Aunque no hay muchos estudios sobre los efectos de los videos ASMR, algunas personas podrían experimentar un en estado de reposo con ellos.

Si sueles recorrer videos de Youtube, TikTok e incluso Instagram, lo más seguro es que te hayas encontrado a alguien que sólo se dedica a susurrar, o videos que sólo cuentan con el sonido de un papel arrugándose, y sí, son videos sencillos y extraños, pero de eso trata el ASMR, una tendencia que ya lleva años dando vueltas por el mundo.

De hecho este tipo de videos, que también muestran unas manos cortando jabón, aplastando slime o estrujando espumas florales, ya suman más de 13 millones en Youtube y pueden superar las 20 millones de visitas.

La Respuesta Sensorial del Meridiano Autónoma (o ASMR, por su sigla en inglés), es un efecto sensorial de relajo producido en el cerebro tras estímulos sonoros suaves, como lo puede ser una voz o la caída de la lluvia, que se comparan incluso con el efecto que puede generar un masaje.

Un cosquilleo cerebral

Aunque no hay muchos estudios respecto a este tema, una investigación del 2017 también muestra que el ASMR se asocia con una combinación de múltiples redes en estado de reposo, por lo que podría ser efectiva para tratar el estrés y la ansiedad.

A eso, se le suma un estudio de la Universidad de Sheffield que asegura que el “cosquilleo cerebral” trae sensaciones de relajación y cambios acompañantes en el cuerpo, como una disminución de la frecuencia cardíaca.

“Según algunos estudios, las personas que presentaron ASMR tuvieron un aumento en las conexiones entre la corteza occipital, temporal y frontal; relacionadas con el descanso y la relajación. Otros sugieren que estos videos pueden reducir la frecuencia cardíaca a 3,14 latidos por minuto en promedio”, explicó el Dr. Alvaro Vidal, neurólogo de la Clínica Somno.

Es por estos efectos de relajo que el ASMR ha sido considerado por algunas personas como una herramienta útil para conciliar el sueño. Aunque, para lástima de algunos, no todos perciben de la misma forma estos videos y su factibilidad ha sido poco comprobada por el momento.

“No existe evidencia empírica, ni estudios que demuestren ampliamente la validez de la técnica, sin embargo no se considera nociva o que haya que evitar. A la espera de estudios de mayor envergadura, bien puede servir la experiencia personal para poder validar la técnica de forma individual”, aclaró el especialista.