El 2 de mayo se conmemora el Día Mundial Contra el Acoso Escolar, una situación que afecta a millones de estudiantes en todo el mundo y de manera progresiva a los alumnos chilenos.

Además de aquellos que lamentablemente han sido víctimas de bullying, el origen del problema se encuentra en los menores que se convierten en los protagonistas de la agresión, ya sea física, psicológica o virtual. Por ello, la psicóloga infanto juvenil de Centros Médicos Vidaintegra, Karen Cristi, explica cuáles son las señales que caracterizan estas conductas y entrega recomendaciones para frenarlas.

La Superintendencia de Educación entregó cifras preocupantes: entre 5to y 3ro básico se produce el 43% de las denuncias por maltrato ocurrido en la sala de clases y el 35,8% de estos ataques se registra dentro del aula. Además, los datos publicados revelaron que los hombres son víctimas del 60% del bullying físico, mientras que el 70% de las agresiones psicológicas afectan a las mujeres.

Según la psicóloga infanto juvenil de Centros Médicos Vidaintegra, Karen Cristi, las situaciones agresivas tienden a empezar desde los 8 años y manifestarse con mayor claridad a los 10 años, cuando los niños se dan cuenta del liderazgo que pueden ejercer y se empiezan a generar grupos, ya sea de forma positiva o negativa.

“La detección temprana y resolución oportuna del conflicto serán decisivas para la continuidad de un ambiente favorable para el aprendizaje y el desarrollo”, explica la especialista.

Características del agresor

Para reconocer si el menor se está transformado en el “agresor” del curso, es esencial observar primero su comportamiento en casa. “Distinguir si están manifestando un carácter agresivo, con alguna conducta impulsiva hacia sus hermanos o reflejando escasos sentimientos de culpabilidad e indiferencia frente al dolor ajeno”, afirma la psicóloga.

Los patrones de crianza en ocasiones avalan el maltrato, ya que los adultos inculcan que el éxito se debe lograr sin considerar si alguien resulta herido en el proceso. “Los padres en ocasiones y sin darse cuenta, prefieren un hijo que agreda, en vez de uno que no se sepa defender”, destaca la profesional. Algunos de los indicios de este comportamiento son:

– Familias donde los límites de comportamiento están poco definidos.

– Menores que imitan conductas o actitudes.

– Escaso reconocimiento de sus emociones.

– Falta de empatía.

– Percibe respeto de sus pares lo que lo lleva a mantener su conducta.

– Resuelve los conflictos de manera agresiva.

La familia y la comunidad escolar juegan un rol fundamental en la vida del niño que está adoptando conductas agresivas o de maltrato. “Debemos privilegiar el diálogo continuo, la comunicación abierta y directa, sin juicios, y prevenir o detener situaciones de hostigamiento”, especifica Karen Cristi.

También es importante enseñar desde pequeños la sana resolución de conflictos, favorecer la empatía, y brindar un ambiente familiar estable, ya que los hijos son el reflejo de las actitudes y conductas de los padres. “Además, un contexto positivo en la comunidad escolar, es primordial para una educación de calidad y para un sano crecimiento”, agrega Karen Cristi.

Las víctimas del bullying

En casos de maltratos entre alumnos también existen los observadores, aquellos niños que se trasforman en participantes pasivos de agresiones ya sean física, psicológica o virtual, ya que temen convertirse en las víctimas. Como explica la psicóloga, los menores que sufren de bullying tienen las siguientes características:

– Familias que tienden a la sobre protección y a veces a infantilizar sus conductas, dando poco espacio a la comunicación.

– Menores con baja socialización.

– No reaccionan ante la agresión por vergüenza o porque lo perciben como una situación más, es decir se conforman y no ven la vulneración de sus derechos.