En la actualidad, los teléfonos inteligentes y otros dispositivos similares se han instalado de manera permanente en la vida diaria de la mayoría de las personas… incluyendo los niños.

Son estos últimos quienes preocupan a los expertos, por los efectos negativos que el uso excesivo de tecnología ya estaría teniendo en el desarrollo de muchos menores de edad.

¿Cuáles son esos efectos? Carolina Pérez Stephens, educadora de párvulos de la Universidad Católica y máster en Educación de la Universidad de Harvard, indica -en entrevista con la revista Sonríe Mamá y Familia– que aún no se conocen con exactitud, pero que cada vez salen más a la luz.

Las principales consecuencias serían dificultad para concentrarse, problemas de aprendizaje y menor empatía, entre otros.

“Las investigaciones de neurociencias hablan de que las pantallas interactivas —ya sean teléfonos, tablets y juegos de video— producen una cantidad anormal de dopamina en el cerebro, lo que trae como consecuencia ‘cortocircuitos’ en los niños. Derivado de esto se produce falta de atención, agresión, cambios bruscos de humor, cambios en la presión sanguínea y en el nivel de azúcar en la sangre. También se produce desmielinización de las neuronas, por lo que el nivel de aprendizaje de los niños será muy bajo en un futuro próximo.”

“Cabe destacar que la sobredosis de dopamina también produce daños en la ínsula, zona del cerebro que tiene relación con la empatía y la compasión“, añade.

En ese sentido, una de las prácticas que más preocupa a la experta es que los niños lleven celulares al colegio, algo que considera innecesario.

“La clásica excusa que dan los papás para entregar celulares y que los lleven al colegio es ‘para que los puedan ubicar’. Pero, ¿acaso el colegio no tiene secretaria y teléfono en caso de emergencia? ¿Dónde quedó el ponerse de acuerdo de antemano y cumplir lo que uno dice? Nos juntamos en tal lugar y a tal hora”, recalca.

Y acota que “los estudios han demostrado que el nivel de concentración disminuye demasiado cuando el alumno tiene su celular cerca, ya que está constantemente chequeando si su foto tuvo un like en Instagram. Los niños no necesitan celular en el colegio“.

Pixabay (cc0)
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Ayuno total de pantallas

La experta relata que hay algunos profesionales que se han especializado en realizar tratamiento a niños que se han vuelto ‘adictos’ a los dispositivos inteligentes.

Entre ellos destaca la psiquiatra estadounidense Victoria L. Dunckley, quien “ha visto que muchos síntomas de otras enfermedades se parecen mucho a lo que ella llama ESS (Electronic Screen Sindrome o Síndrome de Pantallas Electrónicas)“, narra Pérez.

Se trata de “niños que han sido diagnosticados como bipolares (por críticos cambios de humor), con déficit atencional (por ser incapaces de poner atención en clases) y con tics nerviosos (de cara y cuerpo) llegan a su consulta porque los papás ya no quieren seguir medicándolos”.

Para superar esos casos de ‘adicción’, Dunckley les recomienda a los padres impedir que sus hijos usen celulares, consolas de videojuego y objetos tecnológicos similares durante 4 semanas.

“Durante la primera semana los niños reaccionan pésimo, gritan, algunos golpean cosas, incluso a sus padres, lloran, amenazan con irse de la casa o incluso con suicidarse. Este periodo es tremendamente doloroso para los padres, pero tienen que mantenerse firmes. Deben sacarlos de paseo, distraerlos con otras actividades y para esto la doctora los ayuda con distintos planes de acción”, expresa.

Sobre ello, agrega que “dependiendo de la edad del paciente, luego de 1 a 3 semanas, sus cerebros se ‘resetean’ y vuelven a la normalidad: los tics desaparecen, la agresión da paso a la alegría, la atención regresa, los niños se animan a leer y los padres vuelven a respirar. Es decir, todos sus síntomas no eran producto de una enfermedad de base. Eran sus cerebros que habían hecho distintos cortocircuitos”.

Por otra parte, Carolina explica que la edad tope para impedir consecuencias a largo plazo son los 12 años, cuando comienza la adolescencia.

“A partir de los 12 años uno como padre empieza a cosechar lo que sembró en la infancia de los hijos. Pero si ese niño creció mirando una pantalla, sin duda tendrá pocas destrezas personales (…) ¿Qué resulta de todo esto? Es cosa de ver los diarios: malos resultados en comprensión lectora, bullying, universidades creando cursos para enseñar a sus alumnos a tolerar la frustración y a ser feliz. ¡Eso se enseña desde guagua! Pero hay que enseñar, no pasar el teléfono”, destaca.

Y concluye que “si usted miró a su hijo a los ojos, tuvo buenas conversaciones, salió de paseo, trepó cerros, rió y lloró con él, su adolescencia será más normal”.

Si quieres ver la entrevista completa a Carolina Pérez Stephens, te invitamos a ingresar aquí.