Tommy el Terrible, un supremasista blanco, realizó una serie de crímenes que lo llevó ser el preso que pasó más tiempo aislado del contacto humano y el mundo. Una historia que parece de película, pero que realmente es proporcional a los delitos que cometió, según la justicia norteamericana.

La historia de Thomas Silverstein es casi de película, considerando que rompió el récord en Estados Unidos, siendo el preso que pasó más tiempo aislado en una cárcel.

A los 19 años pisó por primera vez una prisión y pronto llegó a cumplir tres cadenas perpetuas por los terribles crímenes que cometió.

Se trata de un supremacista blanco que apodaron “Tommy el Terrible”, para quien sus enfermedades fueron el único respiro en un encarcelamiento que muchas veces consideró duro, pero también un abuso por parte de quienes sostienen el poder.

Su relato sobre los años que vivió en un encierro absoluto, sin poder ver la luz del día con claridad, se transformaron en una lucha para evitar que otros pasaran por lo mismo, independiente de las acciones que realizaron, pero que no tuvo los resultados que esperaba.

Tommy el terrible en su paso por la cárcel
State of California (cc)

Los actos del preso más aislado del mundo

Thomas Silverstein, originario de la zona de Long Beach, en California, creció en un ambiente hostil. Su madre estuvo en la cárcel durante su adolescencia y cuando él era un niño no tuvo problemas en lanzar ladrillos a la ventana de un compañero de Tommy, cuando su padre los incitó a pelear.

Una mujer ruda o al menos así la describió él: “Ella aguantó su barro. Si alguien se acercaba a ti con un bate, lo tomabas y ambos se lanzaban hacia él”, consignó The New York Times.

A los 14 años, Tommy realizó su primero robo, un vehículo que lo llevó a pelear con un oficial de policía y le entregó un pase directo al reformatorio.

Sin embargo, salió en libertad y las cosas se pusieron peor. Comenzó a consumir heroína, lo que hizo que robara en reiteradas ocasiones para sustentar su consumo.

Tres robos a mano armada lo pusieron en la cárcel por primera vez, en 1971.

En la prisión de San Quentin de Californía es donde comenzó su odisea a ser el preso más aislado del mundo.

Los graves delitos que cometió en la cárcel

Tres robos no fue lo que llevó a que Thomas cumpliera tres cadenas perpetuas seguidas.

Según recoge Infobae, él recuperó su libertad, pero de inmediato organizó robos en bancos de California, por lo que entró directamente a la prisión federal de Kansas.

Aquí es donde cometió el primero de sus delitos más grave cuando asesinó en 1980 a Danny Atwell, su compañero de prisión, quien se negó a transportar heroína dentro del recinto.

El hombre que vivió en aislamiento por 36 años
Federal Bureau of Prisons

En ese momento es trasladado a la penitenciaría de Marion, Illinois, donde se encontró con Robert Chappele, miembro de la pandilla carcelaria DC Blacks, a quien asesinó junto a Clayton Fountain.

Pero no fue el único miembro, luego también terminaron con la vida de Raymond Smith, otro miembro de la pandilla que llegó a la cárcel en medio del juicio, por lo que pensaron que podía ser una amenaza y decidieron matarlo con 67 puñaladas.

Tres años más tarde, cometió su último gran delito, mato a Merle Clutts, uno de los guardias que lo escoltó al baño y llegó solo, por lo que pensó que iría a matarlo. Tres cadenas perpetuas le concedió la justicia norteamericana.

Por lo mismo, vivió desde 1983 en un régimen de aislamiento que solo tuvo un respiro en 1987, cuando salió para ser hospitalizado, la última vez que tuvo contacto con el mundo, para luego ser el preso aislado por 36 años hasta su muerte en 2019.

El aislamiento: un infierno en vida

ADX Florence es la cárcel de máxima seguridad ubicada en el desierto de Colorado y fue el hogar de Thomas Silverstein hasta que murió, a los 67 años por complicaciones cardiacas.

Aquí, Tommy el Terrible, fue trasladado en 2005, donde redujo al máximo su contacto con otras personas, sobre todo después de su último delito, cuando mató a Clutts estando en prisión.

Vivió en una pequeña celda de 80 pies cuadrados, que estaba en medio de varias prisiones, donde las luces permanecían encendidas durante las 24 horas del día y ni siquiera escuchaba a los otros prisioneros.

Sin embargo, antes estuvo 4 años en una prisión de Atlanta, aislado completamente del contacto humano, preso en un lugar asfixiante. Alguna vez lo describió de la siguiente forma, según informó Unilad.

“La celda era tan pequeña que podía permanecer en un lugar y tocar ambas paredes simultáneamente. El techo era tan bajo que podía alcanzar y tocar la lámpara caliente”, señaló añadiendo, “Mi cama ocupaba toda la longitud de la celda y no había ningún otro mueble… Las paredes eran de acero sólido y estaban pintadas completamente de blanco”.

Su crudo relato revela que durante su primer año no sabía como ocupar su tiempo, “no se me permitió tener visitas sociales, privilegios telefónicos ni material de lectura excepto una Biblia. No se me permitía tener televisión, radio o reproductor de cintas. No podía hablar con nadie y prácticamente no había nada en lo que centrar mi atención. No sólo estaba aislado, sino también desorientado”.

“Esto se vio agravado por el hecho de que no me permitían tener un reloj de pulsera. Además, las brillantes luces artificiales permanecían encendidas constantemente en la celda, lo que aumentaba mi desorientación y me dificultaba conciliar el sueño”, relató.

Uno de los dibujos de Thomas
Uno de los dibujos de Thomas

Una perturbadora vivencia

Thomas indicó que no tuvo un reloj que le pudiera ayudar a entender cuándo era de día o de noche, lo que agravó su desorientación con las luces artificiales que zumbaban y bajo las que vivía.

Por más que intentó entender el paso de los días en base a las bandejas de comida que recibía, su desorientación fue tal que no logró llevar los días porque pensaba que podían pasar días sin llevarle comida, aunque fueran solo unas horas.

“Estaba tan desorientado en Atlanta que me sentí como si estuviera en un episodio de La Dimensión Desconocida. Ahora sé que estuve alojado allí durante unos cuatro años, pero habría creído que fue una década si eso es lo que me dijeron. Parecía eterno, interminable e inconmensurable…”, indicó.

Su descripción de los momentos de aislamiento son tan perturbadores que mencionó que incluso no sabía si cuando escuchaba a lo lejos guardias hablar eran alucinaciones o que estaba perdiendo el control, llegando a vivir en una pesadilla constante de no saber si estaba soñando o viviendo en la realidad.

Para cuando estaba en Colorado ya se le permitía una hora de recreación, lo que aprovechó para hacer deporte, además de vivir con un televisor en blanco y negro, su único nexo con la realidad, y acceder a llamadas telefónicas restringidas.

Ser un preso aislado lo cambió

Thomas creía que el aislamiento lo cambió y así lo manifestó cuando se disculpó en 2011 con la familia del guardia que mató, mientras pedía su liberación del régimen de aislamiento.

Argumentó que fue un prisionero modelo desde 1983, cuando se le negó por primera vez el contacto humano.

NYTimes destaca que en 2007 se transformó en un defensor de los derechos de los presos aislados.

“Aunque no podamos ejecutar personas en masa, como lo hacen en otros países, nuestros líderes gubernamentales entierran a las personas vivas de por vida en tumbas de cemento”, declaró.

Continuó mencionando: “En realidad, es más humano ejecutar a alguien que torturarlo, año tras año tras año”.

Pese a que lo intentó, nunca pudo salir del confinamiento, porque sus acciones eran proporcionales a la segregación carcelaria que vivió y no constituían un castigo cruel o inusual, indicó el Tribunal de Apelaciones del Décimo Circuito en Denver.

Por lo mismo, murió viviendo en el aislamiento extremo, cuando enfermó y pudo salir nuevamente después de 36 años, aunque esta vez no volvió.