El caso de Oscar Pistorius en los próximos Juegos Olímpicos de Londres no tiene precedentes. El mismo atleta sudafricano rayó la cancha el año pasado logrando clasificar al Mundial de Daegu, donde corrió dos mangas de los 400 metros y las series del relevo de 4×400.

Pistorius, amputado a los once meses de ambas piernas –desde la rodilla hacia abajo- por una malformación congénita, se las arregló para lograr el registro mínimo exigido para el Mundial y dejar sin argumentos a las cabezas de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), quienes intentaron buscar por el derecho y el revés del reglamento algún impedimento para que el velocista siguiera integrando sólo las filas de los paralímpicos, donde ha batido más de 30 veces el record mundial de 400 metros.

Nada que impulse al organismo mecánica o artificialmente está permitido en las pruebas de velocidad, ni motores, ni ruedas o resortes, nada. En ese sentido, se ha tratado de demostrar repetidamente que las piernas de fibra de carbono que utiliza le otorgan al velocista una ventaja considerable, mas aún cuando es el único “cuatrocentista” que logra correr en negativo, es decir, la segunda mitad de la carrera más rápido que la primera. El único en el mundo.

El aumento en la velocidad de Pistorius en los últimos 100 metros es simple de apreciar hasta para el ojo más inexperto. Pero aún así, ningún estudio ha demostrado contundentemente que las “Cheetah” le otorguen ventajas, por lo que la IAAF no tuvo otro camino que autorizarlo a correr en Degu 2011.

Hoy, el llamado “hombre sin piernas más rápido del mundo” tiene firmado sus pasajes a Londres 2012, a pesar de no haber logrado la marca mínima en un torneo internacional, tal como lo estipula su propio Comité Olímpico.

Mismo organismo que hizo la excepción sólo por él y lo integró al equipo de atletismo. El mismo organismo que el año pasado lo sacó de la final del relevo de 4×400 en el mundial, reemplazándolo por otro corredor sin mediar explicación.

Contradicciones difíciles de explicar, pero que no desvían la atención de la verdadera discusión surgida a raíz de este caso: ¿Si se puede correr más rápido con piernas de fibra de carbono, o de cualquier otro material, no debiera esto ser considerado doping? Y más todavía ¿a qué están dispuestos los deportistas si las prótesis otorgan ventaja, a amputaciones deliberadas de cualquier parte del cuerpo que se compruebe que estorba o que funciona mejor con reemplazos?

Los deportistas saben que algunas sustancias dopantes producen cáncer, infartos a cortísimo plazo, colapsos. Pero las consumen de todas formas. ¿Por qué debiéramos pensar que no están dispuestos a otras acciones que parecen una locura, pero que en teoría, no deberían siquiera representar un riesgo para la salud? Impedirle competir de igual a igual a un hombre que ha superado todas las barreras, parece sesgado, discriminatorio y un mensaje contradictorio para quienes día a día se esfuerzan por superar su discapacidad.

Teniendo menguas innegables, Oscar Pistorius se ha convertido en un extraordinario atleta, con marcas y logros impensados. Y sin embargo, el miedo a ser tildado de discriminador no puede ser la única razón para desestimar otros estudios que afirman que Pistorius, al ser el único en el mundo capaz de ir aumentando su velocidad a medida que avanza la carrera de 400, si obtiene ventajas de sus piernas.

Las opiniones están divididas, incluso dentro de los organismos encargados de visar su participación en Londres. Incluso entre algunos atletas, que ven en su participación un peligroso permiso. Pero por el momento, y sin más estudios o análisis de por medio que demuestren tal mejora, lo cierto es que a partir de los primeros días de agosto, Oscar Pistorius comenzará una nueva era en el olimpismo. Otro record para agregar a su vitrina y a la historia del deporte.