Nick Reynolds, conocido por ser parte de la banda Alabama 3, es más que un músico. Su vida, marcada por la notoriedad de su padre, Bruce Reynolds, ha sido una montaña rusa de experiencias desde su infancia hasta la actualidad.
Cuando niño, la vida de Nick Reynolds parecía una película. Su familia tenía mucho dinero, por lo que se permitían una serie de lujos y viajes regularmente. Supuestamente, su padre se ganaba la vida con la venta de accesorios para cigarrillos. Sin embargo, la verdad resultó ser mucho más oscura.
“En ningún momento sentí que estuviera bajo ninguna amenaza. Me sentía muy seguro y muy querido. Esos, muy posiblemente, han sido los mejores y más felices años de mi vida”, contó Nick Reynolds a la BBC.
“Mi papá era muy seguro de sí mismo y mi mamá creía 100% en él. De no haber sido así, quizás yo habría detectado que algo no estaba del todo bien, porque los niños son bastante buenos en ese tipo de cosas”.
Cinco nombres en cinco años
Nick nació en Reino Unido y pasó sus primeros años en México, donde su familia disfrutaba de una vida de glamour. Sin embargo, detrás de esta fachada reluciente, se escondía un secreto que cambiaría su vida para siempre. Las palmeras, las piscinas extravagantes y las aventuras eran parte de su día a día, sin embargo, algo no cuadraba dentro de esa fachada brillante.
“Mi mamá siempre estaba muy elegante; tenía la ropa más fina y una enorme colección de pelucas, así que cada vez que salían, ella se veía distinta. Recuerdo que a menudo me dejaban con la empleada y se iban a Las Vegas. Les fascinaba Frank Sinatra”, contó Reynolds a BBC Mundo.
Y es que la infancia de Reynolds estuvo lejos de ser como la infancia normal de cualquier otro niño rico. Según relató, en cinco años, entre 1963 y 1968, tuvo cinco nombres diferentes. “Me daban un pasaporte nuevo, no me explicaban nada, solo me decían: ‘ahora este es tu nombre y mami y papi se llaman así’”.
“Parecía un juego. Pensaba que mi papá era un espía o algo así… a mí se me parecía mucho a James Bond. Y era divertido que tuviéramos un secreto”, contó.
Un cambio de planes
La llegada de “tío Jack”, un antiguo amigo de su padre, desencadenó una serie de eventos que llevaron a la familia de Nick a huir de México abruptamente. Lo que inicialmente parecía otra aventura, se convirtió en una huida precipitada hacia Canadá, Francia y finalmente de regreso a Inglaterra.
“Fue muy brusco. Mi papá me dijo:’Escoge tus juguetes favoritos. Solo podemos llevar lo que quepa en el carro. Nos vamos ya. Fue desgarrador, pero me lo vendió como otra gran aventura. (…) Mi padre estaba prácticamente escondido a plena vista justo antes de que mi mundo se derrumbara por completo”, recordó.
En la mañana del 9 de noviembre de 1968 la vida de los Reynolds cambió para siempre cuando tocaron a la puerta.
“Inmediatamente, entró un aluvión de policías que subieron corriendo a la habitación de mi mamá y mi papá. Oí un ruido afuera, fui a mi habitación a mirar por la ventana y vi mucha gente con cámaras. Mi papá vino a mi cuarto y me dijo que se había portado mal, que lo sentía mucho y que tenía que irse por un tiempo”, relató Nick.
La verdadera identidad de su padre
El mundo de Nick se desmoronó cuando descubrió que su padre no era un espía, sino que era el cerebro detrás del famoso robo del tren de Glasgow a Londres, conocido como el Gran Robo del Tren de 1963.
Resulta que la vida de lujos que tuvo Nick durante su infancia no era producto de la venta de tabaco o la supuesta vida de “espía secreto” de su padre. Si no más bien venía de los £2,5 millones robados (unos US$50 millones de dólares actuales) durante dicha operación, de la cual su padre era el cerebro.
Según consignó el medio británico, antes del Gran Robo del Tren también hubo otro muy notorio en un aeropuerto de Londres.
Nick ahora cuenta que a su papá le encantaba planificar estas operaciones. “Veía los robos como un director de cine, guionista y actor. Era toda una unidad de producción.
La vida después
A pesar del impacto devastador de descubrir la verdad sobre su padre, Nick encontró consuelo en su estrecha relación con él. A través de cartas y visitas a la cárcel, mantuvo viva esa conexión, aunque en secreto por un tiempo. A medida que crecía, Nick descubrió su propia pasión por la música, el arte y las máscaras mortuorias, un arte casi olvidado en el que se convirtió en un experto reconocido.
La revelación de la verdadera identidad de Bruce Reynolds, el padre de Nick, tuvo un impacto devastador en la vida de su madre. Después de años de vivir en una burbuja de lujo y aparente felicidad, la verdad sacudió su mundo hasta lo más profundo. Para ella, el colapso de la fachada de normalidad y seguridad significó el inicio de una lucha interna y emocional.
La condena inicial de Bruce fue de 25 años, pero finalmente cumplió diez antes de ser liberado.