Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.
Emily Willis, conocida estrella del cine para adultos, comenzó su vida en Argentina como Litzy Lara Buñuelos, pero un encuentro en Tinder la llevó a la industria pornográfica con la empresa GirlsDoPorn, envuelta en escándalos de tráfico sexual. A pesar de su ascenso en la fama, desarrolló una adicción a la ketamina, que la llevó a un centro de rehabilitación donde sufrió un paro cardíaco. Esto resultó en un daño cerebral irreparable, dejándola con el síndrome de enclaustramiento, una condición que le impide moverse o hablar.
La vida de Emily Willis no comenzó de forma común para quien sería conocida como una estrella mundial del cine para adultos.
Quizá porque en un principio no era Emily, sino Litzy Lara Buñuelos, una joven nacida en Argentina en 1999. Luego de que sus padres se separaran su madre volvió a casarse cuando ella tenía 7 años de edad, esta vez con un ciudadano estadounidense que, siendo parte de la Iglesia de Los Santos de los Últimos Días, decidió llevarlas a ambas a vivir a la pequeña localidad rural de St. George, en Utah.
“Allí salíamos a cazar y pescar con mi papá. Me gradué de la escuela secundaria un año antes y después me trasladé a San Diego (California), donde empecé a hacer ventas puerta a puerta”, relata en una entrevista a un sitio especializado.
Las cosas tomaron un giro inesperado cuando, a través de la aplicación de citas Tinder, conoció a Ruben Andre Garcia, un actor pornográfico parte de la entonces naciente empresa GirlsDoPorn.
“Un día me dijo si quería participar de una porno con él. Entonces yo estaba tan fascinada con él que le dije ‘Sí, claro, hagámoslo’. Al principio me sentí muy incómoda con todo pero luego me enamoré de la industria. Tras dos escenas con él decidí que quería hacer más. Necesitaba esto en mi vida”, confidenció Lara.
Emily WillisAquello quizá sería sólo una anécdota si no fuera porque GirlsDoPorn es la misma firma que, en medio de un gran escándalo en 2020, fue obligada a cerrar bajo cargos de tráfico sexual por la fuerza, fraude y coerción.
La investigación judicial determinó que García junto a otros tres socios, publicaban avisos falsos solicitando chicas para modelaje. Estos los ponían en contacto con mujeres que les mentían sobre sus supuestas experiencias positivas con la empresa. Una vez que llegaban al lugar donde eran citadas, se las presionaba para hacer una escena pornográfica, asegurándoles que se venderían sólo a compradores privados y que se les pagaría entre 2.000 y 6.000 dólares, lo que finalmente no se cumplía, registra el sitio de tecnología Ars Technica.
El Departamento de Justicia de EEUU demostró que en muchas situaciones, las participantes eran obligadas a participar por la fuerza y que, al menos una de las jóvenes, fue violada.
Aunque García fue hallado culpable y sentenciado a 20 años de cárcel además del pago solidario de 13 millones de dólares en daños, Lara aseguró a las autoridades que aunque ella sabía que le habían mentido sobre la verdadera finalidad de los videos -ser distribuidos en sitios pornográficos a nivel mundial- no le importó porque se dio cuenta de que quería ser parte de la industria de todos modos.
Para entonces ya era Emily Willis, una joven de 19 años cuyos rasgos latinos y complexión menuda la catapultaron rápidamente a la fama en el sector, recibiendo numerosos premios de los productores e incluso convirtiéndose en una de las modelos destacadas por la revista Penthouse.
Emily Willys
Su trabajo y sed de reconocimiento acabaron por convertirse en una obsesión. Durante sus primeros 6 años de actividad protagonizó más de 700 películas para adultos -casi 10 películas al mes- e incluso comenzó a diversificar su carrera participando junto a Stephen Dorff y Bella Thorne en 2022 de la controversial película Divinity de Eddie Alcázar, y en 2023 del video musical del tema “Hive Mind” de la banda estadounidense Slipknot, que resultó nominado a un premio Grammy.
Pese a ello nunca se alejó de la pornografía. “Creo que mi vida sexual ya no me pertence”, aseguró, sobre la falta de vida en pareja a la que la forzaba su trabajo.
Era un primer indicio de la tragedia que la acechaba.
Atrapada en su propio cuerpo
Quizá como una forma de sobrellevar las exigencias físicas y emocionales de una industria muchas veces devastadora, Willis desarrolló una adicción a la ketamina, un anestésico para el tratamiento del dolor y la depresión, cuyo mal uso puede llevar a sufrir alucinaciones y pérdida de conciencia. De hecho, la estrella de la serie Friends, Matthew Perry, murió como consecuencia de una dosis del fármaco.
“La ketamina se ha usado como una droga para fiestas durante décadas. Se desarrolló poco después que su cercana, el PCP, se abandonara por su potencia y propiedades disociativas que tenía, además de la violencia y la agresión relacionada a ella. La ketamina es una droga muy, muy peligrosa. Cualquiera que se la automedique está en serio riesgo”, advierte el sitio web de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins.
Según la familia de Willis, la joven de entonces 25 años había comenzado a ingerir entre 5 y 6 gramos diarios de ketamina, la que se le había diagnosticado previamente para lidiar con un cuadro de depresión, ansiedad y estrés post traumático. Sin embargo el consumo indiscriminado la llevó a desarrollar una serie de efectos secundarios, que iban desde inflamación de la vejiga hasta terrores nocturnos.
El 27 de enero de 2024, decidió internarse en uno de los lujosos centros de rehabilitación para adicciones Malibu Treatment Centers, en California. La actriz pesaba apenas 45 kilos, aunque el centro asegura que la balanza sólo marcó 36.
Malibu Treatment Center
Por desgracia, en vez de mejorar, Willis comenzó a deteriorarse aún más al estar internada. En un documento que se presentó en tribunales, su familia asegura que se le veía “desaseada, frágil y desorientada”, pudiendo caminar con dificultad por los pasillos del recinto.
“Apenas comía. No se duchaba ni se vestía y sufría de dolores, temblores, espasmos y debilidad”, añade el texto recogido por el diario Daily Star.
“Para entonces su compleja situación médica era evidente y resulta incomprensible que el centro no haya buscado tratamiento de urgencia para un paciente que además de sufrir un dolor increíble no era capaz de cuidarse por sí mismo. No existe excusa para su fallo en obtener cuidados médicos y psicológicos”, acusa la familia en una demanda por negligencia interpuesta en enero de este año contra el centro de rehabilitación.
Finalmente, el 4 de febrero de ese mismo año, una enfermera encontró a Willis inconsciente. Tras llamar a los paramédicos, estos descubrieron que la joven había sufrido un paro cardíaco, y estuvieron durante 30 a 40 minutos realizando maniobras de resucitación hasta que su corazón volvió a latir.
Pero ya era tarde. La falta de oxígeno le provocó un daño cerebral irreparable. Unas 26 horas después, su vida se había convertido en la peor pesadilla de cualquier persona al desarrollar lo que se conoce como lock-down syndrome (LiS) o síndrome de enclaustramiento.
Bajo esta condición, Willis está consciente pero es incapaz de moverse o hablar, pudiendo únicamente mover sus ojos y pestañear. Esto se debe a que la falta de oxígeno dañó el tronco del encéfalo, una de las partes más delicadas del cerebro pues controla funciones tan básicas como respirar, caminar, masticar, tener expresiones faciales o hablar. Menos de 1000 personas viven con este síndrome en los Estados Unidos.
“Si el equipo del centro médico hubiera seguido los protocolos para estas situaciones, Emily habría tenido la posibilidad de recuperar el control de su vida”, aseguran en su querella el abogado James Morris y la madre de la actriz, Yesenia Lara Cooper, según cita el diario británico Daily Mail.
Para Emily Willis, la posibilidad de recuperarse completamente es “remota”. “Una traqueotomía puede ayudar a la respiración y unos tubos a la alimentación, mientras que la terapia física puede ayudar a que recuperen algo del habla o movimiento”, asegura la Clínica Cleveland.
“Ningún paciente debería estar sujeto a ser dejado sufriendo un episodio de estas características sin el apropiado cuidado médico. Ignoraron su salud hasta que ya era muy tarde, y ahora su vida ha cambiado para siempre”, sentencia la querella.
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