La historia, concretamente la Segunda Guerra Mundial, se encargó de unir por largos seis años a dos hombres con un evidente don de la palabra y oratoria convincente hacia sus partidarios. Ambos con cualidades y personalidades muy similares, pero ideologías diametralmente opuestas.

Winston Churchill y Adolf Hitler nunca se encontraron cara a cara en alguna reunión o conferencia, pero sus discursos y mensajes cruzados durante media década los llevaron a convertirse en los principales enemigos durante el conflicto más sangriento de la historia.

Corría mayo de 1940 cuando dos hechos clave ocurrieron en Europa. Por un lado Hitler comenzaba su invasión al oeste del continente, la que terminaría con la conquista de Bélgica, Holanda y Francia. Asimismo, Churchill asumía como Primer Ministro del Reino Unido, sucediendo a Neville Chamberlain.

Puede que la mera casualidad haya puesto a estos dos hombres en el foco de atención del mundo durante ese tiempo. En ese entonces el líder alemán buscaba que Inglaterra se declarara neutra dentro del conflicto, situación que el jefe de Estado en Londres no aceptó por ningún motivo.

Desde ese momento surgió, tal vez, una de las disputas de egos más intensas en lo que va de la historia, con descalificaciones mutuas, que pasaron más allá de lo diplomático o protocolar.

La tensión entre ambos llegó a tal punto que Hitler calificó a su homónimo como un “vividor”, mientras que Churchill lo trató de “tirano de la peor calaña”.

Churchill | Wikimedia Commons
Churchill | Wikimedia Commons

Una relación deteriorada con el tiempo

Winston Churchill relata en sus memorias que por la década de 1930 sentía curiosidad por conocer al hombre que se estaba encaminando firmemente para tomar el liderazgo de Alemania.

Por esos años, el presidente Paul von Hindenburg estaba bastante viejo y con una avanzada enfermedad, por lo que era inminente que Hitler ascendiera de Canciller a Presidente. El político inglés sentía deseos de hablar con él.

En sus escritos Churchill relata que llegó en septiembre de 1932 hasta Munich, en ese entonces quería conocer el lugar donde había combatido el Primer Duque de Marlborough, hacia el siglo XVI, debido a que estaba escribiendo su biografía.

Fue allí donde un joven llamado Ernst Hanfstaengl lo visitó en su hotel. En ese entonces este desconocido estaba encargado de asesorar a Hitler en temas comunicacionales, por lo que el inglés vio la oportunidad de concretar una reunión privada.

“En el hotel Regina se presentó herr Hanfstaengl, un joven alegre, locuaz, que habla muy buen inglés, y parece amigo de Hitler. Lo invité a cenar y le dije que quería reunirme con él. Él me respondió: ‘Es algo difícil de organizar, pero él viene aquí todos los días a las cinco de la tarde, y estará encantado de conocerlo”, escribió.

“Yo en ese momento no tenía prejuicios sobre Hitler, pero le pregunté, ¿Por qué su jefe es tan agresivo con los judíos? ¿Qué sentido tiene combatir a un hombre por su origen, por su cuna? No cabe duda que el joven le contó a su führer esta conversación, porque al otro día me dijo: ‘El encuentro es imposible. Él no vendrá al hotel esta tarde’. Y bueno, así fue como Hitler perdió su única oportunidad de reunirse conmigo”, agregó.

Hitler | Wikimedia Commons
Hitler | Wikimedia Commons

En sus memorias, Churchill sostuvo que pensó que los gritos nacionalistas de Hitler y su odio extremo hacia los judíos acabarían cuando fuera nombrado Canciller, pero no fue así.

El inglés habría quedado horrorizado con los crímenes que se cometieron durante la denominada Noche de los Cuchillos Largos de junio de 1934, la cual terminó con 219 muertos, todos ellos judíos.

Luego de conocer eso se dirigió a otros políticos en la Cámara de los Comunes de Londres: “Alemania está en manos de un criminal sin escrúpulos y una bomba de tiempo para la paz mundial. No podemos aceptar la supremacía del sistema nazi”.

No obstante, el primer ministro Chamberlain parece tener una postura más pasiva respecto a Hitler, por lo que incluso se abre a negociar una sesión de terrenos en Polonia (Danzig) para evitar una futura invasión alemana por Europa.

Sin embargo, según detalla el medio Infobae, Hitler sabe que para evitar una guerra con Reino Unido debe tener relaciones con Winston Churchill, asumiendo que en realidad es él quien asumirá como jefe de Estado en unos años más.

Es por eso que el propio líder alemán lo invitó a Berlín en dos ocasiones (1936 y 1937), pero Churchill no aceptó ninguna de ellas.

La terquedad del hombre hizo que Hitler se enfureciera y ordenara al embajador alemán en Londres, Joachim von Ribbentrop, que lo visitara en su oficina en Inglaterra.

Chamberlain dando la mano a Hitler | Wikimedia Commons
Chamberlain dando la mano a Hitler | Wikimedia Commons

En sus memorias Churchill recordó que Von Ribbentrop le informó que Alemania iba a expandirse, por lo que tenía que someter a países como Polonia, Checoslovaquia y Ucrania. El trato que le propuso fue la neutralidad de Inglaterra por la futura defensa de Alemania hacia la Commonwealth. El inglés no aceptó.

“Le dije que no permitiría que Alemania ocupara Europa central y oriental. Él me dijo: ‘La guerra es inevitable’. A lo que expresé: ‘Si de guerra se trata, le sugiero que no subestime a Inglaterra. Es un país curioso, con una mentalidad que pocos extranjeros comprenden. Cuando se enfrentan a un gran desafío son capaces de reaccionar de modo imprevisible. Si nos arrastran a una nueva guerra mundial, Inglaterra lanzará al mundo entero en su contra… ¡cómo la última vez!"”.

De acuerdo a Infobae, Hitler replicó al día siguiente: “Si el señor Churchill pasara más tiempo con los alemanes, notaría cuán demenciales y estúpidas son sus necias palabras. Quiere quitarnos nuestras armas para condenarnos una vez más a nuestra suerte, como en 1918 y 1919. En ese caso, mi única respuesta será: ¡pasó una vez, no volverá a pasar jamás!”.

Esfuerzos de acercamiento no concretados

En 1941 ya estaba declarada la guerra entre Alemania e Inglaterra, justo ese año ocurrió un hecho que hasta el día de hoy llama la atención: la detención de Rudolf Hess en Escocia.

Según se detalla en el documental Hitler contra Churchill, combate del águila y el león, se trató de una operación secreta iniciada por Hitler con su secretario personal (Hess). En concreto, este hombre voló hacia Reino Unido con un sobre para ofrecer un tratado de paz.

En ese tiempo, el líder alemán estaba deseoso de “congelar” sus planes de invasión hacia Inglaterra para concentrar sus tropas en el ataque hacia la URSS. Hitler no quería abrir otro frente sin haber cerrado el primero.

En definitiva el plan fue un fracaso, ya que Churchill no aceptó tener una reunión con Hess ni menos leer el acuerdo de paz que había sido enviado desde Alemania. El secretario del autodenominado Fürher sería detenido en Londres y pasaría el resto de sus días en la cárcel.

Aquella información enfureció aún más a Hitler, quien despreció por completo a Hess y vio incrementado su odio hacia Churchill, quien ganaba popularidad en Reino Unido.

Rudolf Hess | Wikimedia Commons
Rudolf Hess | Wikimedia Commons

El citado documental detalla que una de sus secretarias relató que en ese momento vio a Hitler realmente ofuscado con “todo el mundo”. No era para menos, iba a invadir a la URSS sin antes haber derrotado a Inglaterra, grave error.

“Cada vez que el führer nombra a Churchill dice ‘borracho, chacal, charlatán, mentiroso, mercenario de los judíos’, y estrella platos y copas contra el suelo”, detalló la mujer.

Por su parte, el inglés entiende que los planes de Hitler de invadir Rusia pueden fracasar rotundamente, por lo que incluso se atreve a ironizar con Napoléon (que también fracasó al invadir ese país).

“Nunca me gustó comparar a Napoleón con Hitler, porque comparar a ese notable emperador y guerrero con un vulgar carnicero y jefe de bandidos es un despropósito”, dijo ante el parlamento.

El conflicto armado entre ambos países se denominó como “La Batalla de Inglaterra”, en la cual los aviadores alemanes tuvieron como objetivo derrotar a la Fuerza Aérea Inglesa, lo que a priori posibilitaría una invasión al país por la vía marítima.

El resultado fue catastrófico para Alemania, ya que la Royal Air Force derrotó a la denominada Luftwaffe en los cielos de Reino Unido.

Si bien este combate fue ganado por Inglaterra, los bombardeos alemanes a Londres y otras ciudades de Gran Bretaña no cesaron hasta 1944, cuando Alemania comenzaba a perder posiciones en Europa.

Cabe señalar que el último hombre que consultó a Churchill respecto a su opinión sobre Hitler fue el mariscal Bernard Montgomery, en 1949. En ese momento el diálogo fue simple “¿Hitler era un gran hombre?’. ‘No. Cometió demasiados errores”.