El estilista británico John Galliano sabrá el jueves, seis meses después de haber sido despedido por la casa Dior, si la justicia francesa decide castigarlo por los insultos antisemitas que habría pronunciado en dos ocasiones en un bar del parisino barrio del Marais.

La audiencia del jueves suscitará seguramente mucha menos expectativa que la de junio pasado pues esta vez el modisto nacido en Gibraltar decidió no asistir y escapar así de las cámaras y los curiosos.

El diseñador de 50 años podría ser condenado a una de pena de hasta seis meses de cárcel y 22.500 euros de multa (31.000 dólares).

El 22 de junio, ante el Tribunal Correccional de París, la ex estrella de la casa Dior, hijo de un plomero anglo-italiano y de una española, confesaba que padecía una “triple adicción” al alcohol, los somníferos y el valium.

“No recuerdo muy bien lo que pasó”, aseguró John Galliano que confesó a los jueces que en el momento de los hechos que se le imputan estaba “sobrecargado” de trabajo y que por ello se dedicó a beber y a consumir tranquilizantes.

Galliano fue objeto de dos demandas por insultos antisemitas y racistas.

Una de ellas fue presentada por una mujer que afirma que en el bar La Perle, situado en el barrio del Marais, Galliano la insultó el 8 de octubre de 2010 gritándole “fucking ugly jewish bitch” (puta y fea judía de mierda).

La otra demanda se refiere a un episodio ocurrido el 24 de febrero en el mismo bar, donde Galliano insultó a personas sentadas en una mesa contigua.

“Amo a Hitler (…) Gente como ustedes estarían muertos. Sus madres, sus padres serían unos putos gaseados”, les dice Galliano en un video grabado con un teléfono celular, difundido días después por el diario británico The Sun y proyectado ante el tribunal.

“Nunca han sido mis convicciones”, se defendió Galliano antes de disculparse por “la emoción provocada por este asunto”.

Para condenar a John Galliano, el Tribunal debe estar seguro de que hizo tales afirmaciones, una tarea complicada pues el sonido de la grabación no es muy claro. Dos mujeres que estaban en el bar ese día de febrero afirmaron que en ningún momento escucharon la palabra “judío”.

Sí en cambio lo escucharon dos testigos en el primer caso.

A raíz del escándalo provocado por estos episodios, la casa Dior despidió a Galliano el 1 de marzo pasado.

La fiscal, Anne de Fontette, pidió al menos 10.000 euros de multa. Admitió que Galliano “no es un teórico del racismo antijudío” pero refleja el “racismo y el antisemitismo cotidiano, el de los aparcamientos y los supermercados, lamentable y espantoso”.