¿Estás pensando siempre en comida? Si no quieres comer más de la cuenta y calmar ese apetito incontrolable, te contamos que existen varias razones que podrían estar provocando esta sensación en ti.

Pon atención, porque uno de estos puntos recopilados por Huffington Post, podrían explicar tu caso.

1. No duermes lo suficiente

Cuando no duermes bien pueden incrementar tus niveles de la hormona Ghrelin, la cual desencadena la sensación de apetito, según determinó un estudio de las universidades alemanas de Tubingen y Lubeck y la Uppsala University en Suecia.

Además, cuando tu cuerpo se siente cansado, suele tener antojos de carbohidratos y alimentos calóricos que le sirven a tu organismo para recargarse de energía. Así lo determinó una investigación de la Universidad de Chicago, que también señaló que esto explicaría por qué la falta de sueño hace a las personas más propensas a la obesidad.

2. Te acuestas con el estómago lleno

Cuando te duermes con el estómago lleno ocurre un curioso fenómeno que te hace despertar con más hambre al día siguiente. Según los nutricionistas Timoteo Garvey y David Greenwald, entrevistados por Huffington Post, aunque no hay una razón clara al respecto, lo más probable es que se deba a que los alimentos con alto contenido en almidón alteran los niveles de azúcar en la sangre, y hacerte sentir que necesitas más comida. Pero tranquilo, porque no es señal de que tu estómago creció.

3. Estás en tu periodo premenstrual

Muchas mujeres sienten más hambre que la habitual en los días anteriores a su periodo menstrual. La explicación puede estar en que en la fase premenstrual, incrementa la segregación de progesterona, dando pie a un apetito más elevado.

4. No desayunas bien

Si te saltas el desayuno o sólo bebes un café, tu cuerpo lo interpretará como una crisis y anhelará más energía de la habitual, haciéndote tener antojos de alimentos calóricos a lo largo del día. Además, un estudio publicado en el American Journal of Clinical Nutrition, concluyó que un desayuno completo debe incluir proteína, porque te hace tener menos antojos de comidas grasas y altos en azúcar durante la jornada.

5. Consumes medicamentos

Medicamentos como antihistamínicos o pastillas para la artritis, entre otros, estimulan el apetito. De hecho, de acuerdo a George Blackburn, director asociado del departamento de nutrición de Harvard Medical School, en las últimas 2 décadas se ha triplicado la cantidad de fármacos que provocan sensación de hambre.

Cuando se consumen por poco tiempo, el apetito se restaura al dejar el tratamiento, pero quienes deben ingerir remedios por largos periodos deben consultar a su médico por esta situación, ya que se puede buscar una alternativa que no altere tanto el apetito.

6. Tomas bebidas light

Las bebidas dulces bajas en calorías envían el mensaje al cerebro de que hay calorías en camino, pero como éstas nunca llegan, la persona comienza a sentir apetito y reemplaza esas calorías con comida.

7. No te hidratas bien

Cuando tu cuerpo está algo deshidratado, te pedirá calorías como combustible y tendrás hambre, pero en realidad lo que necesitas es beber agua, afirma David Katz, director y fundador del Yale University’s Prevention Research Center.

Por eso, algunos médicos piden a sus pacientes con sobrepeso beber agua antes de comer.

Como técnica para reconocer el hambre real, la revista Men’s Health aconseja pensar en un gran banquete, si no lo quieres, tal vez es porque en realidad tienes sed.

8. Estás aburrido

Cuando estamos aburridos, el cerebro busca una manera rápida de generar dopamina (la hormona del bienestar y la sensación de recompensa) y la más a mano es comer, consigna Psychology Today.

Pero ésta no es la única forma de generar dopamina, así que cuando estés en esta situación escucha música, haz ejercicio, baila, o lee un buen libro en lugar de ingerir alimentos de puro aburrido.

9. Estás estresado

El estrés activa ciertas zonas del cerebro relacionadas con el apetito, según consigna Wall Street Journal, donde indican que nuestro organismo pide energía para reponernos de la ansiedad, haciéndonos tener antojos de alimentos grasos o altos en azúcar.