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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

Diciembre es un mes de celebración para muchos, pero también puede desencadenar sentimientos de irritación y rechazo, conocido como el "Síndrome del Grinch". El cierre del año laboral y académico, las exigencias económicas y la presión social pueden intensificar este malestar, especialmente en hombres mayores. Se enfatiza en moderar expectativas y replantear el sentido de la Navidad, priorizando los vínculos comunitarios y la inclusión de lo doloroso.

Diciembre es un mes de celebración, encuentro y alegría, pero también puede convertirse en un periodo de tensión, marcado por el cierre laboral y académico, mayores exigencias económicas y la presión social por mostrarse feliz, lo que puede desencadenar sentimientos de irritación y rechazo, conocido como “Síndrome del Grinch”.

Aunque diciembre suele asociarse a celebración, unión familiar y alegría, para un número creciente de personas estas fechas producen irritación, incomodidad o rechazo.

Este fenómeno, conocido popularmente como el “Síndrome del Grinch”, se intensifica durante las semanas previas a Navidad y puede afectar tanto la salud emocional como las relaciones personales.

“El Síndrome del Grinch”

Rubén Morgado, académico de la Facultad de Psicología de la Universidad UNIACC, aseguró que “hasta cierto punto todos tenemos algo de Grinch”.

“Todos de alguna manera hemos experimentado un rechazo a las festividades en algún momento. Como bien lo presenta el personaje, se debe a factores múltiples, a historias. Para algunas personas será alegre, pero para otras no”, explicó el experto.

Agregó que este personaje es más que un símbolo: “Puede servir de metáfora para entender un malestar real y profundo frente a factores interseccionales: sociales, de género y de edad bastante profundos”.

Según el especialista, en el caso del Cono Sur, diciembre coincide con el cierre del año escolar y laboral, evaluaciones de desempeño, exigencias económicas y reuniones familiares que no siempre resultan sencillas.

En ese contexto, el llamado es a moderar expectativas. “Lo primero es salir de la ilusión de la perfección, porque por el hecho de vivir en cualquier cultura vamos a tener una cuota de malestar”, comentó.

Para Morgado, la incomodidad navideña no puede reducirse a un asunto individual. “Chile es una sociedad que tiene como imperativo el de la felicidad; y, donde la felicidad está asociada al consumo. Puede ser —en caso de no tener las condiciones materiales para satisfacerlo— un factor estresante y patógeno”, explicó.

Impacta más a hombres

El impacto es mayor en los hombres —muchas veces centrados en la lógica de producir— y particularmente cuando son mayores, donde la represión de emociones como la tristeza o la incapacidad es todavía más marcada”, añadió.

Frente a este escenario, el docente planteó que el camino no es oponerse a la Navidad, sino replantear su sentido.

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“Tal vez no es luchar contra la celebración en sí misma, sino preguntarse: ¿qué estamos celebrando? En lo concreto, la auténtica celebración no está en seguir un guion social, sino en reencontrar el sentido, incluir lo doloroso y fortalecer los vínculos comunitarios. Tal vez una cena sin complicación con regalos simples puede ser más interesante que una opulenta cena con todos peleados”, aconsejó el experto.

Para el académico, uno de los factores menos visibles, pero más determinantes del malestar que muchas personas sienten en las fiestas de fin de año tiene que ver con la calidad de los vínculos que las rodean.

El Grinch
El Grinch

“Cuando no existe un lazo social fuerte, emergen con mayor intensidad los elementos traumáticos o dolorosos, y eso genera malestar. En cambio, cuando existe una comunidad capaz de acoger, de ‘hospedar’ emocionalmente y de ofrecer un espacio para transitar aquello que duele, eso puede convertirse en un verdadero alivio”, afirmó.

La importancia de la observación

El psicólogo enfatizó la importancia de observar a quienes podrían estar más vulnerables en este período.

“Poner atención a los viejos, que tal vez no están ya en lo más alto de la performatividad, tomarse el tiempo con ellos”, indicó. También llamó a no olvidar a quienes pasarán las fiestas solos: “Al menos preguntarse si la persona está sola porque quiere o no puede hacer otra cosa”.

Finalmente, recordó que diciembre no solo trae celebraciones: “En Navidad, también se terminan relaciones, hay despidos, te dan diagnósticos nefastos, y si la celebración no puede acoger esas fragilidades, cabe la posibilidad de que quienes están heridos se comporten como el Grinch”.