Hace algunos días Meryl Streep recibió su 21 nominación como Mejor Actriz a los premios Óscar. Esta vez la candidatura fue por su trabajo interpretando a Katharine Graham en The Post, cinta de Steven Spilberg donde comparte roles con Tom Hanks.

Pero más allá de los premios, la interpretación de Streep atrajo la atención de una nueva generación a una mujer que hizo historia y marcó un precedente en el mundo del periodismo y la libertad de expresión.

Katharine Graham fue directora del diario The Washington Post durante más de dos décadas, periodo en el que no sólo tuvo que lidiar con el machismo propio de los años 60 y 70, sino que también protagonizó un altercado histórico por la publicación de archivos secretos del Pentágono.

Kay, como era conocida por sus cercanos, nació en Nueva York en 1917. Su padre Eugene Meyer era un banquero millonario y su madre, Agnes Meyer, una periodista enfocada en la educación y el arte, quien le heredó el amor por las comunicaciones.

The Washington Post
The Washington Post

Cuando Katharine tenía 16 años, su padre compró el The Washington Post en una subasta, ya que el periódico se encontraba en bancarrota. Por supuesto, hizo que la empresa resurgiera y volviera a ser productiva.

La joven ingresó a estudiar periodismo en la Universidad de Chicago, tras lo cual trabajó como reportera en San Francisco News por un año y posteriormente se integró al equipo del diario de su padre. Todo cambió, sin embargo, cuando en 1939 conoció a Phil Graham, un joven abogado de la Corte Supresa, que le propuso matrimonio en la segunda cita. Sólo un año después contrajeron matrimonio y formaron una familia con cuatro hijos.

Seis años después de la boda, el padre de Katharine decidió dar un paso al costado en la dirección del diario y optó por dejar a cargo a Phil, quien en ese momento no tenía ningún tipo de experiencia periodística. Según aseguró años después Kay en su autobiografía, Persona History, su padre le dijo que creía que “ningún hombre debería estar en la posición de trabajar para su esposa”.

Donald E. Graham
Donald E. Graham

Por 17 años Katherine se dedicó a su familia y se convirtió en la esposa perfecta. Durante ese tiempo, Phil sumó más periódicos más a la empresa e incluso dos canales de televisión, sin embargo, comenzó a padecer una profunda depresión que lo llevó a quitarse la vida en 1963.

Fue así como el liderazgo del The Washington Post y sus medios asociados pasaron a manos de Kay. “No quería dirigirlo porque no creía poder”, señaló Graham a Larry King en una antigua entrevista en CNN. Pero sin importar sus miedos, la comunicadora se empoderó en su cargo y aprendió el negoció que debía sacar adelante.

Su primera medida fue contratar como editor al experimentado periodista Ben Bradlee, entonces jefe de la revista Newsweek, con quien formó un equipo de reporteros y editores que lograron posesionar al periódico como un medio de comunicación vigoroso y audaz, el cual terminó compitiendo con el mismo New York Time.

Tal como se retrata en la película de Steven Spilberg, Katharine tuvo que enfrentarse al machismo de su generación, quienes no veían posible que una mujer se hiciera cargo de un negocio como este, y que ciertamente tampoco sería capaz de tomar decisiones complejas como la que enfrentó con la publicación de los documentos secretos del Pentágono.

  Katharine Graham y Benjamin C. Bradlee  | The Washington Post
Katharine Graham y Benjamin C. Bradlee | The Washington Post

Los documentos del Pentágono

Ocho años después de haber asumido el liderazgo del periódico, Graham se enfrentó a una de las decisiones más complejas de su vida profesional. La publicación de una serie de documentos clasificados del Departamento de Defensa, que contenía la historia secreta de la implicación de Estados Unidos en la guerra de Vietnam, entre los años 1945 y 1967.

Según consigna el New York Times, se trataba de 47 volúmenes de un estudio ordenado por el entonces secretario de defensa Robert McNamara y escrito por varios autores, donde entre otras cosas, se afirmaba que la Administración del presidente Lyndon Johnson mintió sistemáticamente, no solo al público sino también al Congreso.

Los documentos fueron filtrados por Daniel Ellsberg, un ex militar desilusionado por la toma de decisiones del Gobierno, quien entregó parte del estudio primero al The New York Times.

The New York TImes
The New York TImes

El diario publicó la información por dos días hasta que la administración del presidente Richard Nixon intervino para bloquear el periódico. “Por primera vez en la historia de Estados Unidos, el gobierno buscó -y ganó- una orden judicial temporal que prohíbe a un periódico publicar un artículo periodístico”, señalaron en ese entonces desde el Times.

Tal como muestra la película, nuevos documentos llegaron a la redacción de The Washington Post, quienes entonces eran considerados un diario local. La decisión de publicarlos, a pesar de la presión del gobierno, recayó en Graham, quien tuvo que dar un respuesta mientras se encontraba en una cena homenaje a un viejo amigo.

Mientras Bradlee y los reporteros del diario, veían como un derecho y deber el dar a conocer la noticia al público, los abogados y consejeros de la profesional le advertían del peligro de imprimir la noticia, la que podría llevarla a perder la licencia de los canales que poseía e incluso ser acusada de romper las leyes contra el espionaje.

“Puedo hacer esto. Así que digo ‘Hagámoslo. Publiquemos’. Y colgué porque estaba realmente asustada de haber tenido que tomar una decisión tan rápido”, aseguró años después en una entrevista con Terry Gross en NPR.

The Washington Post
The Washington Post

La respuesta de Katharine trajo grandes repercusiones. De partida, el gobierno pidió al Post que dejara de publicar información clasificada, ante lo que por supuesto se negaron y comenzaron una batalla legal en la Corte Suprema donde se unieron al The New York Times.

La Corte falló a favor de los periódicos. “Al revelar el funcionamiento del gobierno que condujo a la Guerra de Vietnam, los periódicos hicieron noblemente lo que los Fundadores esperaban y confiaban en que harían”, escribió el juez Hugo L. Black, a cargo del caso.

Tras el fallo The Washington Post se convirtió en uno de los diarios más respetados del mundo y lucha en un icono para la libertad de expresión.

Washington Post
Washington Post

Watergate

A pesar del triunfo, las cosas no se volvieron fáciles para Katharine. Un año después, en 1972, nuevamente tuvo la difícil tarea de decidir sobre la publicación del escándalo de Watergate.

Esta vez la periodista apoyó desde el principio a sus reporteros Carl Bernsteiny Bob Woodward, a pesar de las presiones que recibía y las amenazas de quitar las licencias a sus canales de televisión.

Recordemos que el caso inició cuando Bradlee encargó a Woodard y Bernstein la investigación sobre el robo a una sede del partido Demócrata, que terminó descubriendo todo un entramado de espionaje e irregularidades durante la campaña presidencial, según consignó la agencia de noticias AFP. La investigación llevó a la renuncia del presidente Richard Nixon en 1974 y al inicio de una investigación contra docenas de funcionarios.

La cobertura de Wategate se transformó la idea de periodismo político investigativo

La labor de Graham incluso fue alabada años después por el mismo expresidente Nixon. “En Washington hay muchos que leen el Post y les gusta, y hay muchos que leen el Post y no les gusta. Pero casi todos leen el Post, lo que constituye un reconocimiento de la habilidad de Graham como editora”, señaló.

 3 of 18  Full Screen                   Graham con Carl Bernstein y Bob Woodward
3 of 18 Full Screen
Graham con Carl Bernstein y Bob Woodward

Las críticas

Pero no todo fue alabanza para Katharine, ya que su amistad con varias importantes figuras del gobierno la pusieron en una situación bastante compleja. Entre otras personas era cercana con Robert McNamara y Henry Kissinger.

“No creo que quienes eran o no eran mis amigos interfirieron con nuestros informes en ninguna de nuestras publicaciones”, escribió Graham años después en su autobiografía, algo que fue contradecido por uno de sus colaboradores.

  Truman Capote y Katharine Graham  | The New York Times
Truman Capote y Katharine Graham | The New York Times

El periodista Robert Parry, quien trabajó durante tres años en Newsweek, dijo que fue testigo de “autocensura debido a la comodidad entre los ejecutivos de Post-Newsweek y las figuras principales de seguridad nacional”.

“En una ocasión en 1987, me dijeron que mi historia acerca de que la CIA canalizaba dinero antisandinista a través de la Iglesia Católica de Nicaragua había sido diluida porque debía pasar por la Sra. Graham, y Henry Kissinger era su invitado ese fin de semana . Aparentemente, había temor entre los principales editores de que la historia, tal como estaba escrita, podría causar cierta consternación”, afirmó según consigna el diario electrónico The Huff Post

Años más se confirmó el centro de la noticia de Perry.

Asimismo, en 1975 estalló una huelga sindical de prensa. Ante la emergencia, Katharine decidió contratar trabajadores que no estaban sindicalizados para poder sacar adelante el diario, el cual sólo perdió una edición.

En sus memorias, ella repudió el paro y acusó a los empleados de haber hecho un serio daño o a los equipos de impresión y aseguró que “los actos de violencia imperdonables durante todo el ataque”.

The Washington Post
The Washington Post

Katherine murió el 17 de julio de 2001 en Sun Valley, Idaho, tras sufrir un fuerte caída. A sus funerales asistieron grandes personalidades de la política, el periodismo y espectáculos como Edward Kenney, Alan Greenspan, Madeleine Albright, Henry Kissinger, Bill y Hillary Clinton, Rudolph Giuliani, Bill Gates, Barbara Walters, Bob Woodward, Carl Bernstein y Dick Cheney.

Town & Country Magazine
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