Investigadores independientes concluyeron el domingo que no hay evidencia de que los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa el 26 de septiembre de 2014 en la ciudad mexicana de Iguala (sur) fueron incinerados en un basurero, refutando la investigación oficial.

“No existe ninguna evidencia que apoye la hipótesis generada en base a testimonios de que 43 cuerpos fueron cremados en el basurero municipal de Cocula”, indica el último informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), enviado a México hace seis meses por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

En sus cerca de 500 páginas, la pesquisa independiente critica la inacción de las fuerzas federales y pone sobre la mesa un “elemento clave” que no ha sido considerado por la fiscalía: un quinto autobús que pudo transportar droga al momento del ataque.

Esto pone en jaque al gobierno de Enrique Peña Nieto, cuya popularidad se ha ido a pique a raíz del trágico crimen.

Alegando detentar una “verdad histórica”, la fiscalía mexicana concluyó que, la noche del 26 de septiembre pasado, decenas de estudiantes de la escuela de maestros rurales de Ayotzinapa (Guerrero, sur) fueron atacados por sicarios y policías corruptos en la cercana Iguala mientras tomaban a la fuerza cuatro autobuses para sus movilizaciones políticas.

Luego, los policías habrían entregado a los 43 estudiantes -conocidos por su beligerante ideología de izquierda- a narcotraficantes del cartel local Guerreros Unidos, quienes los asesinaron por sospechar que eran miembros de un cartel rival.

Siempre según la fiscalía, los cadáveres fueron incinerados en un basurero del cercano poblado de Cocula y arrojados a un río.