Estados Unidos urgió este viernes a Europa a dejar atrás las divisiones para salir de la crisis de la deuda y evitar una declaración de “defaults en cascada” por parte de las economías europeas más amenazadas.

Durante una reunión informal en Polonia de ministros de Economía de la Unión Europea, el secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner, señaló estar inquieto por el “conflicto entre los gobiernos y el Banco Central Europeo (BCE)” por la crisis de la deuda.

“Todo el mundo debe trabajar en forma conjunta (…) con el fin de evitar riesgos catastróficos para los mercados financieros y evitar los defaults en cascada”, declaró el funcionario estadounidense al margen de los debates de dos días que se celebran en Breslavia, Polonia.

Los ministros de Economía europeos buscan mostrar un frente unido para acelerar el segundo plan de ayuda a Grecia, aprobado el 21 de julio pasado, y de esa manera rescatar al país y estabilizar la economía de la Eurozona.

“Las medidas contempladas en el plan de julio deben ser finalizadas, ratificadas y ejecutadas”, subrayó el comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn, durante una conferencia de prensa.

La cita en Polonia, que ostenta la presidencia temporal de la UE, ocurre bajo una fuerte inestabilidad de los mercados, temerosos de que la crisis de la deuda se traslade a otros países como Italia y España, tercera y cuarta economía europeas, y de una nueva recesión mundial.

“Esa es la única manera de avanzar”, dijo Rehn a los periodistas, casi dos meses después de la cumbre de julio, en la que las autoridades europeas aprobaron un segundo paquete de ayuda a Grecia por 160.000 millones de euros, que contempla una fuerte participación del sector privado y una flexibilización del fondo de rescate europeo.

Este segundo plan de rescate aún debe ser aprobado por los gobiernos y parlamentos de los 17 países de la Eurozona. Hasta ahora sólo lo han hecho Francia, Bélgica y Luxemburgo.

Pero para avanzar, aún quedan varios asuntos espinosos que resolver como el acuerdo entre Finlandia y Grecia, en el que Helsinki le pidió a Atenas garantías a cambio de su ayuda, lo que suscitó el temor de que varios países hagan lo mismo, en momentos en que crecen las dudas de que el país heleno pueda pagar su gigantesca deuda.

En ese sentido la ministra de economía de Finlandia Jutta Urpilainen descartó llegar a una solución en esta oportunidad.

El gobierno de Eslovaquia por otro lado sacudió el tablero europeo al negarse en varias ocasiones a ayudar a países en apuros como Grecia.

La Eurozona aseguró además que decidirá en octubre si entrega una ayuda de 8.000 millones de euros a Grecia, el último tramo de un primer paquete de 110.000 millones de euros aprobado el año pasado.

La decisión “será tomada en octubre”, con el visto bueno del Banco Central Europeo (BCE) y el FMI, principales acreedores de Grecia, afirmó este viernes el jefe de los ministros de Economía de la Eurozona, Jean-Claude Juncker.

Juncker dijo que el Eurogrupo “reconoce los esfuerzos significativos realizados por las autoridades de Grecia en el último año”, pero destacó que Atenas “debe continuar con la ejecución del programa de medidas de austeridad”.

Una troika compuesta por la Comisión, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) debe reanudar su misión de evaluación en Grecia, que había suspendido al constatar retrasos en las reformas exigidas a Atenas.

Pero las medidas amenazan con provocar una crisis social entre la población griega, sofocada cada vez más por medidas de austeridad, que incluyen más recortes sociales y más impuestos, y acentuaron una recesión que se espera alcance el 5% del PIB este año.

Durante la reunión, los ministros prevén debatir además sobre un acuerdo de principio alcanzado el jueves para endurecer el Pacto de Estabilidad y la disciplina presupuestaria común frente a la crisis de la deuda.

El nuevo dispositivo, propuesto por la Comisión Europea, prevé sanciones financieras para los países que permitan que sus déficits fiscales se disparen por encima del límite fijado en el 3% del Producto Interior Bruto, y mecanismos para ponerlas en marcha de una manera más rápida y eficaz.

“Estamos determinados a dar una respuesta internacional fuerte y coordinada para enfrentar estos desafíos. Actuamos firmemente para mantener la estabilidad financiera, reestablecer la confianza y alentar el crecimiento”, dijo Juncker.