¿Te has sentido vacío, desconectado de la realidad y de lo que pasa a tu alrededor?, ¿has sentido que el mundo que te rodea es irreal?, ¿Sientes que no entiendes lo que sientes o no encuentras las palabras para contarlo? e incluso, ¿sientes desconexión con tu cuerpo? Si estas preguntas te hacen sentido puede ser que estés lidiando con la despersonalización.

“A pesar de que al principio puede sonar paradójico, muchas personas sensibles y emocionalmente intensas tienen problemas con el ‘adormecimiento emocional’, un tipo de vacío o muerte interna que atraviesa todo su ser y les arrebata la felicidad y plenitud que la vida tiene para ofrecer”, comentó la psicoterapeuta Imi Lo en una columna en el portal especializado Psychology Today.

La profesional explicó que el Desorden de Despersonalización “es la experiencia de sentirse irreal, desconectado, y, con frecuencia, incapaz de sentir emociones. Los individuos que experimentan despersonalización se sienten como si fueran observadores externos de sí mismos y usualmente reportan una pérdida de control sobre sus pensamientos o acciones”.

De hecho la Clínica Mayo señala que cuando esto pasa “sientes en forma persistente o en repetidas oportunidades que te observas a ti mismo desde afuera de tu cuerpo, o sientes que las cosas que te rodean no son reales, o ambos. Las sensaciones de despersonalización y desrealización pueden resultar perturbadoras y es posible que sientas que estás en un sueño”.

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Imi Lo señaló que este “adormecimiento emocional” puede tener sus raíces en nuestra historia personal “que es demasiado dolorosa como para recordar”.

“Es parte de la naturaleza humana defendernos del dolor. Una vez que hemos experimentado una situación física o emocionalmente dolorosa, como ser traicionados o que alguien se entrometa, toda nuestra atención se enfocará en defendernos para que no suceda de nuevo”, explicó la especialista.

En este sentido, la psicoterapeuta indicó que los seres humanos solemos tener 3 formas de enfrentar experiencias traumáticas, sean emocionales o físicas y estas son: pelear, huir o congelarnos. “Si desconectarnos de los demás para evitar sentir dolor es ‘huir’, entonces adormecer nuestras emociones por completo es ‘congelarnos’“, ejemplificó.

“Cuando nos enfrentamos a situaciones extremas, como rechazo, abandono o vergüenza, nuestros cuerpos o psique entran en un ‘modo de adormecimiento’ como parte de esa respuesta de congelamiento. De hecho, la disociación es nuestro ‘estado natural como organismos’ viene de nuestros instintos animales para sobrevivir las circunstancias más inconcebiblemente difíciles. Cuando las cosas nos abruman, desconectarnos podría ser la única manera en la que podemos preservar nuestra cordura o salvar nuestras vidas”, complementó la experta.

No obstante, Lo señala que este reflejo de autoprotección podría quedarse por mucho tiempo, incluso cuando ya no estamos enfrentados al peligro que lo provocó. “El adormecimiento emocional tiende a no ser una elección consciente; puede que no estemos conscientes de la construcción del patrón sino hasta después de que se vuelve nuestra manera ‘normal’ de funcionamiento”, manifestó.

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“Inicialmente, la desconexión ofrece un estado agradable constante que también nos permite construir un personaje socialmente aceptable. Tal vez sintamos que funcionamos con normalidad, nos levantamos por las mañanas, nos vestimos y vamos a trabajar. Pero eventualmente se vuelve asfixiante”, señaló.

Por lo mismo, este escudo protector parece ser muy útil de comienzo porque hace parecer que el dolor desaparece y puedes seguir como si nada con tu vida, dijo la profesional. Sin embargo, “ese patrón empezó como una manera de protegernos de los demás, eventualmente se transforma en una mecanismo para ocultarnos de nosotros mismos o para negar por completo nuestras necesidades”.

“La desconexión o adormecimiento emocional se experimentan de diferentes maneras entre distintas personas: tal vez tengamos sensación permanente de aburrimiento y vacío, como si no fuéramos capaces de mostrar nuestras verdaderas emociones. Tal vez perdamos la capacidad de responder a eventos con la alegría o tristeza usuales, o tal vez nos cueste conectarnos con los demás de maneras profundas y significativas”, añadió.

“En psicología, el término ‘fobia a la afectación’ se usa para describir la tendencia de algunas personas a evitar los sentimientos que consideran intolerables. Como resultado, se desconectan emocionalmente y experimentan la vida de una manera disociada o despersonalizada. La manera en la que funciona nuestro escudo se puede asimilar a lo que el psicólogo Jeffrey Young llama, el ‘modo protector desconectado"”, comentó.

Las señales y síntomas indicó Imi incluyen “vacío, aburrimiento, abuso de sustancias, excesos, automutilación, quejas psicosomáticas, ‘inexpresividad’, o adopción de una postura pesimista, distante o cínica para evitar involucrarse con personas o en diferentes actividades.”

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El peligro de “congelarse” emocionalmente

“Aunque puede parecer una solución decente para la supervivencia, desconectarse del dolor conlleva muchas desventajas”, advierte Lo. “Por ejemplo, las emociones suprimidas tienden a acumularse en nuestro sistema, dejándonos con una fachada tranquila que oculta las verdaderas heridas mentales: enojo, tanto expreso como reprimido; añorar lo que podría haber sido; angustia por traiciones pasadas; o tristeza por relaciones que terminaron demasiado pronto”, explicó.

En este sentido, podríamos llegar a un “punto de ebullición” de estas emociones suprimidas incluso con eventos insignificantes. “Las explosiones emocionales que parecen haber salido de la nada podrían atraparnos con la guardia baja”, expresó la especialista.

Además, cuando “nos separamos por completo de nuestro ser, tal vez hagamos cosas que no son congruentes con nuestra verdadera voluntad. Por ejemplo, si nuestras necesidades básicas de comodidad y seguridad no se cumplen, es probable que recurramos a técnicas como comer demasiado, gastar demasiado u otros comportamientos impulsivos para calmarnos”.

Asimismo, para evitar las emociones negativas, también podemos dejar de lado la capacidad para conectarnos con las positivas y disfrutar la vida. “Es posible que nos volvamos solo observadores de la vida, viéndola pasar sin ser capaces de estar en ella. Algunas personas incluso tienden a experimentar pérdida de memoria, ya que no recuerdan mucho de sus vidas, incluso ver fotos viejas de sí mismos puede parecer surreal”, dijo.

“Puede parecer que las tristezas de la vida se moderen, pero tampoco sentiremos las emociones positivas con toda su fuerza, amor, alegría o amistad. A pesar de que las cosas pueden parecer estar bien en el exterior, probablemente nos sentiremos sobrecogidos por una ola de tristeza o soledad”, enfatizó la especialista.

Para remediarlo, lo ideal es construir habilidades emocionales y resiliencia, de manera que dejemos de temer sentir. “Una vez que empecemos a desarrollar cierto grado de capacidad emocional, el proceso de descongelamiento vendrá de forma natural. En ese punto, habremos reabierto la puerta a experimentar la abundancia, alegría y vividez de la vida, cosas que una parte oculta de nosotros ha estado añorando por mucho tiempo”, sentenció..

¿Cómo liberarse del “adormecimiento emocional”?

Además de ir a terapia con un especialista, la profesional propone un ejercicio de 4 pasos:

1. Renunciar a la culpa y la vergüenza

“El primer paso para liberarnos de nuestro adormecimiento emocional es renunciar a cualquier tipo de culpa o autocrítica que relacionemos con él. Encima del dolor de sentirnos vacíos, es posible que hayamos acumulado capas de vergüenza en cuanto a relaciones y los conflictos asociados”, dijo Imi Lo.

“Por ejemplo, tal vez una pareja íntima nos acusó de ser fríos, defensivos o distantes cuando necesitaban de nuestra atención. Sin embargo, es importante recordar que el adormecimiento nació de un sitio de dolor y vulnerabilidad y no fue nada más que un intento desesperado por sobrevivir. Avergonzarnos o autoflagelarnos por habernos adormecido en primer lugar solamente reforzará el patrón defensivo”, añadió.

2. Reconocer la tristeza

Tras liberarte de tu crítico interno, el siguiente paso es aceptar la tristeza.

“Esto es importante porque en el momento en el que reconozcamos por primera vez el grado hasta el que nuestro adormecimiento ha evitado que sintamos alegría, nos golpeará una ola de tristeza. Este es un duelo por el hecho de que hemos estado desconectados de nosotros mismos y de nuestra verdadera naturaleza por mucho tiempo. En lugar de alejarnos de la tristeza, debemos establecer la intención de acercarnos más a ella, de sentirla para que podamos digerirla en lugar de suprimirla”, sugirió la experta.

3. Examinar el escudo

Cuando ya observamos nuestro adormecimiento y lo reconocemos, podemos hacernos las siguientes preguntas que sugiere Imi Lo:

– Si mi adormecimiento emocional es una pared o un escudo, ¿qué tan gruesa es?
– ¿De qué tipo de materiales estaría hecha? ¿Metal, madera o plástico? ¿Qué tan densa o pesada es?
– Cuando toco esa pared/escudo, ¿siento frío o calor?
– ¿Cambia según mis circunstancias o nivel de energía, o se mantiene estática o estancada?
– Si la pared/escudo tiene voz, ¿qué dice?

4. Agradecer y transformar el adormecimiento

Por último, cuando te acerques lo suficiente a tu “escudo” es probable que comiences a descubrir las heridas que lo provocaron.

La especialista recomienda respirar suave y profundo para luego agradecerle. Deberías decir algo como “gracias por protegerme todos estos años. No habría sobrevivido sin ti. Sin embargo, ahora soy más fuerte y ya no te necesito”

“Nuestra meta aquí no es deshacernos del escudo sino entablar una amistad con él y llegar a conocerlo para que ya no sea el maestro de ceremonias. No esperamos que las cosas cambien de un día para otro, y es probable que tengamos que repetir el proceso de acercamiento y cuestionamiento una y otra vez”, explicó.

“La próxima vez que nos descubramos usando el escudo para defendernos contra emociones emergentes, o cuando nos sintamos adormecidos en un momento en el que queramos sentirnos vivos y presentes, estaremos más presentes, y nuestro adormecimiento ya no será una fuerza destructiva e inconsciente”, agregó.

La profesional finalizó recordando que “la meta de nuestro escudo emocional es protegernos, y podemos elegir si lo usamos o no. Pero el poder vive en ti”