Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.
Tres personas fueron condenadas por un femicidio en Argentina que reveló una dinámica familiar retorcida. María Alejandra Abbondanza fue asesinada en 2022 en Campana. Agustín Chiminelli, el autor del crimen, junto a sus padres, Carlos y Liliana, intentaron encubrirlo. Tras una serie de abusos y encubrimientos, Agustín recibió prisión perpetua, mientras que sus padres fueron condenados a 18 y 17 años de cárcel.
Este viernes se dio el veredicto por un femicidio que estremeció a Argentina, pero que reveló más que un crimen, también una retorcida dinámica familiar que permitió al principal acusado cometer más de un crimen.
Se trata del caso de María Alejandra Abbondanza, de 38 años, quien fue asesinada en 2022 en Campana al norte de Buenos Aires.
En total son tres los condenados: Agustín Leonel Chiminelli (27), el principal acusado y autor del femicidio, además de Carlos Rubén Chiminelli (69) y Liliana Esther Sánchez (64), sus padres, quienes en conocimiento de lo que hizo su hijo, lo trataron de cubrir.
Con el correr de los antecedentes, da la impresión de que pensaban que algo así ocurriría en algún momento.
La desaparición de María Alejandra Abbondanza
Fue el 16 de septiembre de 2022, María Alejandra Abbondanza salió de su casa junto a su perro. Salió sin llaves, ni billetera, pero lamentablemente se dio cuenta muy tarde.
El Clarín
A las 17:30 horas, ingresó a la casa de Agustín Chinimelli, su vecino, quien vivía en el inmueble junto a sus padres. Parecía una familia normal, pero escondía oscuros secretos.
Por algún motivo, Agustín se enojó y la comenzó a agredir, consigna El Clarín. La comenzó a golpear, sin embargo, María Alejandra se intentó defender, al punto que incluso logró dejar a su atacante con algunas lesiones.
Carlos, padre de Agustín, llegó a las 18:23 horas y Liliana, la madre del agresor, lo hizo a las 19:20.
Según los registros de cámaras, el 17 de septiembre, Agustín salió de su casa con el perro de María Alejandra y una bolsa, publica La Nación.
Las policías, al ver el video, buscaron en la zona y en un terreno baldío encontraron el pretal, la correa y ropa de la víctima que Agustín llevaba en la bolsa.
En un tacho de basura cercano, hallaron una bolsa con una mancuerna, un buzo y una toalla, también vinculadas al crimen.
Un crimen que intentaron encubrir
La desaparición de María Alejandra era algo de público conocimiento, la única diferencia, es que solo tres personas sabían en el barrio qué fue lo que realmente ocurrió.
Y es que cuando los padres de Agustín llegaron a la casa, la mujer, madre de una niña, seguía con vida, herida de gravedad, pero viva. En ese momento se firmó un acuerdo tácito en este grupo familiar para intentar que no se supiera del crimen que cometió Agustín, por lo que realizaron diversas maniobras para encubrirlo.
Ya se sospechaba que la mujer estaba en una casa de la cuadra, gracias a las cámaras de seguridad del barrio. En las imágenes posteriores a la desaparición, en medio del operativo de búsqueda, se logra ver a Liliana parada en la vereda, mirando el procedimiento.
Incluso, intentó desviar la investigación para que su casa no fuera un objetivo, por lo que declaró que un garaje que estaba en su casa era del vecino. La idea es que esa casa fuera allanada antes que la de ella.
También declaró que el galpón donde ocurrió el crimen era alquilado, pero no, la verdad es que lo utilizaba su hijo.
Según se determinó en el juicio, el agresor no pudo mover solo el cadáver desde el primer piso por una escalera de 60 centímetros. Además, una vez que ya tenía el cuerpo de la víctima en una terraza, subió una parrilla para quemar el cuerpo y borrar los rastros del crimen.
La condena
Cuando finalmente se logró detener a Agustín Chiminelli, se le imputó el delito de “homicidio agravado por haber sido cometido por un hombre contra una mujer mediando violencia de género, desobediencia a la autoridad”, consigna el Clarín.
Pero no solo eso, también lo encontraron culpable de otros dos casos de abusos sexuales que cometió en su vivienda en contra de dos víctimas. Los jueces le dieron la pena máxima: presidio perpetuo.
Carlos Rubén Chiminelli fue condenado como coautor de encubrimiento agravado, abuso sexual con acceso carnal y agravado, por haber sido cometido por dos o más personas y por tenencia de arma de fuego de uso civil. Le dieron 18 años de cárcel.
A su esposa le imputaron los mismos delitos, menos el porte de arma. Le dieron 17 años. En los dos casos, Rubén y Liliana, comenzarán a cumplir la pena con arresto domiciliario total, al menos hasta el fallo en segunda instancia.
Facebook
Se trata de Anna Abbondanza, hermana de la víctima, quien relató que “el crimen no ocurrió en soledad. Esa noche, en esa casa, había adultos. Personas que escucharon, que vieron, que sabían. Personas que no hicieron nada. Que no llamaron a la Policía. Que no protegieron a Alejandra. Que negaron su humanidad. Que intentaron encubrir lo que pasó“, consigna El Clarín.
Anna también dijo a los jueces “yo les pido que miren más allá de las palabras. Que escuchen el grito que no pudo dar mi hermana. Que vean el vacío que dejó. Alejandra era madre. Era compañera. Era hermana. Era hija. Su hija hoy crece sin ella. Su pareja duerme con el dolor. Nuestra familia quedó rota. Y yo estoy acá, entera, pero herida, para pedirles que no nos dejen solos. Que no nos condenen al olvido”.
Otros abusos
Cuando se supo de la detención de Agustín por el delito de femicidio, dos mujeres que salieron con él lo denunciaron y sacaron a la luz graves hechos que no solo dan cuenta del comportamiento del femicida, también el de sus padres.
M. como se identificó a una de las víctimas, salió con el hombre en 2017. Según consta su declaración, “la familia parecía ser muy normal, pero que las actitudes violentas comenzaron” al tiempo después.
Según relató, Agustín la llevaba obligada a su casa y cerraba con llave la puerta de la habitación. Luego, la abusaba sexualmente. De hecho, comenzaba a romper cosas si no accedía a sus peticiones.
Si ella se negaba, él la perseguía hasta que la forzaba. Todo esto pasaba con los padres de Agustín en la casa, es decir, siempre supieron todo lo que hacía su hijo. Nunca la ayudaron, por el contrario, permitieron que Agustín siguiera cometiendo los abusos.
Una vez, tras violar a M., la víctima esperó a que se durmiera para escapar, pero al salir de la pieza, y cuál película de terror, se encontró con su madre, quien le pidió que no se fuera.
Logró salir, pero Agustín la persiguió y obligó a la joven a ingresar a la casa. Ya no fue el femicida quien cerró la puerta con llave para que no saliera, fue su madre.
C. es otra víctima. Relató que la relación estuvo marcada por la violencia, abusos sexuales y el encubrimiento de los padres de Agustín. En una oportunidad, relató en el juicio, Agustín rompió un celular en medio de una discusión, a lo que su padre le manifestó “que se deje de joder porque los vecinos estaban escuchando”.
Una semana antes de cometer el femicidio de María Alejandra, G., otra víctima, había pedido una orden de restricción. Relató que en una actitud retorcida de la madre, ella le pidió que siguiera con Agustín, pese a que era violentada.
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Existe la posibilidad de que los cargos sean desestimados al finalizar la investigación, por
lo cual NO se debe considerar al o los imputados como culpables hasta que la Justicia
dicte sentencia en su contra. (Artículo 04 del Código Procesal Penal)
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