El espectómetro magnético Alpha 2 (AMS), un detector de partículas destinado a escudriñar los enigmas de la formación del Universo, fue acoplado exitosamente este jueves a la Estación Espacial Internacional (ISS) y comenzó de inmediato su búsqueda de lo desconocido.
Los científicos consideran que este experimento de 2.000 millones de dólares podría trastocar los fundamentos de la física de partículas.
La delicada coreografía para transferir el AMS de 7,5 toneladas desde la bodega del transbordador Endeavour a su punto de unión con el exterior de la ISS, sobre el lado derecho de la Estación, terminó a las 06:46 horas.
La tarea había comenzado dos horas y cuarto antes (a las 07H00 GMT), cuando los astronautas Andrew Feustel y Roberto Vittori, un italiano de la Agencia Espacial Europea (ESA), comenzaron a maniobrar el brazo robótico de 16 metros de largo para retirar delicadamente el AMS de la bodega del transbordador.
Luego, “el piloto Greg Johnson y el especialista Greg Chamitoff usaron entonces el brazo robótico para instalar el AMS en la estación”, explicó la NASA.
Un mecanismo de sujeción automática permitió colocar sólidamente en su lugar el detector de partículas.
Unos minutos después, con un mando a distancia, los astronautas conectaron un grupo de cables eléctricos y cables de transmisión de datos al AMS.
La recopilación de datos producidos por el detector de partículas comenzó casi en seguida, dijo la agencia espacial estadounidense.
Los equipos científicos del AMS trabajarán día y noche para recoger la masa de datos mientras la ISS esté en órbita, es decir al menos hasta 2020.
Un potente imán, concebido para crear un campo magnético que desvíe la trayectoria de las partículas cósmicas que viajan a través del espacio, permitirá a ocho instrumentos científicos proveer preciada información sobre estas partículas.
Cientos de científicos de dieciséis países que participan en el proyecto esperan poder dilucidar los enigmas de la formación del Universo, descubrir la antimateria aún imposible de hallar y comprender la naturaleza de la materia negra invisible, que conforma hasta el 25% del Universo.
La materia visible sería sólo el 4 a 5% del total y el 70% restante estaría formado por restos de energía oscura, una fuerza repulsiva que contrarresta la gravedad y explicaría por qué se acelera la expansión del Universo.
El AMS podría ayudar también a comprender mejor los pulsares, las explosiones de rayos gamma y otros fenómenos cósmicos.
El AMS “sondea verdaderamente las fundaciones de la física moderna”, había declarado antes del lanzamiento del Endeavour el profesor Samuel Ting, del Instituto de Tecnología de Massachusetts, Premio Nobel de física y pionero del proyecto.
“Pero el objetivo más emocionante del AMS es la exploración de lo desconocido en la búsqueda de fenómenos que existen en la naturaleza, pero que no podemos comprender por falta de instrumentos o de imaginación”, agregó.
Mientras tanto, personal de la NASA en tierra controla el revestimiento térmico del Endeavour, dado que varias placas aislantes podrían haberse dañado durante el lanzamiento el lunes.
Varios gráficos que representan las placas dañadas en la parte inferior de la nave fueron difundidos en una conferencia de prensa el miércoles, al final del tercer día de la misión del transbordador.
Se trata de la última misión del Endeavour y la penúltima de un transbordador. La última en viajar será el Atlantis, probablemente en julio.
El Endeavour despegó el lunes de Florida (sureste) con seis astronautas a bordo y se acopló a la ISS el miércoles. Debe regresar a la Tierra el 1 de junio.