Como en tiempos pasados | Media Vida

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Las espadas de dos jóvenes estadounidenses resuenan como en los combates de la Antigua Roma en el patio de la Escuela de Gladiadores de la capital italiana, en la legendaria Vía Apia Antica, donde cientos de turistas de todo el mundo aprenden historia combatiendo.

Más que una escuela sobre las técnicas de los célebres combates públicos que divertían a los emperadores romanos hace casi 2.000 años, es una manera original y audaz de adquirir conocimientos sobre uno de los imperios más poderosos de la Historia.

“Queríamos hacer una pausa en nuestro viaje cultural, hacer ejercicio y aprender técnicas antiguas de lucha”, cuenta a la AFP Chris Coffman, de 43 años, quien llegó a la capital italiana con su familia proveniente de Pensilvania, en Estados Unidos, para tomar lecciones.

A pocos kilómetros del Coliseo, en uno de los rincones históricos más pintorescos de Roma y del otrora corazón del Imperio Romano, un grupo de turistas se sumerge en el pasado como en la máquina del tiempo.

El viaje comienza por el museo creado por la asociación Grupo Histórico Romano (www.gsr-roma.com), donde se pueden tocar, pesar y usar las armas de los gladiadores: cascos, viseras con agujeros para cubrir el rostro, escudos cuadrados, ovalados y circulares, correas entrelazadas, espinilleras, lanzas, puñales o cinturones.

“Lo que estamos haciendo aquí es arqueología experimental. Enseñamos a experimentar las sensaciones que vivía un antiguo romano”, explica Hermes, un “lanista” o maestro, mientras muestra fornidos ejercicios.

Como los demás 140 miembros de la escuela, Hermes (cuyo verdadero nombre es Valentino) es un gran admirador de la historia romana.

“Ser romano no significa vivir en Roma sino vivir Roma”, sostiene.

Las lecciones duran dos a tres horas y cuestan un promedio de 100 euros (126 dólares) si son individuales y 25 euros por persona para los grupos de diez.

El sueño de interpretar a célebres gladiadores como Cornelius Scipion “Africanus”, Espartaco o Maximus Decimus Meridius “El Hispano”, se desató con el éxito mundial del filme “El gladiador” (2000), protagonizado por Russell Crowe.

“Llegan estadounidenses, ingleses, pero también alemanes y franceses”, comenta Petronio, vicepresidente de la asociación que administra la escuela.

Vestido con el clásico traje romano, con túnica y sandalias, Hermes ilustra las técnicas de entrenamiento con siete estudiantes gladiadores, a los que les enseña a esquivar golpes con sacos de arena y a dominar los reflejos con un complejo sistema de bastones.

Para prepararse a la lucha que practicaban los esclavos o prisioneros de guerra en el siglo VI, los gladiadores contemporáneos se arman con espadas de madera y luego de metal.

La escuela acepta incluso a niños, como el italiano Filippo, de 11 años, quien viene de Toscana.

“De niño jugaba con los soldaditos, ahora me gustan mucho las batallas romanas en la computadora. Aquí descubrí el ‘provocator’, el gladiador que punza al adversario, aunque prefiero ser un ‘secutor’, el gladiador profesional, el que siempre gana”, confiesa.

Las armas suelen ser fabricadas por la escuela, que organiza también cada 21 de abril, cuando se celebra el nacimiento de Roma, un desfile histórico y muchas reconstituciones por el mundo entero, incluida China.

“Desfilamos con 20 gladiadores, 20 guardias pretorianos, 50 legionarios, pero también vestales y matronas. Todos con sus trajes originales, no inventamos nada, porque todo ha sido fabricado basándose en documentos históricos”, explica Petronio.

La escuela de gladiadores del siglo XXI desmiente lo que considera un error histórico: la creencia de que las autoridades indicaban con la posición del dedo pulgar el destino del gladiador vencido en el combate.

Según los datos citados por Hermes, si el emperador extendía el brazo con la mano tendida hacia delante el derrotado viviría y si cerraba el puño era ejecutado.