Sin duda, las emociones son complejas y nuestras experiencias cotidianas las afectan. Algunas experiencias son positivas: nos sentimos felices cuando vemos que el día está soleado, cuando nuestra canción favorita suena en la radio o cuando escuchemos “Te quiero” de parte de nuestros seres queridos. Sin embargo, existen otras que son negativas y afectan nuestro estado anímico: cuando se nos derrama el café en la ropa, cuando recibimos una mala atención o cuando las cosas no salen como esperamos.

El problema, es cuando dejamos que las emociones provocadas por nuestras experiencias dicten la forma en que nos comunicamos con otros.

Así lo afirma el estadounidense Justin Bariso, orador motivacional, escritor y experto en relacionamiento, autor del libro “Guía Práctica para la Inteligencia Emocional” (The Practical Guide to Emotional Intelligence), quien señala que cuando nos dejamos regir por las emociones, éstas condicionan la forma en que reaccionamos en un determinado momento.

“Si nos sentimos especialmente felices, es probable que aceptemos hacer algo que normalmente no haríamos. Si nos sentimos deprimidos o enfadados, de forma no intencionada podríamos afectar a un tercero con esas emociones”, dijo el autor en un artículo publicado por la Revista Time.

Considerando lo anterior, ¿Cómo puede la Inteligencia Emocional ayudar y mantener a salvo nuestras relaciones del día a día, ya sea con nuestras parejas, familiares, amigos o colegas?

Gavin Mealing en FreeImages

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“The Big Picture”

En palabras del experto, existe una habilidad increíblemente útil para este cometido que las personas debieran cultivar y poner en práctica: la capacidad de tener una visión general de las situaciones por las que atraviesan antes de emitir juicios y responder de forma impulsiva, lo que en inglés se conoce como “The Big Picture”.

“En específico, tener esta ‘visión general’ significa dar un pie atrás en un momento cargado emocionalmente, y pensar en las consecuencias que podrían tener nuestras acciones, tanto a corto como a mediano y largo plazo (…) es decir, si recibes un correo electrónico que te molesta, tómate un momento antes de responder. Si un amigo o un miembro de tu familia hace algo que te frustre, haz una pausa antes de reaccionar“, declaró el autor.

A ello, agregó que tras tomarse un momento las personas deben hacerse dos preguntas fundamentales:

- “¿Cómo afectará mi respuesta la relación que tengo con esta persona?”.

- “¿Me arrepentiré mañana de haber dicho o hecho esto? ¿Me arrepentiré la próxima semana o el próximo año?”.

“Esto no debiera tomarte mucho tiempo. De hecho, una vez que ganas práctica se vuelve una especie de hábito”, sentenció.

Brunopp en FreeImages

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Un ejemplo clarificador

A modo de ejemplo, Bariso mencionó una experiencia en la que su Inteligencia Emocional y la capacidad de tener una ‘visión general’ de la situación le evitaron un mal rato:

“El otro día estaba tratando de arreglar mi nuevo cabezal de la ducha. Tenía pocas semanas de uso, pero de alguna forma me las arreglé para destruir una de las partes ajustables. Mientras continuaba con mis (infructuosos) intentos por arreglarlo, comencé a experimentar una emoción muy fuerte: frustración“.

“Pero he aquí el problema: mi esposa fue la que escogió el nuevo cabezal de ducha. Así que en vez de gritar y refunfuñar, simplemente suspiré y le dije: ‘Bueno, creo que no seré capaz de arreglar esta cosa’. Para mi sorpresa, mi esposa se enojó“.

“Aquí es donde hacer una pausa para tener una visión general de la situación paga sus dividendos. Me dije a mí mismo: ‘Si me voy ahora, es probable que la frustración de mi esposa crezca’. Así que cambié el curso de las cosas. Fui hacia donde estaba, la abracé y me disculpé. Sentí cómo en los segundos que siguieron su estado de ánimo cambió. Mientras nos íbamos al trabajo unos minutos después, nos despedimos con un beso y una sonrisa”.

En palabras del experto, “Tus relaciones son como puentes entre tú y todos los demás. Todos los días te enfrentas a momentos que están cargados de emociones. Cuando te tomas el tiempo para tener una visión general y ajustarla correctamente, añades otro ladrillo para fortalecer y reforzar el puente, en vez de permitir que esos momentos vayan derribando poco a poco la estructura, hasta que se venga abajo”.

Para finalizar, el autor indicó que la Inteligencia Emocional “describe la habilidad de una persona para reconocer emociones, para entender su poderoso efecto, y usar esa información para guiar nuestros pensamientos y comportamientos. Cuando hablamos de mantener nuestras emociones ‘bajo control’, usualmente pensamos en cómo controlar nuestra respuesta a las emociones”.

“Esto no es fácil, pero se puede lograr con la práctica”, concluyó.

Instagram – #parejafeliz

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¿Cómo mejorar nuestra Inteligencia Emocional?

En palabras del español Antonio Pablo García, Máster en Coaching y Máster en Programación Neurolingüística, existen ciertos tips que te permitirán mejorar tu Inteligencia Emocional y enfrentar de mejor forma tus emociones.

1.- Identifica tus verdaderos sentimientos, reconociendo tus temores y deseos.

2.- Reconoce tus principios y qué es lo que realmente te importa.

3.- Busca el lado positivo de los sentimientos negativos (tuyos y de los demás).

4.- Usa tus sentimientos para tomar decisiones y márcate/alcanza objetivos.

5.- Sonríe. Convierte el enfado en energía productiva y utilízalo para llenarte tú mismo de ella.

6.- Realiza ejercicios de respiración/meditación, ya que ayudan a reducir la tensión interior.

7.- Muestra empatía, comprensión y aceptación hacia los sentimientos de los demás.

8.- Antes de aconsejar, sermonear, juzgar u ordenar ¡escucha!.

9.- Anímate a ir más allá de tu zona de confort en cuanto a tu compromiso y da la bienvenida a los retos.

¿Cuáles te animas a poner en práctica? Cuéntanos en los comentarios.