En el desarrollo de la pandemia de coronavirus en el país, los saturómetros se volvieron dispositivos muy cotizados en el combate de la enfermedad, especialmente en centros asistenciales aunque también en casas por parte de las personas que ya lo tenían o quienes lo adquirieron por estos efectos.

Lo anterior debido a que estos instrumentos son utilizados para medir la cantidad de oxígeno que se encuentra en la sangre de una persona (lo que en valores normales fluctúa entre 95% y 100%), e indirectamente su frecuencia cardíaca, de acuerdo al Ministerio de Salud.

La técnica no es invasiva, se conoce como pulsioximetría y para medir ambos parámetros una parte de la unidad – disponible en versiones de dedo, muñeca, mesa y mano – se ubica en el extremo de un dedo de la mano, con lo cual el resultado aparece en la pantalla de la máquina.

“El oxímetro de dedo emite luz con dos densidades de onda diferentes, una de 660 nm y otra de 940 nm, roja e infrarroja respectivamente”, detallaron desde la organización Material Médico.

“Esta luz es absorbida en gran parte por el tejido conectivo, la piel, el hueso y la sangre de las venas. La luz infrarroja es absorbida por la hemoglobina oxigenada, dando lugar a que pase más luz roja, y esta es absorbida por la hemoglobina desoxigenada, permitiendo que pase más luz infrarroja”, detallaron.

Con cada latido aumenta la absorción. Es decir, para que funcione tiene que encontrar pulso, si no no podría medir nada.

“En la cara opuesta del saturómetro se encuentra un fotodetector que se encarga de controlar la cantidad de luz que ha pasado por el dedo y no ha sido absorbida. Para obtener el resultado, el fotodetector del oxímetro de pulso compara la tasa de luz roja con la tasa de luz infrarroja, dando como resultado el nivel de saturación de oxígeno”, complementaron.

Hipoxia

El SARS-CoV-2 es un virus nuevo del cual se ha conociendo más con el paso de los meses tras su aparición y posterior expansión a todo el mundo en enero.

Uno de los tantos problemas de salud que genera este patógeno es la hipoxia silenciosa, es decir, una concentración de oxígeno en la sangre por debajo de los niveles normales, sin tener síntomas.

De sufrirlo y de percatarse tarde, la persona afectada ya puede tener daño pulmonar y necesitar ventilación mecánica.

En este contexto, a la autoridad sanitaria le preocupan las personas que viven en sectores de altura del país, sobre los cientos o los mil metros de altitud sobre el mar.

“En súper peligroso porque los pacientes están sufriendo este cuadro que es grave porque está bajando el oxígeno en la sangre, un paso previo a la disfunción celular mayor”, dijo a Radio Bío Bío Darwin Acuña, jefe técnico UCI de la Mutual de Seguridad y vicepresidente de la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva.

A mayor altitud hay menor disponibilidad de oxígeno, lo que por ejemplo ocurre en Calama, a 2.400 metros sobre el nivel del mar, comuna en la cual ha habido un alza de estos casos en plena emergencia sanitaria.

En su experiencia, la presidenta del Colegio de Kinesiólogos de Chile, Loreto Henríquez, afirmó que entre 5% a 10% de los pacientes con coronavirus están sufriendo esta hipoxia, cuyo tratamiento requiere desde la administración de oxígeno por máscaras hasta la ventilación mecánica invasiva, hospitalizaciones que pueden llegar a los tres meses.

Desde el mundo médico recomiendan no ocupar los saturómetros sin supervisión especializada ya sea en el contexto de la crisis por coronavirus o quienes sufran asma u otra afección respiratoria.