Es alucinante, para los fanáticos de Disney, ver la historia de Hércules. Desde niño, el héroe en Grecia muestra una increíble fuerza, pero la mitología lleva el trasfondo. En la vida real, un infante cargó con los deseos de su padre, quien lo sometió a los más crueles entrenamientos para su edad.

En el año 2000, el mundo se mostraba asombrado de una diminuta figura emergiendo en la palestra pública.

Con tan solo 8 años, Richard Sandrak dejaba de ser un niño a la sombra de sus entrenamientos. Nació, con su actividad física y los resultados, el “Pequeño Hércules”.

Todo iba de maravilla. Eso aparentaba su fama del momento. Era capaz de hacer el denominado “press” de banca hasta 3 veces su propio peso. También, los cálculos de esa fecha le otorgaban un 1% de grasa corporal.

A los programas de TV que asistía, o para la pose ante los fotógrafos, Richard mostraba sus definidos pectorales. Se trataba de una constitución física que ya quisiera cualquier adulto que se ha propuesto a ser el mejor fisicoculturista o la envidia de sus similares.

No obstante, el culturista de fama mundial guardaba un secreto debajo de sus definiciones físicas. Había una historia de abusos y complacencia a sus padres. Sobre todo, a su progenitor, quien no vio otra mejor idea que extender su legado, a un niño que cargó con el peso -literal- de los sueños de gloria de otros.

Con tan solo 8 años, Richard Sandrak fue denominado como el "Pequeño Hércules".
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“Pequeño Hércules”: una historia de abusos físicos

La historia de Richard la han recogido medios británicos como Mirror. De esta, se desprende el hecho de que su padre era el principal promotor del prematuro fisicoculturismo del niño de 8 años.

Pavel Sandrak es identificado en el citado reporte periodístico, como un campeón mundial de artes marciales en Ucrania. De ahí, su insistencia y presión contra su hijo.

Las rutinas iniciaron de formas ligeras. Eran los inicios de un aparente ejercicio que uniría a padre e hijo en un pasatiempo. Al menos, eso creía.

Richard comenzó con instrucciones que fueron escalando a duras y, al poco tiempo, en severas.

El régimen le demandó 300 sentadillas y 600 flexiones y abdominales diarias. Entrenaba hasta siete horas cada jornada de su niñez. Esa información la han revelado, tanto el padre como el protagonista de este suceso.

Los duros entrenamientos a los que fue sometido el "Pequeño Hércules".
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Los testimonios de estrellas del culturismo mundial, dan cuenta de la intensidad con la que fue tratado Richard, a tan corta edad, ya que no asistía a la escuela. La educación la recibía en casa luego de los extenuantes entrenamientos.

El entrenador y promotor de acondicionamiento físico Frank Giardina y su esposa, Sherry, una ex Ms. Fitness America, recibieron al padre y madre del “Pequeño Hércules”. Ellos querían que su hijo saltara a la fama, a costa de lo que sea. Su cuerpo, en este caso.

Cuando la pareja de fisicoculturista recibieron la solicitud para ver al niño, no podían creer lo que parecía.

“Al principio pensé: ‘¿Es esto un enano? ¿O es una especie de fotografía engañosa?”, declaró un asombrado Giardina, debido a la condición muscular de Richard.

Durante un buen tiempo, el niño más fuerte del mundo, estuvo recorriendo shows para mostrarse al mundo. No era su voluntad, tanto así, que la decadencia de su padre lo llevó a retirarse abruptamente de esta vida.

El "Pequeño Hércules acaparaba las revistas mundiales de fisicoculturismo.
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“No me voy a quedar atrapado viviendo en el (pasado)”

Pavel, padre de Richard, lograba su cometido: instalar a su hijo en portadas de revistas y al ojo público, cuando en la vida privada, asestaba golpes a la estabilidad emocional y de forma literal a su esposa.

Cuando la fama ya envolvía al “Pequeño Hércules” (varios años después), su padre fue arrestado por abuso doméstico. Le propinó una paliza a la mamá del menor. La notoriedad de la familia hizo que el abuso fuera aún más visible, más allá del cuerpo.

Con su progenitor en prisión, Richard siguió con los entrenamientos, pero con otra intensidad. Su vida comenzó a cambiar gradualmente y, aunque se le veía musculoso con el paso de los años, ya no era el niño que impulsaban constantemente en el podio público.

21 años después, confirma los hechos, pero, distinto al peso que debió cargar para ser el orgullo de sus padres, el pasado parece serle liviano. Al menos así ha decidido proyectarlo.

“Estoy muy orgulloso de mi pasado. No es algo que no quiero que la gente sepa, es solo que no me voy a quedar atrapado viviendo en este”, lo cita, Mirror.

Los Sandrak parecían una familia sin problemas, pero el abuso doméstico llevó a prisión a Pavel
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Su presente está apostado en otros intereses, aficiones, trabajos y deseos.

Hablando de sus labores, ahora se desempeña como doble de Hollywood, capaz de arrojarse desde alturas de 15 metros y prendiéndose fuego, según los requerimientos del guión. Uno como el que le dictó su padre.

No obstante, tiene deseos definidos, como alguna vez lo estuvieron sus pectorales, de niño.

Quiere ser, a sus 29 años, “científico cuántico” o “tal vez específicamente tal vez incluso un ingeniero de la NASA”.

Tiene claro lo que desea ser, así como con lo que ya no desea cargar a estas alturas de su vida, cuando su historia vuelve a ponerlo en la palestra pública.

“No, no levanto pesas. En todo caso, se volvió aburrido”, aseguró el que alguna vez fue considerado como “El niño más fuerte del mundo”, pero el más vulnerado, debido los deseos de su padre.

Richard Sandrak no quiere levantar más pesas.
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