Se hizo historia. Tras 40 años las mujeres volvieron a las gradas en Irán, después del veto que fue impuesto por la Revolución Islámica. La historia dejó una mártir el mes pasado, quien se inmoló luego de ser condenada por intentar entrar a un estadio. Con la indignación por su muerte se reactivó la presión mundial para terminar con la medida.

Unas 4.000 mujeres asistieron al estadio Azadi de Teherán en el duelo en que su país goleó por 14 a 0 a Camboya, en un juego válido por las Clasificatorias a Catar 2022, dejando atrás cuatro décadas de prohibiciones. Por primera vez pudieron comprar las entradas, hacer filas e ingresar al reducto en masa.

Un hecho que llega luego de constantes movilizaciones sociales en diferentes eventos deportivos, con fanáticos de varios países luciendo lienzos pidiendo el fin del veto, como también la presión de la FIFA que incluso amenazó con posibles sanciones a futuro.

Atta Kenare  | Agence France-Presse
Atta Kenare | Agence France-Presse

Fue el 5 de octubre de 1981 que las mujeres tuvieron su último contacto libre con un estadio de fútbol en Irán, durante el derbi de Teherán entre el Persépolis y el Esteghlal. De ahí en más la Revolución Islámica -que tomó el poder en 1979- restringió hasta con castigos de cárcel para quienes no cumplieran esta orden.

“Todavía no puedo creer. Después de tantos años viendo todo por televisión, ahora podré vivirlo en persona”, relató con orgullo la periodista deportiva Raha Purbakhsh a la Agence France Presse, consciente de que, aunque estuvieron en galería diferenciada de los hombres, se trata de un importante primer paso en busca de mayor igualdad en el país.

“Lleva al pecado”: una polémica justificación

En octubre de 2018 hubo un primer acercamiento para el retorno libre a los estadios en suelo iraní. Fue durante un amistoso entre los locales y la selección de Bolivia. Ese día, se aceptó la presencia de 100 mujeres… aunque la gran mayoría fueron invitadas, periodistas o familiares de los jugadores.

Si bien la situación fue destacada -y hasta elogiada- por medios de diferentes países, también hubo malestar en activistas y las autoridades más conservadoras. Las primeras porque consideraron el hecho como un ‘truco’ del gobierno ante la presión social mundial, y las segundas que cuestionaron haber cedido a las peticiones.

“Estoy en desacuerdo con lo que pasó… una mujer acuda al estadio y se encuentre ante hombres medio desnudos con las ropas de deporte, lleva al pecado”, criticó aquella vez, por ejemplo, el fiscal general Mohammad Jafar Montazeri.

La estrategia del Estado Islámico es una sola: empeñarse en disfrazar la prohibición como una circunstancia positiva para las mujeres, argumentando que las protegen del desorden y el comportamiento muchas veces grosero de la mayoría de los fanáticos.

Sin embargo, las iraníes ya no aguantaban más con esta imposición. “¿Por qué se debe castigar a las mujeres por el mal comportamiento de los hombres?”, criticó en su momento la popular feminista Sussan Tahmasebi, en entrevista con El País de España.

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Una mujer acuda al estadio y se encuentre ante hombres medio desnudos con las ropas de deporte, lleva al pecado
- Fiscal General de Irán

De las cinco heroínas disfrazadas a la ‘Chica de Azul’, la mártir que se quemó a lo bonzo

La mayor prueba de que las mujeres necesitaban volver a los estadios la protagonizaron ellas mismas, y corriendo enormes riesgos.

En mayo de 2018, por ejemplo, cinco activistas ingresaron al estadio Azadí de Teherán disfrazadas de hombres para poder respaldar a su equipo, el Persépolis, en el partido que les significó un nuevo título.

Barbas, pelucas y gorros fueron parte del exitoso plan concretado por estas iraníes, quienes desafiaron las anacrónicas leyes y lograron burlar la seguridad.

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Lamentablemente, quien no corrió la misma suerte fue Sahar Jodayari. La fanática del Esteghlal FC fue detenida tras ser descubierta intentando la misma gesta que sus antecesores.

Sahar, al percatarse de que caería todo el peso de la ley islámica contra ella, decidió prenderse fuego. Pasaría seis meses en la cárcel solo por haber ido a un estadio y haber “atentado a la castidad pública e insultos”, explicaban los medios de ese país.

Tras casi una semana en el hospital Jodayari murió desatando conmoción mundial, pero también reactivando la campaña y la presión para que las mujeres volvieran a los reductos del balompié. Se convirtió en una mártir.

“Me prometieron que las iraníes tendrán acceso a los estadios de fútbol pronto”, dijo Gianni Infantino días después de este triste suceso. Y así ocurrió.

Una lucha que continuará

Si bien la autorización para el Irán-Camboya fue celebrada ampliamente, Teherán no ha anunciado aún que las mujeres podrán asistir a los partidos del campeonato iraní ni a otros encuentros internacionales, pese a que la FIFA está exigiendo que se permita a las mujeres asistir a “todos los partidos”.

Por mientras, las representantes del feminismo continúan con su lucha diaria ante una sociedad y sistema de gobierno que las golpea día a día, especialmente en los espacios públicos, donde son menospreciadas y acosadas. El fútbol solo es un paso más.

Sin ir más lejos, las mujeres en Irán aún están obligadas a ocupar velo desde los nueve años, lo que ha provocado más de una polémica, especialmente por los ultraconservadores que se encargan de fustigar a las nuevas generaciones que plantean un cambio.

Atta Kenare | Agence France-Presse
Atta Kenare | Agence France-Presse

“Hoy en día en Irán, hay una renovada confianza y coraje entre las mujeres para luchar contra sus opresores. Después de 40 años, las iraníes ya han aguantado suficiente que se les acose en las calles”, aseguró el año pasado a El País la activista y periodista Masih Alinejad, quien se vio obligada a abandonar su país y desde la distancia ha dado una fuerte batalla, incluso con campañas -como el llamado a fotografiarse sin el hiyab- que han resultado exitosas.

En cuanto al acoso, el tema es más preocupante. Aunque la ley lo prohíbe y castiga -con prisión o latigazos-, ésta apenas se aplica porque “hay que contener al acosador, entregarlo a la Policía y luego probar si, en efecto, te acosaron verbalmente”, explicó una activista anónima al periódico El Mundo hispano. Esto sin contar que la palabra de un hombre sigue pesando más por esos lados.

Por esto es que lo sucedido en el estadio Azadi de Teherán es tan significativo. Se trata del primer golpe importante. Pero la lucha continuará.