Este miércoles se dio a conocer el fallecimiento del arquitecto brasileño Oscar Niemeyer a los 104 años de edad, tras más de un mes internado en el hospital Samaritano de Rio de Janeiro. Aunque su obra de la futurista ciudad de Brasilia es mundialmente famosa, no todos saben que también regaló a Valparaíso uno de sus icónicos diseños con el que pretendía convertir el edificio de la ex cárcel en un museo.

Corría el año 2007 y Niemeyer, impulsado por la amistad que lo unió con Pablo Neruda y Salvador Allende, entregó a las autoridades de la época una moderna propuesta para remozar el ex centro de reclusión de la ciudad puerto. No obstante, la ciudadanía se opuso tajantemente al proyecto, por considerar que iba en contra del patrimonio histórico y cultural del recinto, el que antes había funcionado como un almacén de pólvora.

El diseño del arquitecto contemplaba la construcción de 3 edificios ovalados, conectados por una pasarela y emplazados sobre un espejo de agua. La moderna propuesta inmediatamente desató la polémica, lo que acabó por entrampar el proyecto.

“Lo que se está valorando es la firma de Niemeyer, pero como propuesta arquitectónica está totalmente fuera de contexto: es un implante a Valparaíso”, señaló Cristián Romo, artista y miembro de la Corporación Parque Cultural ex Cárcel, según consignó La Tercera.

Del mismo modo, diversos arquitectos tildaron como “dañino” para la ciudad el boceto del insigne profesional brasileño. Mathias Klotz afirmó que “si el Congreso de Valparaíso fue el monumento a la estupidez del gobierno militar, este sería el ícono de la estupidez de la Concertación”.

Ante la dura lucha en contra de la concreción del proyecto, incluso se le pidió a Niemeyer que modificara en dos ocasiones su diseño, pero cuando se le pidió una tercera adaptación, éste se negó tajantemente.

Es así como en el 2008, tras un año de reclamos y oposiciones por parte de diversas organizaciones y habitantes de Valparaíso, la Municipalidad y la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas (MOP) confirmaron que el proyecto para la ex cárcel no sería realizado.

El alcalde de la época, Aldo Cornejo, declaró que el arquitecto se había negado a modificar nuevamente sus bocetos, con lo que el polémico regalo para la ciudad puerto pasó al olvido.