.

En una sala contigua, explicaron fuentes europeas, habrá un “batallón de abogados” encargados de traducir las decisiones que se tomen en textos legales “vinculantes e irreversibles“.

Los reclamos reflejan la tradicional visión de Londres de lo que debería ser la Unión Europea -un gran mercado abierto- frente a los países que quieren hacer del bloque una unión más política.