La Semana Santa constituye un gran acontecimiento, un fenómeno cultural, sociológico y sobre todo, religioso. Una suma de emociones fundamentadas en la fe y escenificadas con misas solemnes, procesiones multitudinarias y otros actos destacados.
Así ha sido durante muchísimos años, ya que de acuerdo con la tradición católica, previo a esta celebración se tienen que cumplir 7 viernes de cuaresma, debido a que cada uno de ellos está dedicado a una advocación religiosa o pasaje del periodo de la pasión de Jesucristo, según indica ACI Prensa. De hecho, hay personas que afirman que durante los 7 viernes se tiene que hacer penitencia total.
Este período -denominado Cuaresma- se inicia el ‘Miércoles de Ceniza’ y ‘termina el Domingo de Ramos’, día que se inicia la Semana Santa, abarcando un total de 40 días (sin contar los domingos) entre los meses de febrero y marzo.
Y es en dicha semana específicamente, en donde el mundo católico se vuelca en las calles y en las iglesias para conmemorar la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret. Sin embargo, y pese al fanatismo religioso que se profesa, con el paso del tiempo se ha perdido el sentido correcto de ésta celebración.
Hay quienes aprovechan estos días para salir de vacaciones fuera del país, otros realizan trabajos en el hogar que quedaron pendientes del verano, y en menor porcentaje existen algunas personas que festejan acontecimientos que no tienen relación directa con el triduo pascual.
Es aquí cuando cabe preguntarse ¿Cómo ha cambiado la celebración de Semana Santa con el paso de los años?
Antiguamente, San Gregorio, Papa de la Iglesia Católica desde el año 590 hasta 604 d.C., fijó una norma que establecía que sólo estaba permitido hacer una comida al día y, además, era obligatorio abstenerse de carne y de todo aquello que proviene de ésta, como la leche, el queso y los huevos, de acuerdo a lo que se señala en la Enciclopedia Católica. Sin embargo, con el paso del tiempo se fueron relajando estas estrictas ordenanzas.
Si retrocedemos un par de años o le preguntamos a nuestros abuelos, ellos podrán dar fe de que durante Semana Santa -que sí era la semana completa- las radios sólo transmitían música clásica al igual que la televisión, la que se dedicaba a emitir una y otra vez películas relacionadas con la festividad: ‘Los 10 Mandamientos’, ‘La Biblia’, ‘Jesús de Nazaret’, ‘Barrabás’ y ‘El manto sagrado’, entre tantas otras.
No se podía hablar en voz tan alta, tampoco bailar, reír ni hacer juegos infantiles. Si se decía alguna mala palabra el castigo físico duraría varios días. Además, el comercio se cerraba por completo. En resumen, eran jornadas de recogimiento en donde se realizaban actividades netamente ligadas a la iglesia. Se asistía a misa, al Viacrucis, y sólo se comían pescados frescos o en conserva, así como también otros tipos de mariscos que estuviesen al alcance.
A su vez, quienes recuerdan vívidamente esa época, tendrán aún en la memoria que en esos años reinaban creencias que hoy en día no son válidas, como el no tener relaciones sexuales porque los cuerpos de la pareja podían quedar pegados; o por ejemplo que en Viernes Santo había que vestirse de duelo o medio duelo, ya que si se usaba ropa roja era identificarse con el demonio. También se decía que no había que bañarse, ya que de lo contrario las personas se podían convertir en pescados o sirenas.
Si se piensa, eran un sinfín de costumbres que nuestros abuelos cumplían sagradamente y que luego les traspasaron a nuestros padres. Sin embargo, con el paso del tiempo se fueron perdiendo y los únicos días de recogimiento que quedan son el viernes y sábado, ya que el domingo ahora pasó a ser una jornada exclusivamente dedicada a los niños, quienes sólo tienen en mente buscar los famosos ‘huevitos de Pascua’.
Sea cual sea la actividad elegida para estos días, lo único que ha logrado mantenerse intacto es la unión familiar que genera esta celebración. Pasar tiempo con los seres queridos es una costumbre que no se perderá con el tiempo, incluso para los que no creen en Jesucristo.