El patrimonio musical barroco, conservado casi milagrosamente en las misiones jesuitas en América Latina, en los siglos XVI al XVIII, revive en París en ocasión del Festival Caminos del Barroco, que se celebra hasta el 2 de octubre en el museo del Quai Branly, a orillas del Sena.

Se han desenterrado decenas de viejas partituras de óperas y misas y se han restaurado y copiado violines barrocos, trompetas marinas y arpas y órganos jesuíticos, en una formidable operación lanzada en 1986 y bautizada “Caminos del Barroco”, en la que han participado una docena de países latinoamericanos.

La música barroca de los Chiquitos, una comunidad indígena en la Amazonía boliviana, protagonizó la primera velada organizada en el museo parisino para ilustrar esta epopeya, que ha sido calificado por algunos como “la mayor aventura musicóloga de fines del siglo XX”.

Con chirimías, flautas, vihuelas, bajones y violoncellos jesuíticos, y bajo la batuta del argentino Ricardo Massun, el conjunto vocal e instrumental Louis Berger conmovió el jueves al público, interpretando música atribuida a Domenico Zipoli, un compositor italiano que utilizó la música en las misiones jesuíticas para evangelizar a los indígenas, y de compositores anónimos.

Este viaje por la música barroca latinoamericana, que ha involucrado a grandes músicos del Viejo y Nuevo Mundo, culmina el 1 de noviembre próximo en las “ruinas sublimes” de la Misión de Jesús, en Paraguay, que fue una de las primera misiones jesuitas y cuna del barroco latinoamericano.

¿”Pero por qué poner fin a una operación tan maravillosa?”, preguntó la AFP a Alain Pacquier, que estuvo en el origen de esta operación para rescatar y dar a conocer músicas olvidadas en Europa pero conservadas en el Nuevo Mundo, a veces mediante la transmisión oral o transcritas por los indígenas.

“Misión cumplida”, respondió el ex periodista y fundador de dos festivales de música barroca, que ha recogido en un libro titulado “El Regreso de las carabelas” – que acaba de ser publicado en Francia por la editorial Fayard – los grandes capítulos de esta aventura musical, y que resumió sus éxitos.

“Se han formado a unos 400 músicos latinoamericanos de 12 países, que han participado en este rescate musical y que seguirán trabajando, enseñando y colaborando con los músicos franceses”, explicó Pacquier.

“Si seguimos con ‘Caminos del Barroco’, sería como un nuevo colonialismo”, advirtió. “Hemos sido más bien como un arquitecto, que hace una casa, pero no es él quien vive en ella”, dijo Pacquier.

“Todo se ha transmitido, y en casi todos los países latinoamericanos hay ahora buenos musicólogos e intérpretes, que aprendieron la música barroca enseñada por misioneros jesuitas en las reducciones indígenas”, reafirmó.

Además, “es necesario señalar que Europa no tiene un nivel musical más alto que América Latina, donde la música forma parte de la vida cotidiana. En Europa, la música desgraciadamente ha salido de la vida”, dijo Pacquier, para explicar la decisión de poner fin a esta operación.

Pacquier subrayó que esta aventura ha contado con muchos apoyos, entre ellos del jefe de orquesta argentino Gabriel Garrido, del barítono mexicano Joseph Cabré, de cientos de musicólogos en América Latina y Francia, y de la Fundación BNP Paribas, sin cuyo “respaldo financiero no habría sido posible esta reapropiación de un gran pasado musical”.

Para cerrar con broche de oro Caminos del Barroco, han viajado a Francia 200 músicos venidos de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, Paraguay y Perú, que interpretarán en París conciertos instrumentales, obras para órgano, coros.

La Banda Sinfónica de la ciudad de Neira, en Colombia, compuesta por jóvenes y dirigida por Holver Cardona Aristizábal, así como los integrantes del Coro y la Orquesta de San Ignacio de Moxos, una comunidad en la Amazonía boliviana, antigua misión jesuita, son dos de las estrellas de este Festival Caminos 2011, que antes de llegar a París hizo vibrar a Metz, ciudad del este de Francia.