Más de 150 indígenas y pescadores afectados por la construcción de la represa de Belo Monte, en la Amazonia brasileña, ocupan desde la madrugada del jueves uno de los cuatro canteros de obras por un tiempo indeterminado, dijo a la AFP Maira Irigaray, abogada de la ONG estadounidense Amazon Watch.

“Las actividades en el cantero Pimental -donde el río Xingú ya se secó- están totalmente detenidas y los 30.000 trabajadores han sido retirados” de la zona por la dirección de la obra a pedido de los manifestantes, subrayó la abogada, que trabaja con el Movimiento Xingu Vivo de resistencia a la construcción de esta gigantesca represa, destinada a ser la tercera del mundo.

Según la abogada, se trata de “la cuarta o quinta ocupación del cantero desde junio pasado”, e indígenas y colonos esperan aún las compensaciones prometidas por el consorcio Norte Energia, a cargo de las obras.

El grupo de manifestantes está integrado por habitantes del pueblo de Jericoa (en su mayoría pescadores) e indígenas de las etnias Xypaia, Kuruaia, Canela y Jururna.

Los manifestantes también afirman que nunca recibieron ninguna ayuda de la Fundación Nacional del Indio (FUNAI, órgano estatal de tutela de los indígenas en Brasil), según un comunicado difundido por Xingu Vivo.

En Jericoa, los habitantes no consiguen pescar, no hay agua potable y sus barcos no son suficientemente sólidos frente a la fuerza de la corriente de la represa provisoria a la altura de Pimental, según el comunicado.

En construcción sobre el río Xingu, la represa, de un costo de 13.000 millones de dólares, es la mayor en construcción en Brasil. Suministrará 11.233 MW, o sea 11% de la capacidad instalada del país. Su puesta en funcionamiento implicará la inundación de 502 km2.

Aunque las tierras de indígenas que viven en las cercanías de la represa no serán inundadas, Belo Monte corre el riesgo de afectar su modo de vida, ya que no podrán pescar más en el río para subsistir.

El gobierno prevé inversiones de 1.200 millones de dólares hasta el fin de las obras para reducir los impactos negativos de la construcción.

La primera turbina debe comenzar a funcionar en 2015 y la última en 2019.

En junio, Norte Energia afirmaba que 117 proyectos socio-económicos y ambientales ya estaban en curso en la región, a un costo de 117 millones de dólares, según el diario económico Valor.