Aunque han pasado casi 75 años del final de la II Guerra Mundial, las impactantes historias que dejó aquella etapa de la historia siguen sorprendiendo.

Una de ellas es la protagonizada por Francisco Boix, un fotógrafo español que se atrevió a retratar el horror nazi en el campo de concentración de Mauthausen, lugar en el que permaneció detenido.

Hoy en día estas instantáneas forman parte de un material de incalculable valor histórico que grafican las condiciones y los tratos que recibieron los miles de prisioneros.

Boix nació el 31 de agosto de 1920 en Barcelona, España, y desde pequeño comenzó a interesarle la fotografía.

En su adolescencia ingresó a las Juventudes Socialistas Unificadas de Cataluña, y durante la Guerra Civil de España comenzó a trabajar como fotógrafo de la revista Juliol. Tras combatir en la Segunda República Española, en 1939 terminó exiliándose en Francia, país en el que tuvo participación en la Resistencia Francesa.

Francisco Boix
Francisco Boix

Sería en mayo de 1940 cuando terminó cayendo prisionero de los nazis, quienes invadían Francia. Su condición como prisionero de guerra le ayudó a aprender alemán, lo que a futuro le sería de gran utilidad.

Un año después fue trasladado al Campo de concentración de Mauthausen-Gusen en Austria, la que por aquel entonces estaba integrada al III Reich. Tal como recoge el periódico español ABC, en este lugar Boix se convirtió en uno de los más de 7.200 presos españoles que sufrieron las vejaciones por parte de las Schutzstaffel (SS).

Sus conocimientos en fotografía llamaron la atención de los nazis, quienes lo reclutaron para que formara parte del Erkennungsdienst, un grupo de prisioneros encargados de tomar las fotografías a los detenidos que llegaban al lugar.

Francisco Boix
Francisco Boix

Pero no sólo eso, ya que además se le encargó la labor de fotografiar a todas las personalidades alemanas que llegaban hasta el campo de concentración, así como también de dejar constancia de las muertes “no naturales” de los reos.

Fue así como comenzó a registrar los terribles días que se vivían al interior del campo, en donde nunca se pudo comprobar fehacientemente cuantas personas murieron. No obstante, se estima que entre 122 mil y 320 mil prisioneros perdieron la vida.

Todo comenzó a dar un giro en 1943, cuando la derrota de la Wehrmacht en Stalingrado (hoy llamada Volgogrado) ante el Ejército Rojo, y la inminente llegada de los aliados, hizo que los altos mandos ordenaran la destrucción de toda evidencia respecto a las atrocidades que en Mauthausen se cometieron.

Francisco Boix
Francisco Boix

Así lo explicó el propio Boix a los aliados una vez que estos llegaron al campo de concentración: “Cuando el ejército alemán fue derrotado en Stalingrado, llegó una orden del Departamento Político de Berlín para que se destruyesen todas las películas. Mi anterior jefe de las SS cumplió esa orden hasta que se cansó y me dieron la orden de continuar”.

Esto terminó convirtiéndose en un gran error para los planes nazis, ya que Boix comenzó a guardar todos los negativos que pudo. Con la ayuda de sus camaradas, así como también de los reos españoles, escondieron el material en todo tipo de lugares, como chimeneas o bajo los barracones.

Fue así como el catalán conservó más de 20.000 imágenes en las que se retrataba la barbarie a la que fueron sometidas las miles de personas ahí encerradas. Esta cifra corresponde a un tercio del total de los registros que se hicieron en el Erkennungsdienst.

Francisco Boix
Francisco Boix

Muchos de estos registros fueron presentados como evidencia para los juicios realizados en Núremberg y Dachau en contra de las autoridades nazis.

En ellas se podían ver desde cuerpos brutalmente tratados, hasta prisioneros famélicos que vivian en pésimas condiciones.