Se trata de los pacientes sociosanitarios, quienes ingresan a los recintos por alguna enfermedad base y que, una vez que son dados de alta, deben continuar en la red porque no tienen dónde ir. Actualmente hay cuarenta usuarios de este tipo en la zona y son derivados a establecimientos de baja complejidad donde hay menos demanda de camas.

Incluso, hay algunos que fallecen durante la espera de que alguien pueda hacerse cargo de ellos. Por alguna razón estas personas han llegado a vivir en total abandono y es la salud pública la que debe de asumir los costos.

Números preocupantes

El problema es grave. De acuerdo a un estudio efectuado por el Gobierno Central, en abril de este año a nivel nacional la cifra de pacientes sociosanitarios ascendía 2.238 personas, implicando la atención a estos usuarios un gasto mensual de nada más y nada menos que $5.000 millones.

Y si en el país la situación resulta alarmante, la región de Coquimbo no escapa a esta realidad. En la zona, los números también han ido en aumento durante los últimos años.

Según antecedentes entregados por el Servicio de Salud, entre todos los recintos hospitalarios locales el número de sociosanitarios alcanzan los 40 usuarios. Y hablando de gastos extra, estos pacientes de la red también representan una cifra considerable, la que mensualmente llega a los $43.632.000, es decir más de $520 millones al año.

Un problema social

“Él deambula por el hospital, se levanta, conversa con algunos funcionarios y en eso pasa su día”, cuenta Silvana Yaeger, asistente social encargada de pacientes sociosanitarios del Hospital de Vicuña, refiriéndose a uno de los usuarios de este recinto quien tras ser dado de alta, ha tenido que mantenerse en la red asistencial debido a que no se ha podido dar con algún conocido que pueda hacerse cargo y velar porque continúe con su vida de una manera digna.

La profesional prefiere no revelar el nombre del paciente a quien estos últimos meses han acogido luego que fuese trasladado desde Ovalle, pero sí relata la realidad que vive a diario en el recinto hospitalario que ha tenido que, forzadamente, convertirse en su casa.

“Tiene 48 años, no es un adulto mayor como la mayoría de los pacientes sociosanitarios y es autovalente. El problema es que está en situación de calle y nosotros, por el compromiso social que tenemos no podemos dejarlo así, a la buena de Dios, ya que si lo hacemos, probablemente después lo tengamos acá nuevamente y con una salud más deteriorada y esa no es la idea. Tenemos la responsabilidad de hacerlo sentir lo mejor posible. Él ya es parte de la casa. De hecho, el otro día otro funcionario le regaló una radio para que escuchara y se pudiera entretener en todo momento. Le gusta mucho escucharla”, sostiene Yaeger.

Sus casas: hospitales de baja complejidad

Es en los hospitales de baja complejidad de la región donde se concentran estos pacientes. Claro, pese a que la mayoría, tal como el usuario de Vicuña quien llegó desde Ovalle, proviene de La Serena, Coquimbo y la capital de Limarí, éstos deben ser llevados a los recintos más pequeños ya que allí existe mayor cantidad de camas disponibles las que ellos pueden ocupar sin que necesariamente estén enfermos.

Pero no es sólo una cuestión de espacio y demanda de los recintos. Además, según explica la propia Silvana Yaeger, es en los establecimientos pequeños donde mejor se propicia el cuidado temporal de estos personas, el que muchas veces se torna en demasía complejo y requiere de la máxima voluntad y entrega de los funcionarios la que de pronto costaría más encontrar en los recintos grandes, que se caracterizan por ser impersonales.

Y es que en estos casos los trabajadores de los nosocomios deben hacerse cargo incluso de realizar los trámites personales de estos usuarios, como, por ejemplo, darse el tiempo de ir a cobrar las pensiones cuando son adultos mayores.

“Se les ayuda en todos los temas. Es un trabajo integral, cuando se tiene que acudir a cobrar sus pensiones, esto se hace. Tenemos que subirlos a la ambulancia y acudir a los centros de pago. Pero muchas veces no basta con todo el esfuerzo que se hace acá, sino que se deben impulsar otras campañas, como el voluntariado para que nos ayuden, porque no es fácil”, cuenta la asistente social.

Morir en la espera

De hecho, ha habido casos extremos. Así lo relata el subdirector (S) de Gestión Asistencial del Servicio de Salud, el médico Javier Aguirre. “Ha habido ocasiones en que lamentablemente hemos tenido que organizar el funeral de estos pacientes”, asevera.

Y claro, en gran parte de los casos se trata de adultos mayores y algunos terminan falleciendo por muerte natural. “Lo que pasa es que ellos llegan con su enfermedad base, que pueden ser temas respiratorios asociados a la edad y los pacientes son dados de alta, pero se quedan acá porque no tienen donde quedarse y finalmente por la misma enfermedad, tienen un recaída y fallecen. Porque es mucho el tiempo. Incluso hemos tenido pacientes que han estado tres años y ahora tenemos uno que lleva dos años y dos meses en el Hospital de Salamanca. Entonces, en esos casos se les tiene que costear el funeral con el gasto directo de los recintos hospitalarios, evidentemente que también hay apoyo de las municipalidades pero eso es una gestión que igualmente tiene que realizar la red de salud”, asegura el doctor Aguirre.

Revisa el reportaje completo en nuestro medio asociado El Día, donde además podrás ver solicoones propuestas a este problema social.