La figura del general Augusto Pinochet continúa desatando todo tipo de pasiones entre los chilenos, especialmente durante cada aniversario del 11 de septiembre de 1973, fecha en la que lideró un golpe de estado que derrocó al presidente Salvador Allende.

Dotado de un carácter fuerte, el dictador se convirtió en uno de los personajes más trascendentales de la vida política de Chile del siglo XX, tanto para sus partidarios como también para sus detractores.

Es así como diversas publicaciones se han adentrado en la figura de Pinochet, buscando las claves para comprender la personalidad de quien estuvo a cargo de Chile desde 1973 hasta 1990.

El diagnóstico psiquiátrico del militar aparece en el libro “Páginas en Blanco”, en el que seis autores cuentan lo que ocurrió en el Palacio de la Moneda el día en que se llevó a cabo el golpe de estado.

“Si alguien escucha en detalle esas grabaciones y los discursos de Pinochet, se dará cuenta que durante 17 años este país fue regido por un hombre vulgar y criminal al que yo califico incluso con debilidad mental superior”, sostuvo la psiquiatra Paz Rojas, según recoge El País.

Augusto Pinochet en 1974 (CC) Wikimedia Commons
Augusto Pinochet en 1974 (CC) Wikimedia Commons

La doctora explica en el libro que, de acuerdo a la psiquiatría clásica, un “débil mental superior” es una persona sin razonamiento elevado ni asociación de ideas adecuadas, “con problemas para expresarse, reiterativo y con rasgos de agresividad”.

“No es un estudio exclusivo psiquiátrico de Pinochet, es un análisis del contenido del discurso de Pinochet, que demuestra sus rasgos de personalidad, sus miedos, sus temores y su extrema crueldad”, complementó Rojas.

Nacido un 25 de noviembre de 1915 en Valparaíso, fue el primero de los seis hijos del matrimonio conformado por Augusto Alejandro Pinochet Vera y Avelina Ugarte Martínez.

“El Tito (Augusto) siempre fue el regalón de mi madre”, le contó hace un tiempo a BBC Mundo Teresa Pinochet, la menor de los seis hermanos.

“Iba todos los días, cuando era presidente, antes de ir al trabajo, a ver a mi madre. Le iba a hacer cariño y para que le diera la bendición”, agregó.

Luego de estudiar en el Instituto Rafael Ariztía de Quillota y en el Colegio de los Sagrados Corazones de Valparaíso, ingresó -después de dos intentos- a la Escuela Militar del Libertador Bernardo O’Higgins en Santiago, en 1933. Tenía 17 años.

Veinte años después ingresó en la Academia de Guerra, institución encargada de formar a los Oficiales de Estado Mayor del Ejército, en dónde impartió clases.

“Pinochet fue producto de las oportunidades, más que de las convicciones”, aseveró en 2013 a la agencia EFE el periodista Juan Cristobal Peña, autor de “La secreta vida literaria de Augusto Pinochet”.

“En algún momento de su carrera vio la posibilidad de hacer un camino en la Academia como una forma de sobreponerse a sus limitaciones intelectuales, limitaciones de un hombre que se sabía menospreciado por sus pares en términos intelectuales”, añadió.

Pinochet tenía una obsesión por aparentar ser un estudioso, especialmente en geografía, geopolítica y marxismo. Pero aunque antes de su llegada al poder en 1973 escribió diversos libros, Peña afirma que en su obra más famosa, “Geopolítica”, plagió a su mentor, el general Gregorio Rodríguez Tascón.

El autor de “La secreta vida literaria de Augusto Pinochet” indicó que en su afán por afianzar esta “construcción del personaje”, Pinochet decidió reeditar sus antiguos libros, además de crear una extensa biblioteca.

“Construyó una biblioteca de Babel, no se puso límites ni en el gasto, ni en la cantidad ni en los títulos. Es además una biblioteca a la que accede muy poca gente”, expresó.

“Pinochet y sus tres generales”

Uno de los registros audiovisuales más interesantes corresponde al documental “Pinochet y sus tres generales”, grabado en 1976 por el director español José María Berzosa, quien viajó hasta Santiago para filmar una serie para la televisión francesa sobre lo que ocurría en Chile a tres años del Golpe.

El material ofrece una visión más íntima de los integrantes de la Junta Militar: Gustavo Leigh, José Toribio Merino, César Mendoza y el propio Augusto Pinochet.

A lo largo de la entrevista con el director del documental, el Presidente de la Junta Militar habla de diversos aspectos de su vida personal, como sus pasatiempos, su familia e intereses, entre otros.

“Pinochet generalmente mira a la cámara, pero lo hace de reojo, particularmente cuando se refiere a su carrera militar. Denota inseguridad, pues titubea, reitera elementos léxicos como ‘he’, la utiliza constantemente como muletilla”, señaló en conversación con BioBioChile Steffanie Kloss Medina, profesora de Español y Magíster en Lingüística, quien analizó el material.

La experta indicó que si bien su lenguaje da cuenta de un léxico restringido, su discurso denota estudio de lo que tiene que decir.

“Por ejemplo, él quiere mostrarse a sí mismo como alguien que sabe, conoce y que, por ende, puede opinar del tema. En ese sentido es bastante autorreferente y señala que ha escrito libros de varias disciplinas con la finalidad de adoctrinar a sus estudiantes, afirma que sabe de inteligencia, de geografía militar y que tiene textos en todos esos ámbitos”, sostuvo.

Sin embargo, la académica añade que su rostro denota inseguridad, “lo que da indicio de la falsedad en sus enunciados, pues su discurso da cuenta de que efectivamente no maneja las disciplinas que afirma conocer”.

Además, Kloss sostiene que su rostro entrega algunos datos sobre su personalidad, “pues le cuesta mirar a la cámara, siempre frunce el ceño y su mirada es fija o distante”.

Por su parte, en su discurso de entrega del poder, correspondiente al 10 marzo 1990, la profesora Steffanie Kloss destaca el volumen, el tono de voz y algunas repeticiones.

En ese sentido, dice, resulta interesante analizar las variantes entonacionales del discurso de Pinochet, “ya que cuando afirma algunos datos, el tono es plano y pareciera que su discurso es memorístico (cuando comenta su trayectoria militar, primero académica y luego su ejercicio profesional), pero cuando quiere expresar su supremacía y se da cuenta de que no es tan convincente, empieza a elevar cada vez más su tono de voz”.

“Incluso llega al grito para dar más énfasis a su discurso. Ese incremento sustantivo en el tono de voz lo acompaña con el movimiento exacerbado de sus manos, para finalizar con el ¡Viva Chile!”, añade.

Pero a pesar del fuerte carácter que imponía Pinochet, una duda que surge es si efectivamente transmitía seguridad en sus palabras. Al respecto, la académica plantea que efectivamente es un hombre que en el ámbito público trata de mostrarse seguro, inquebrantable.

“Primero, por la dureza de su discurso. Por ejemplo, cuando es consultado por su relación con la Democracia Cristiana, él sostiene que ‘el gobierno militar no va a entregar el poder a la DC, a la dictadura del proletariado’. Este último punto es interesante, porque él jamás utiliza estos términos para mencionar su gobierno, ya que la dictadura la releva al ámbito marxista, comunista y leninista”, enfatiza.

“Para él, lo importante es el equilibrio, que exista un régimen autoritario, una democracia autoritaria, en el que tres ámbitos confluyen: individuo, estado y colectividad, pero siempre cuidando este último punto, porque desde allí se avanza a la dictadura del proletariado. Además, según Pinochet ‘es necesario el gobierno autoritario, sólido, que impida la penetración marxista. Eso no es dictadura’”, asevera.

Augusto Pinochet (CC) Wikimedia Commons
Augusto Pinochet (CC) Wikimedia Commons

En su discurso del 10 de marzo de 1990, Pinochet señala que “hemos llegado a un momento histórico”. Es decir, ahonda Kloss, siempre se involucra en el discurso a través de la primera persona, pues se hace cargo de sus dichos y siempre quiere formar parte del proceso.

“Cuando se refiere al gobierno, señala que ‘el gobierno que (yo) presido hará entrega del poder político a las autoridades elegidas democráticamente por todos y cada uno de mis compatriotas’. Otro rasgo interesante de su discurso, es que su estado denota satisfacción, y como él plantea legítimo orgullo ‘por la oportunidad de dirigir al país cuando los intereses más sagrados de la Patria lo necesitaron’”, comentó.

Cuando llega ese punto final de su discurso, termina gritando, frunce el ceño y señala que “el bien del país está sobre los intereses partidistas”.

Finalmente, Steffanie explica que el lenguaje de Pinochet está cargado de “nacionalismo, arraigo cultural y omisiones”.

“En su discurso (de 1990) hablaba de muerte, pero de forma muy imprecisa, nunca tenía certeza de los números, utilizaba ejemplos sencillos, de la milicia, que llegaban a ser burdos en algunos momentos. Intentaba ser técnico, pero con un lenguaje prestado, poco fluido”, sostiene.

“El lenguaje poco fluido, lo contrarresta a partir de aditamentos, es así como se vislumbra a Pinochet con capas y lentes oscuros para adornarse de autoridad”, menciona.