El académico de la Universidad Andrés Bello explicó algunas de las secuelas que puede dejar el bullying en los jóvenes y apuntó a los adultos como responsables: "Si tenemos tantos indicadores de salud mental malos en nuestros niños, sería una irresponsabilidad de nosotros como adultos no hacernos cargo", comentó.
Cada cierto tiempo en Chile, el país se ve conmocionado por algún caso de bullying que termina en tragedia. Recientemente, por ejemplo, un reportaje de BBCL Investiga detalló la historia de un joven de 18 años que falleció luego de un prolongado caso de bullying que lo llevó a atentar contra su vida.
Cristopher, se llamaba, perdió la vista de su ojo izquierdo a causa de la agresión de un estudiante del Colegio Santa Teresa en Illapel. El establecimiento no tomó medidas al respecto y sólo despidieron al alumno con una misa.
“De nuevo es medianoche y empieza, mis delirios de acabar con todo. Pero no tengo el valor de dispararme en la cabeza.
Despierto cada día con más ganas de morir, lo único que me calma es ver la naturaleza”, había escrito Cristopher en un poema para una actividad de clases.
De acuerdo con Jonathan Martínez, director del Magíster en Educación Emocional y Convivencia Escolar de la Universidad Andrés Bello, en Chile cerca del 40% de los estudiantes han tenido alguna situación de discriminación, mientras que el 20% han sufrido ciberacoso o ciberbullying.
El experto, en conversación con Biobio Chile, explicó las consecuencias del bullying en la salud mental y qué pueden hacer los adultos para abordarlo.
Asimismo, lo señaló como un problema grave y apuntó a las carencias que permiten este tipo de historias en los colegios, la falta de educación, la formación docente frente al tema y la negligencia: “Si tenemos tantos indicadores de salud mental malos en nuestros niños, sería una irresponsabilidad de nosotros como adultos no hacernos cargo“, sentenció.
¿Qué ocurre con un niño que sufre bullying?
Si bien, cada persona puede reaccionar diferente a las situaciones de acoso escolar, dice Martínez, existen algunos patrones que se repiten. En los peores casos puede haber secuelas que perduran y se podrían presentar en la adultez.
“Hay elementos que al menos la ciencia ha comprobado, por ejemplo las personas que son víctimas de bullying, en su adultez es muy probable que vuelvan a presentar conductas problemáticas. Desde el punto de vista de habilidades sociales, y también obviamente problemas más graves como ideaciones suicidas o depresiones”, comenta.
Por otro lado, en el momento en que se ejerce el bullying, generalmente entre niños y adolescentes, apunta a que las consecuencias psicológicas pueden ser graves e incluso impactar a nivel neurológico.
“El cerebro de un niño no está preparado para experiencias traumáticas, y el bullying efectivamente es una experiencia traumática. En estricto rigor cuando te aíslan, cuando te golpean, cuando te hacen daño, sin contener responsabilidades y al mismo tiempo no saber cómo defenderte”, asegura.
“Yo te aseguro que genera no solamente un problema psicológico, sino que también un elemento neurológico importante, porque de verdad que esto es bastante grave”, agrega.
¿Y el niño que hace bullying?
Por parte del hostigador, también hay un factor psicológico, dice el experto. Aunque en la mayoría de los casos depende del entorno en el que crece y los comportamientos que predominan en el hogar.
“Muchos estudios revelan que efectivamente una persona que daña a otro tiene un problema de salud mental. Hay algunos cuadros bastante asociados a eso. Por ejemplo, el cuadro del Trastorno Oposicionista Desafiante; los niños y niñas con deficiencia atencional; la hiperactividad; y también la depresión”, explica.
Tal como dice Martínez, la depresión sí puede ser un factor que detone la violencia en niños, porque se presenta de manera diferente que en los adultos. “En los niños y adolescentes la depresión se vive con mucha irritabilidad, entonces no es como lo mismo en el adulto, que generalmente el adulto se queda acostado, no quiere vivir, no se quiere movilizar. El joven no, es mucho más irritable, puede llegar a ser un poquito más violento”.
“Pero ojo también, probablemente los niños que agreden a otro también vienen de familias que de pronto validan este tipo de agresiones. O sea, como ‘no dejen que te peguen’, por ejemplo, ‘tú tienes que pegar primero’. Aparecen esas creencias irracionales que evidentemente hacen daño y obviamente confunden la psiquis de este niño”, añade.
Por otro lado, Martínez puntualiza que hay otras teorías que la ciencia aún debate, “se dice que efectivamente existe una transgeneralización de la violencia. Es decir, que si yo en mi casa tuve violencia, es muy probable que ejerza violencia“.
Las notas también tendrían que ver “niños y niñas con problemas escolares, por ejemplo, que han reprobado asignaturas o que han repetido ciertos cursos, algunas veces demuestran este tipo de violencia hacia otros más débiles como una especie casi como de venganza en contra del colegio. Es como expresar sus desprecios al colegio o expresar su frustración”.
¿Cómo identificar si un niño está sufriendo acoso escolar?
Los cambios de conducta abruptos son clave para identificar a un niño que está siendo hostigado, pero prefiere no hablar al respecto, dice el experto. “Si el niño en algún momento le encantabasu colegio, y de repente ya no quiere ir, es algo que nos tiene que llamar la atención“, señala.
En la misma línea, apunta a la aparición de “quejas somáticas”, si el niño o niña presenta dolores de cabeza, de estómago, dificultades para dormir o dice sentirse mal, esto reflejaría la ansiedad por ir al colegio.
“En algunos casos uno puede como ver que el niño presenta miedo para ir al colegio. Entonces también puede haber un cambio de estado de ánimo importante. Si el niño está demasiado irritable y no se sabe por qué, también es algo que efectivamente tenemos que revisar”, puntualiza.
Frente a ello “lo peor que podemos hacer es dejar esto debajo de la alfombra, porque en algún momento puede explotar”, advierte Martínez, agregando que “esto no es un juego”.
“Así como ha explotado en Estados Unidos (con los tiroteos). Podemos tener como un poquito de lo que ha pasado en Chile, mucho suicidio, mucha ideación suicida, mucho corte, por ejemplo“, sugiere.
“Nosotros como sociedad tenemos que hacernos cargo”
“Evidentemente tanto el niño que recibe bullying así como el que ejerce bullying en ambos casos su salud mental está deteriorada. Entonces, tenemos que avanzar en eso”, destaca el académico de la Andrés Bello.
Asimismo repara en que las cifras indican que el 50% de los niños que necesitan atención en salud mental no la reciben. “Entonces, imagínate el nivel de sociedad que estamos construyendo con gente que está angustiada, depresiva, estresada, y obviamente otras cosas más graves”, advierte.
La falta de aducación emocional se suma a los factores que detonan la violencia en los colegios y que también impiden una reacción adecuada por parte de los docentes o el personal de los establecimientos educacionales.
“Algunas personas le bajan el perfil, lamentablemente, y dicen a mí, ¿sabes qué? ‘Esto es porque el cabro no sabe defenderse, porque es tontorrón y todo lo demás’. Pero no es así, porque el bullying finalmente es una agresión de manera sistemática”, aclara.
“Y yo creo que eso es como lo que tenemos que entender, o sea, no es lo mismo que dos estudiantes se hayan golpeado, hayan llegado a un pleito, y ahí se acaba la situación. Es distinto al bullying muchas veces se confluyen como tres actores principales”, completa.
Martínez explica que los tres actores serían la víctima, el hostigador y el observador, haciéndo énfasis en este último para tomar acción. “Yo te aseguro que muchas de estas situaciones alguien las ha visto. Alguien ha visto finalmente que han dañado a uno a otro, o que se hayan confluido varios estudiantes en contra de otro, en algunos casos más graves lo han aislado“.
“Muchas veces pasa de que los mismos niños o niñas o jóvenes se transforman también en victimarios de bullying porque no quieren sufrir ellos. O sea, es mucho más sencillo, en este historial de la masa, molestar a uno, que toda nuestra angustia, nuestra ansiedad se concentre en uno, por miedo muchas veces que de pronto la atención se concentre en mí”, explica.
“Ahí se produce como un efecto en cadena y por eso llegan a haber estos casos tan dramáticos que uno dice, pero ¿cómo nadie finalmente le puso atención a esto? ¿Cómo nadie cerró esto?”, cuestionó.
¿Qué falta en Chile para evitar el bullying?
Inicialmente, Martínez apunta a la falta de preparación de los profesores, que son el elemento clave del aula a la hora de reconocer estos comportamientos en los niños y hacer algo al respecto. Fue precisamente esto lo que lo llevó impulsar un magíster en el área, donde mezcló la convivencia escolar con la educación emocional.
“Todos los colegios tienen dificultades en términos de salud mental, pero también hay que enseñarles estrategias un poco para poder poner el énfasis en el ámbito emocional. Nosotros sabemos efectivamente que el aprendizaje cognitivo es súper importante, no queremos negar eso, pero si le agregamos el componente afectivo es muy probable que los resultados sean mucho mejores“, señaló.
De hecho, Martínez señala que estos métodos tienen evidencia científica con buenos resultados, que repercuten incluso en el desempeño de los estudiantes. “Se ha comprobado efectivamente que la educación emocional ayuda a mejorar las calificaciones. Entonces, es un buen indicador, lamentablemente nosotros en Chile estamos bien atrasados”.
“En estos momentos de verdad que existen pocas mallas que tienen incorporado este tipo de asignaturas, por lo tanto, hay un llamado finalmente a los directivos, decanos, directores de escuela a poder comenzar a incorporarlo dentro de su formación para los profesores“, completa.
Por otro lado, pero también relativo a los docentes, mencionó el estado de la salud mental en Chile a grandes rasgos, que también sería un factor preocupante. “En Chile la salud mental está pésima”, señala, “entonces también tenemos que entender a nuestros profesores”.
“Entonces, falta mayor capacitación, falta mayor entendimiento de lo que es la educación socioemocional. Porque muchas veces la gente cree que esto es como una moda, es algo light y todo lo demás, y no es así”, agrega,
Sobre la educación emocional, también agregó que “la sociedad cada vez más se ha ido complejizando. O sea, es evidente que lo cognitivo fue bueno en algún momento, pero ahora tenemos que evolucionar a una educación cognitiva y emocional, porque de verdad que estos problemas de salud mental que estamos teniendo no es de actitud”.
“No es algo que alguien inventó. Entonces yo creo que el manejar bien las emociones es un elemento central que tiene que ver con la asertividad, que tiene que ver con las habilidades sociales que tiene que tener una persona”, complementó.
“Tenemos que empezar en algún momento. O sea, yo creo que lo primero que deberíamos hacer probablemente es incorporar esto dentro de las mallas de los profesores actuales que están estudiando. (…) En algún momento tenemos que hacer el cambio, parece que estamos en un fenómeno que se llama dispersión de la responsabilidad. Estamos todos mirando para el lado para ver quién lo hace“, cerró.