Guiado por un Lionel Messi espectacular, el Barcelona, que superó 3-1 el martes al Milan para clasificarse para las semifinales de la Liga de Campeones, disfrutó de su nuevo éxito deportivo, ajeno a las polémicas por el arbitraje, muy criticado por los italianos.

Tras el encuentro, el sueco Zlatan Ibrahimovic, ex del Barcelona y enemigo declarado del entrenador azulgrana Josep Guardiola, encendió la mecha, de nuevo para cargar contra el conjunto catalán, donde jugó en la campaña 2009-2010.

El motivo del enfado de ‘Ibra’ y de sus compañeros fue el penal pitado contra su equipo con 1-1 en el marcador, cuando Alessandro Nesta agarró a Sergio Busquets en el área (minuto 41), en el momento en el que se procedía a un saque de esquina.

“Hemos empatado y luego el árbitro pitó un penal contra nosotros. Fue raro y eso estropeó el partido. Empiezo a entender a (Jose) Mourinho y sus declaraciones cuando el Real viene a jugar aquí (al Camp Nou). Ahora que lo he vivido yo mismo lo comprendo mejor”, afirmó.

De esta forma, Ibrahimovic se aliaba a distancia con el entrenador del Real Madrid, que ha acostumbrado a quejarse del arbitraje cuando ha jugado en el coliseo del Barça.

“El señor Ibrahimovic puede decir lo que quiera, pero son cinco las veces (consecutivas) que hemos alcanzado las semifinales, cinco”, señaló Guardiola tras el encuentro.

La prensa italiana también cargó contra la labor del árbitro holandés Björn Kuipers, aunque la polémica no pareció alcanzar al equipo español, que disfrutó este miércoles del gran éxito de superar brillantemente los cuartos frente a un histórico como el campeón italiano.

Messi volvió a estar magistral y decisivo, acertando en sus dos penales, lo que permitió al equipo empezar a encarrilar la clasificación, con sangre fría y estilo de campeón.

Con sus dos dianas del martes, volvió a derribar otra muralla, superando el récord que compartía de 12 tantos en una misma ‘Champions’ con el holandés Ruud Van Nistelrooy (Manchester United, 2002-2003) e igualando con el brasileño José Altafini, que con el Milan consiguió también 14 tantos en 1963.

El Barcelona fue superior al equipo ‘rossonero’ y creó muchas más ocasiones de peligro, tanto en la ida como en la vuelta.

El mecanismo funcionó a la perfección una vez más, con automatismos letales como la buena conexión entre Messi y Cesc Fábregas, todo ello reforzado por la valentía de Guardiola, que optó por una defensa a tres y un ataque a cuatro, con Isaac Cuenca arriba y el brasileño Dani Alves subiendo con frecuencia por la banda y sumándose a labores ofensivas.

Andrés Iniesta también tuvo su cuota de protagonismo, consiguiendo el 3-1 definitivo al inicio de la segunda parte y demostrando que responde en los momentos clave, como cuando dio el tanto del triunfo a España en la final del Mundial de Sudáfrica-2010.

El martes, el número 8 del Barça puso el tanto de la tranquilidad para los suyos y acercó unas semifinales que son ya el último obstáculo antes de la ansiada final continental de mayo en Múnich.