Todos los días, hasta los tribunales de todo el mundo, concurren personas que buscan una compensación económica tras considerar que se han menoscabado sus derechos. Sin embargo, pocos han buscado un resarcimiento tan oneroso como Anton Purisima.

Este hombre interpuso una demanda por daños y perjuicios en contra de una serie de empresas e instituciones públicas de la ciudad de Nueva York -incluyendo a la propia ciudad- por un gran total de 2 sextillones de dólares, o en su expresión numérica, $2.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.

La llamativa querella fue dada a conocer por el blog estadounidense Lowering the Bar, especialista en publicar acciones judiciales divertidas o absurdas, y se dirige en contra de la cadena de comida Au Bon Pain, el Centro Médico de la Universidad Hoboken, la tienda Kmart número 7749, la administración del aeropuerto LaGuardia y la dirección de tránsito de Nueva York, entre otros.

¿Qué hicieron estas instituciones para ameritar el pago de tal suma? Según Purísima, la violación de sus derechos civiles, lesiones, discriminación por su origen étnico, venganza, acoso, fraude, intento de homicidio, aflicción dolosa de estrés emocional y conspiración para cometer fraude. Pese a ello, el litigante sólo especifica algunos detalles sobre la comisión de estos delitos… como haber sido mordido por un perro en el dedo del medio, sobreprecio en el costo del café del aeropuerto LaGuardia o que unos ciudadanos chinos le tomaran una fotografía sin su consentimiento.

Pero más que ello, lo que cuesta entender es la realidad de la suma que el hombre exige como compensación. Según el humorista gráfico Randall Munroe, autor de la tira cómica xkcd, la cifra es tan estratosférica que ni siquiera reuniendo todas las ganacias económicas producidas en la historia de la humanidad se podría acercar al pago total.

“Aún si estas empresas conquistaran el planeta y pusieran a todo el mundo a trabajar para ellos hasta que las estrellas se extingan, no sería suficiente para pagar la deuda”, estima Munroe.

Por su parte, el autor de Lowering the Bar, el abogado Kevin Underhill, explica que si bien nunca se había presentado una demanda por semejante suma, no es la primera vez que un querellante dispara ceros sobre el papel con una ametralladora.

En 2008, una víctima del huracán Katrina había demandado al gobierno estadounidense por $3.014.170.389.176.410, es decir, más de 3 mil billones de dólares. Esto es el equivalente a 228 años del producto interno bruto de todo Estados Unidos, o a 301 pilas de monedas de un centavo, cada una extendiéndose desde la Tierra hasta Saturno.

Sólo dos años antes, Dalton Chiscolm había interpuesto una acción similar en contra del Banco de América, por 1.784 trillones de dólares, o más exactamente $1.784.000.000.000.000.000.000.000.

“Estos son el tipo de números con los que sólo puedes lidiar en escalas cósmicas. Si el demandante piensa que el Banco de América tiene sucursales en cada planeta del cosmos, entonces podría tener sentido”, comentó en ese entonces a la agencia Reuters el profesor de ciencias matemáticas de la Universidad de Nueva York, Sylvain Cappell.

De hecho, el juez de distrito Denny Chin rechazó la demanda de Chiscolm, afirmando que era “incomprensible”, dándole un mes para explicar mejor qué era lo que pretendía.

Pero ninguna de estas demandas se acerca a las pretensiones de Anton Purisima.

“La querella establece que los demandados causaron daños que ‘no pueden ser reparados por el dinero’ y que por ende son ‘invalorables’. Desde luego, no existe una suma de dinero que realmente compense lo que un querellante ha perdido, pero dos octillones de gigadólares podría ser un buen comienzo”, concluyó el abogado Underhill en tono de broma.

Los nombres de las cifras en este artículo corresponden a la escala numérica larga usada en los países de habla hispana, por lo que no coinciden en su traducción a los usados en Estados Unidos, que utiliza la escala numérica corta.