José Luis Jiménez fue uno de los 239 académicos que le pidieron a la OMS a principios de julio que aceptara como forma de contagio de Covid-19 la transmisión por aire.

Hasta el momento la agencia sanitaria de la ONU lo negaba y tras la carta de los especialistas cambió parcialmente su postura, aunque siguió poniendo el foco en los fómites y las gotículas respiratorias.

El primer término dice relación con tocar una superficie contaminada y llevarse las manos a los ojos, a la nariz o a la boca. El segundo es auto explicativo.

Pero Jiménez, químico e investigador de ciencias ambientales, con un doctorado del MIT, implora que las personas tomen en cuenta los aerosoles a la hora de hablar del nuevo coronavirus.

En conversación con Diario El País de España, el especialista recordó que un cabello humano tiene un diámetro de aproximadamente 80 micras.

En general, los aerosoles de menos 50 micras pueden flotar en el aire, tiempo suficiente para ser inhalados.

El SARS-CoV-2 mide solo 0,1 micras, “por lo que hay espacio para muchos virus en un aerosol”, señaló.

Por ello, mientras los fómites y las gotículas predominan en la información entregada, a su juicio “se trata de un error importante”.

“Por ese motivo pedí a la OMS, junto con 239 científicos, que reevaluara su postura. La respuesta de la OMS fue actualizar tímidamente su posición, pero sigue siendo muy escéptica sobre la importancia de esta vía”, lanzó.

Como el humo del cigarro

Pese a que comparten varias características, aerosoles y gotículas no son lo mismo. ¿Cómo se puede entender la diferencia? Pensando en los primeros como el humo del cigarro que un fumador exhala.

“El humo es un aerosol. El rastreo de contactos ha encontrado que buena parte de la transmisión de covid ocurre en estrecha proximidad, pero también que muchas personas que comparten la misma vivienda con una persona infectada no contraen la enfermedad”, partió.

“Imagínese compartir una casa con un fumador: si estuviera cerca del fumador mientras habla inhalaría una gran cantidad de humo. Reemplace el humo por aerosoles que contengan virus, que se comportan de manera muy similar, y el impacto sería el mismo: cuanto más cerca esté de alguien que exhale aerosoles portadores de virus, más probabilidades tendrá de respirar una cantidad de virus suficiente para que se produzca el contagio”, detalló.

A su juicio, se debe mantener el lavado de manos, el uso de mascarillas y el distanciamiento social, pero también se debe tener en cuenta el rol que juegan los aerosoles en esta pandemia.

Por ello, Jiménez aboga por adoptar medidas de ventilación en espacios cerrados, mejorar la capacidad de filtración de aire y, de abrir, que los colegios inviertan en esta técnica y no solo se fijen en la limpieza de superficies.

No obstante, llamó a no descuidarse al aire libre y continuar ocupando las medidas de seguridad que hasta el momento han ayudado a contener el avance de la enfermedad.

“Ahora, la OMS, los CDC y el resto de los organismos nacionales e internacionales deben comenzar a comunicar estrategias de reducción de riesgos como las que he esbozado. De lo contrario, obstaculizan nuestra capacidad para contrarrestar las consecuencias negativas para la salud y el aumento de mortalidad por covid”, cerró.