Un rico empresario maderero y cazador avezado está acusado de la caza furtiva de lobos, linces y águilas reales en Suecia, un caso que despertó en el país la guerra ancestral entre el hombre y la bestia.

Karl Hedin, de 69 años, y otras cuatro personas, que según la prensa sueca son empleados suyos, habrían matado ilegalmente a nueve predadores protegidos.

Los hechos se remontan a un periodo entre enero de 2014 y octubre de 2018, según documentos judiciales consultados el viernes por la agencia de noticias AFP.

Hedin fue detenido la semana pasada tras ser denunciado. Es sospechoso, junto a sus presuntos cómplices, de haber incinerado dos cadáveres de lobos en el horno de uno de sus aserraderos en Karbenning (centro).

El director de las fábricas no respondió a las preguntas de AFP.

La policía técnica y científica acudió al lugar y las cenizas están siendo analizadas.

El industrial, con una fortuna estimada en 200 millones de euros (227 millones de dólares), niega las acusaciones y su abogado rechaza comentar el caso. Su cliente y los otros sospechosos se exponen a penas de cuatro años de cárcel.

El empresario se opone desde hace tiempo a la política sueca de protección de los lobos, e incluso publicó libros sobre el tema. “El lobo toma posesión del territorio de los hombres” y esto se tiene que acabar, escribe.

Leif GW Persson, conocido del millonario y autor de novelas policíacas, lo describe como un hombre que “odia a los lobos”.

El asunto reavivó un debate en el país sobre la presencia de estos animales cerca de los centros poblados.

El lobo había desaparecido de los bosques en los años 1970 y actualmente hay unos 300 ejemplares, sobre todo en el centro del país, según la Agencia sueca de Protección del Medio Ambiente.

Para impedir ataques a renos, ganado y perros, las autoridades fijan cada año una cuota de “caza preventiva” que desde hace una década oscila entre 20 y 40, con una tendencia a la baja pese a que la población aumenta.

Amenaza

La federación de caza sueca estima que el número de lobos debería bajar a 150 y denuncia el abandono de las zonas rurales en contacto con estos animales.

“Los lobos no constituyen una amenaza para las vidas humanas sino para el modo de vida de los locales”, declaró a AFP Magnus Rydholm, de la Federación de cazadores.

Las organizaciones de defensa del lobo piden más diálogo entre la población, los políticos y los cazadores.

Mats Forslund, experto del WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) en Suecia, atribuye parte del problema a que las políticas públicas de gestión de la fauna silvestre en Suecia se deciden sin concertación con los interesados.

“El conjunto de las organizaciones de cazadores y de protección de la naturaleza tienen un enfoque más convergente de lo que puede parecer. Estamos en desacuerdo sobre el número de lobos que hay que proteger, pero en general pocas cosas nos separan”, aseguró el viernes en una entrevista a una página web cinegética.

El último accidente mortal con un lobo en estado salvaje en Suecia se remonta a principios de los años 1800.