Ayudar a un niño a superar un episodio traumático es primordial, sin embargo, hay que estar atento a los cambios que pueda experimentar.

Hace un par de semanas, uno de los capítulos de la teleserie de Mega, “Como la vida misma”, mostró una encerrona de la que fue víctima Octavia y su hijo Benjamín. Con el transcurso del episodio, y los que le siguieron, se mostró cómo este hecho cambió la conducta del menor.

Por más ficción que sea, no es algo que está alejado de la realidad.

Vivir un episodio traumático producto de experiencias violentas, como robo o encerronas, es complicado, sin embargo, si lo es para un adulto, lo es aún más para un niño, por lo que hay que estar atento para ayudarle a cómo sobrevellar esto.

Según cifras del Centro de Estudios y Análisis de Delito (CEAD), de la Subsecretaría de Prevención del Delito, en los últimos 10 años aumentaron en un 11,5% los robos con violencia o intimidación.

En muchos de estos casos, hay niños involucrados como víctimas de delitos violentos.

La psicóloga Ximena Rojas, de la Facultad de Psicología y Humanidades de la Universidad San Sebastián (USS), explicó algunos puntos a los que estar atentos en los más pequeños, tras estos episodios.

A qué estar atento en los niños tras u episodio traumático

“Lo primero es estar súper atento a los cambios de conducta y no esperar que el miedo o sensación de angustia del niño se pase solo y normalizar su estado”, indicó Rojas.

De hecho, según indicó, entre las señales de que el niño no está canalizando bien la experiencia, están las pesadillas recurrentes, estado de alerta frente a cualquier estímulo y no disfrutar acciones o actividades que antes sí disfrutaba, como por ejemplo juegos y otras interacciones.

La especialista añade que otra de las conductas que pueden alertar de que el niño necesita ayuda profesional, son los cuadros de ansiedad, irritabilidad, dificultades de concentración, preocupación por morir y comportarte agresivamente.

En otros, se pueden presentar síntomas físicos, como por ejemplo dolores de estómago, cabeza, pérdida de interés o problemas para demostrar cariño.

Además, se debe observar y tener en cuenta ciertos criterios, como la duración e intensidad de las alteraciones de conductas de los niños, ya que la posibilidad y capacidad de manejar emociones dependerá del ciclo vital niño, indicó Rojas.

¿Cómo ayudar?

Según el Child Mind Institute, entregar consuelo, apoyo y seguridad es primordial para ayudar al menor a recuperarse. Esto puede depender de la etapa de vida en la que se encuentre.

Por esto, reunieron las opiniones de especialistas en el tema para entregar una guía de consejos para ayudar a los niños a recuperarse.

Los consejos son los siguientes:

– Hacer que el niño se sienta a salvo: Brinde contacto físico reconfortante, como abrazos o caricias, para hacer que su hijo se sienta seguro después de eventos perturbadores.
– Actuar con calma: Mantenga la calma y evite hablar de sus propios miedos cerca de los niños, ya que pueden percibir la ansiedad.
– Mantener las rutinas lo más que se pueda: Establezca y mantenga rutinas para ofrecer estabilidad y normalidad en medio del caos.
– Ayudar a los niños a divertirse: Anime a los niños a divertirse y participar en actividades normales para distraerse y sentirse normales.
– Compartir información sobre lo que ocurrió: Comparta información sobre el evento de manera breve y honesta en un ambiente seguro, respondiendo preguntas sin asumir lo que les preocupa.
– Elegir los momentos para hablar: Elija buenos momentos para hablar sobre el tema y limite la exposición de los niños a noticias perturbadoras.
– Reconocer que los niños sientes las cosas de manera diferente: Reconozca y valide las diferentes formas en que los niños enfrentan la situación, permitiéndoles expresar sus sentimientos.
– Escuchar: Escuche atentamente a los niños sin dar discursos, brindándoles un espacio para compartir sus emociones.
– Enséñale a tu hijo a relajarse: Enseñe técnicas de respiración para ayudar a los niños a calmarse y relajarse.
– No minimices sus sentimientos, son válidos: Reconozca los sentimientos de los niños sin minimizarlos y esté disponible para escuchar sus preguntas, incluso si no sabe cómo responderlas.