El asesino en masa noruego Anders Behring Breivik ha renunciado a la violencia, declaró el martes su abogado, cuando Noruega conmemoraba el tercer aniversario de la masacre que perpetró, en la que murieron 77 personas.
Breivik “es ahora muy claro con el hecho de que no apoya recurrir a la violencia y que no llama a los demás a cometer actos violentos”, declaró el abogado Tor Jordet, citado por medios noruegos.
Breivik, un extremista hostil al multiculturalismo que ahora tiene 35 años, fue el autor el 22 de julio de 2011 de la mayor matanza perpetrada en Noruega desde la Segunda Guerra Mundial.
Primero hizo estallar una bomba cerca de la sede del gobierno de izquierda en Oslo, en la que murieron ocho personas, y luego abrió fuego contra un campamento de verano de jóvenes del Partido Laborista en la isla de Utoeya, donde mató a 69 personas, en su mayoría adolescentes.
El asesino calificó entonces su gesto de “atroz pero necesario” y cumple ahora una condena de 21 años de cárcel, la pena máxima en Noruega. Esta condena puede ser prolongada indefinidamente, el tiempo que sea considerado como una amenaza para la sociedad.
Contactado por la AFP, Jordet declinó comentar sus declaraciones y estimó que la jornada del aniversario debía centrarse en los sobrevivientes y las familias de las víctimas.
“Hemos hecho el juicio de las actuaciones y las disfunciones de Noruega el 22 de julio pero no hemos conseguido debatir sobre el pensamiento (que ha motivado) al autor del crimen”, alertó Eskil Pedersen, el presidente de la Juventud Laborista.
“Tres años después de los ataques, el racismo está de vuelta en los espacios de debate y los partidos de extrema derecha ganan elecciones en países que nos rodean”, declaró.
El debate sobre la necesidad de atacar la ideología detrás de la masacre crece en Noruega.
“No podemos protegernos de todos los peligros con medidas de seguridad”, afirmó el primer ministro conservador, Erna Solbert, que llegó al poder el año pasado. “Lo más importante es oponerse al radicalismo y al extremismo violento velando por las cualidades de nuestra sociedad”, dijo.
En presencia de su predecesor laborista Jens Stoltenberg, Solberg depositó unas flores y guardó un minuto de silencio ante el edificio que fue blanco del primer atentado, que sigue sin ser utilizada.
La isla de Utoyeta se ha abierto a los sobrevivientes del tiroteo y a los familiares de las víctimas.