Un film que cuenta con la participación de Tahar Rahim y Jodie Foster muestra el calvario que vivió este hombre, que estuvo preso en la cárcel más famosa del mundo, Guantánamo.

Mohamedou Ould Slahi es el nombre de “El Mauritano”, un hombre que estuvo durante 14 años encerrado en Guantánamo, la cárcel militar que mantiene Estados Unidos en Cuba.

Durante esos 14 años, Mohamedou vivió un tenebroso viaje en la cárcel, acusado de trabajar para Al Qaeda y colaborar para que se realizara el atentado del 11 de septiembre en Estados Unidos. No obstante, la justicia estadounidense pasó por alto el juzgarlo y dar condena por el supuesto crimen que cometió.

Años después, con la ayuda de una abogada y su equipo legal logró demostrar su inocencia y salir de Guantánamo en 2016.

La historia de su paso por la prisión más famosa del mundo la plasmó en un libro llamado “Diario de Guantánamo”, una pieza única publicada en 2015 que cuenta con un relato hecho desde la misma prisión que tanta controversia ha causado a lo largo de los años y por un detenido, que tenía mucho por decir, incluso estando detrás de las rejas.

El libro que escribió “El Mauritano” se transformó en película y logró nominaciones a importantes premios de la industria cinematográfica, como los premios Golden Globes y contó con la participación de destacados actores como Jodie Foster, Tahar Rahim, hailene Woodley, Benedict Cumberbatch.

Mohamedou Ould Slahi, el Mauritano

Mohamedou nació en 1970 en Rosso, Mauritania, un país ubicado al noroeste de África y que limita con la frontera sur de Senegal. Creció en ese lugar, en medio una gran familia de 12 hermanos, donde él era el noveno. Eso, hasta que a los 13 años falleció su padre y se mudaron a Nouakchott, la capital de su país natal.

El hombre fue un estudiante excepcional, tanto que en 1988 obtuvo una beca para estudiar en Alemania, por lo que ingresó a la Universidad de de Duisburg, donde se graduó como ingeniero.

Con título en mano volvió a Mauritania y ahí se instaló casándose con una mujer, sin embargo en 1991 abandonó su país natal y viajó a Afganistán, donde recibió entrenamiento militar para luego ir a luchar por Al Qaeda contra el régimen comunista que controlaba Kabul, consignó The Guardian.

Aunque duró muy poco batallando, pues asegura que su relación con Al Qaeda terminó en 1992, permaneció en contacto con varios miembros de la organización y eso fue lo que lo terminó relacionando con los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos.

En Alemania conoció a dos de los secuestradores de los aviones que ese día se estrellaron en Estados Unidos y un tercero, Ramzi bin al-Shibh, que habría facilitado el atentado.

En noviembre de 2001 Estados Unidos lo arrestó en Mauritania porque pudo haber estado involucrado con el fallido atentado al aeropuerto de Los Angeles, lo que nunca se logró demostrar.

Sin embargo sus presuntos lazos con los terroristas, que se alimentaban por su paso por Alemania y Canadá, llevaron a que un lunes de agosto de 2002, mientras estaba en Mauritania, le detuvieran. Tras un paso por Jordania y Bagram llegó al que sería su destino por más de una década, Guantánamo, donde se convirtió en el interno número 706.

Tortura, declaraciones y un libro

Tras los barrotes de Guantánamo y mientras esperaba un juicio que se aplazaba, Mohamedou Ould Slahi decidió comenzar a escribir su historia. Desde 2005 plasmó en papel la “más completa y espeluznante recopilación de los abusos (vejaciones sexuales, privación de sueño y alimentación, posturas extremas en salas congeladas) que padeció en la prisión y que fueron confirmados en investigaciones oficiales”, indicó El País.

Se trata de “Diario de Guantánamo” un libro que fue publicado en 2015, cuando aún estaba en prisión y cuyo manuscrito tenía 2.500 palabras que fueron tachadas por el gobierno estadounidense, aludiendo a que comprometía su seguridad.

Aunque nunca fue procesado, su estadía fue extensa. “La celda -mejor dicho, la caja- se enfriaba hasta el punto de que yo temblaba la mayor parte del tiempo. Tenía prohibido ver la luz del día… Vivía literalmente aterrorizado”, señaló en declaciones recogidas por Esquire.

En su relato, consignó las torturas que recibió al interior de la cárcel, indicando que fue sometido a privación del sueño, amenazas de muerte, simulacros de fusilamiento, waterboarding (poner una tela en su rostro y lanzarle agua salada para que se ahogue), alimentación forzada durante el Ramadán -fecha sagrada para musulmanes donde deben estar en ayuno- y humillación sexual, entre otras torturas que eran un infierno en la Tierra.

“Si no lo admite, vamos a secuestrar a su madre, a violarla. Recuerdo haberles dicho: ‘Esto es injusto. Esto no es justo"”, relató Mohamedou Ould Slahi en medio de una de las torturas que recibió en la isla.

“El interrogador respondió: ‘No estoy buscando justicia. Estoy buscando evitar que los aviones golpeen edificios en mi país’ a lo que Mohamedou contestó ‘Necesitas atrapar a esas personas, no a mí"”, consignó The New York Times.

Las múltiples torturas que recibió lo llevaron a realizar confesiones falsas en un intento por poner fin al infierno que estaba viviendo indicando a sus interrogadores que la Torre CN en Toronto iba a ser atacada. Cuando se le preguntó si estaba diciendo la verdad, respondió: “No me importa mientras usted esté complacido. Entonces, si quieres comprar, yo vendo”, señaló en dichos recopilados por The Guardian.

En su relato, el “preso 760” destaca: “Si hubiera hecho aquello de lo que me acusaban, me habría liberado el primer día. Pero el problema es que no puedes admitir sin más algo que no has hecho; tienes que dar los detalles, cosa que no puedes hacer cuando no has hecho nada. No se trata simplemente de decir: ‘Sí, lo hice’. No, no funciona así: tienes que inventarte una historia completa que tenga sentido para los más tontos. Una de las cosas más difíciles de hacer es contar una historia falsa y mantenerla, y ahí es exactamente donde estaba atascado”.

Permaneció durante años sin enfrentar cargos hasta 2010 cuando un juez federal dictaminó su libertad, debido a que las pruebas contra él eran escasas y estaban contaminadas por la tortura que sufrió mientras las realizaba. Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos apeló y recién en 2016 pudo salir de la cárcel, sin haber sido acusado de ningún delito.

Un documental y una película

En su larga estadía en Guantánamo, Mohamedou se encontró con Steve Wood, uno de los guardias que estuvo a cargo de su encarcelamiento que finalmente, se convirtió en su amigo.

La amistad del prisionero y su guardia fue rescatada por The Guardian a través de un corto documental llamado “My Brother’s Keeper” donde cuentan la relación que entablaron. Según destaca Slahi, Wood “estuvo entre las primeras personas que no fueron enviadas para infligirme intencionalmente un dolor insoportable”.

Wood describe que cuando llegó a la prisión y lo conoció, él lo saludó como una persona normal, sin faltas de respeto o dejos de rencor debido a las múltiples torturas que recibió.

“Reímos con él, lo tratamos con respeto como tratamos a cualquiera persona normal. Fue el primer musulmán que conocí”, señala Wood indicando que a Slahi no lo dejaban rezar, pero en su turno sí lo dejaron, lo que cree fue un alivio para el prisionero.

A partir de esa acción ambos se hicieron amigos. Mohamedou indicó: “Trascendimos todos estos estereotipos, todo este odio. No hicimos eso después de la cárcel, lo hicimos en los momentos más oscuros. Hicimos eso cuando más importaba”.

Aunque no se vieron durante 13 años, la amistar perduró y Mohamedou Ould Slahi ya en libertad se contactó con él y ambos contaron su historia a través del documental que dirigió Laurence Topham.

La pieza, que incluso fue nominada a un premio Bafta, muestra el viaje que realizó Steve Wood a Nouakchott, la ciudad donde reside Slahi y sigue detalles de su reencuentro.

Pero este documental no es el único que destaca la historia de Slahi, sino que también hay una película estrenada este 2021 llamada “The Mauritanian” en honor al protagonista de la historia.

El film cuenta con la participación de Tahar Rahim como Slahi, Jodie Foster interpretando a Nancy Hollander, la abogada que logró sacarlo de la cárcel, Shailene Woodley en el papel de la asociada de Hollander, Teri Duncan y Benedict Cumberbatch como el Teniente Coronel Stuart Couch.

Dirigida por Kevin Macdonald sigue la historia judicial del prisionero 760 mostrando lo que tuvieron que pasar sus abogados, así como la defensa del gobierno para resolver la situación de Slahi. Su éxito se vio reflejado en dos nominaciones a los Golden Globes, una para Tahar Rahim como mejor actor y Jodie Foster, como Mejor Actriz de Reparto, llevándose la estatuilla que recibió en su hogar, mientras estaba confinada debido a la pandemia.

El film sigue la historia hasta que el prisionero queda libre, mostrando las imágenes de Slahi en libertad, quien aún vive en Mauritania, su país natal.