La británica Nina Ambrose, de 49, quedó devastada cuando se enteró de las restricciones por la pandemia de covid-19. No podría ver indefinidamente a su padre de 77 años que sufre Alzheimer, para evitar que se contagie del nuevo coronavirus. Decidida a no apartarse de su lugar, consiguió trabajo en el hogar de ancianos donde se hospeda, un gesto que le ha dado reconocimiento internacional a su historia.

La noticia viene de parte del portal de Inglaterra Daily Mail. La hija de Roger, como es identificado el abuelo, solía trabajar en cultura y comunicaciones para la empresa Benefit, mientras ayudaba a su padre con la enfermedad.

El Alzheimer, según el sitio especializado Medline Plus, es una de las formas más comunes de demencia entre las personas mayores, y se caracteriza por “afectar las partes del cerebro que controlan el pensamiento, la memoria y el lenguaje”.

Roger, que fue diagnosticado hace 12 años, debió mudarse a la residencia de ancianos ubicada en Chelmsford, Essex, en enero pasado, cuando la pandemia recién había comenzado. La hija pasó de visitarlo todas las semanas, a no verlo en más de un mes debido a las limitaciones del gobierno británico.

Por esa razón, postuló como voluntaria al recinto tras ser despedida de su empleo, con lo que puede verlo en sus tres turnos semanales. “Es encantador y gratificante de hacer, me da una rutina y he podido conocer a los residentes y al personal en un momento que ha sido muy aislado para muchos”, dice la mujer en conversación con el medio.

Su padre ha vivido un drástico deterioro con la enfermedad en los últimos seis meses. “Ha sido muy difícil”, advirtió Nina. “Papá y yo siempre hemos sido muy unidos”, añade. Su trabajo en el lugar consiste en organizar actividades para los ancianos que viven encerrados.

Entre ellas, algo que sabe hacer bien: cantar. “Hace que los residentes estén tan contentos, cuando entro, comienzan a aplaudir y a decir ‘canta, canta’, y recuerdan todas las canciones antiguas”, cuenta, agregando que la música tiene un gran impacto en personas con Alzheimer.

“Me gustaría difundir esa alegría lo más que pueda trabajando todos los días de la semana en cinco residencias de ancianos diferentes”, bromea.

El 6 de octubre pasado, Roger cumplió los 77 años y, según quedó registrado en la cuenta de Instagram de Nina, lo celebraron con torta y gorritos de fiesta.

“Estoy haciendo todo lo posible para resaltar que la enfermedad de Alzheimer puede tener sus altibajos y que existen muchos productos que pueden mantener a sus seres queridos viviendo en casa de manera segura e independiente durante muuuucho tiempo”, escribió junto a una fotografía.

En Chile existen cerca de 200 mil personas afectadas por el Alzheimer y se espera que la cifra, conforme sube la edad de la población nacional, se triplique para 2050.

El terapeuta ocupacional Andrés López, profesor asistente de la Universidad San Sebastián, estima que, además, “el familiar/cuidador es el ‘segundo paciente’ el cual también debe manifestar sus complicaciones o necesidades para evitar estrés y sobrecarga asociado al rol de cuidador; relacionado a altos niveles de depresión y ansiedad”.

El tratamiento es abordado con las líneas farmacológicas y no farmacológicas. López explica que “en las intervenciones no farmacológicas son abordadas tanto la persona con demencia, su cuidador/familiar y el ambiente/entorno principal. Estos tres componentes son importantes si queremos impactar en la salud y calidad de vida de la persona con demencia, su familia y cuidador principal”.

El experto señala que dentro de los roles de la persona que cuida, éste debe “estimular física, mental y socialmente a la persona con demencia por el mayor tiempo posible, establecer una rutina diaria y entregar la asistencia necesaria (desde solo supervisar, guiar o asistir físicamente) favoreciendo el mayor grado de independencia en las actividades de la vida diaria de la persona con demencia, según etapa de la enfermedad”.