El metaverso es un concepto que suena lejano a la educación y la capacitación, y es porque nace en la literatura de ciencia ficción, al igual que muchas innovaciones tecnológicas que hoy vemos cómo se materializan e impactan fuertemente en la forma en la que nos relacionamos y vivimos. Pese a que, desde el 28 de octubre del 2021, cuando Mark Zuckerberg anunció el cambio de nombre de Facebook a Meta, el metaverso se instala en los medios de comunicación, pocos aún comprenden los alcances que tiene y sólo se avizora como una verdadera revolución a lo que conocemos como internet.

Pero nuestra visión del metaverso es que no es solo una tecnología más ni solamente una interfaz de conexión a internet, sino que creemos que es el espacio que da soporte a toda la disrupción tecnológica de la última década. El metaverso es el mundo en el que el blockchain, la inteligencia artificial, el BIM, IOT, 5g y smartcity, entre otros conceptos y herramientas digitales, se expresan libremente en una aplicación común y de potencia universal, donde se duplica la experiencia humana, en una especie de simbiosis entre lo natural y lo virtual de las cosas.

Como vemos, el potencial de uso es gigante. Sin embargo, toda innovación tecnológica lleva consigo un proceso de adaptación que permita su uso por parte de las personas. De allí que la utilización del metaverso como un interfaz de capacitación sea un primer paso en el desarrollo de esta tecnología. El desafío es ofrecer experiencias metaversales que superen los recursos análogos (textos físicos o imágenes 2D) enfocadas en capacitaciones estrictamente teóricas, acompañada de información que muchas veces es subjetiva y que es contrastada de forma inmediata en la Red, convirtiendo en una batalla que ha de ser altamente ineficiente.

Por eso el metaverso se transforma así en el anhelado aprender haciendo, pero sin riesgos de exponerse al mundo físico. La idea es que los ensayos propios del aprender no tengan un impacto corporal, y eso es lo que desde nuestra start up estamos ofreciendo en el rubro de la minería. En otras palabras, diseñamos la posibilidad que un trabajador pueda inmersar al gemelo virtual de su espacio de trabajo; o sea, que esté donde esté pueda estar en la misma situación que experimenta en la faena. De este modo, se trata de un espacio en que podrá relacionarse en tiempo real con su instructor, que puede estar en cualquier parte del mundo, ambos siendo partícipes de lo que ocurre.

El trabajador en este mundo virtual toma decisiones, incluso se puede equivocar en sus intentos, viviendo las consecuencias reales de ese error (por ejemplo, un mal cálculo en la operación de una chancadora), aunque quedándose con la experiencia sin que implique un mayor costo, a veces impagable. La similitud de la experiencia metaversal con la real permite que el trabajador llegue a faena productiva contando con el conocimiento (concepto más experiencia) sobre lo que tiene que hacer y, más importante aún, lo que no tiene que hacer, puesto eso ya lo vivió en el mundo virtual, donde equivocarse cuesta cero.

Pero la capacitación es solo el inicio en la adopción metaversal. Nuestras proyecciones son que a mediano plazo vamos a operar en el metaverso, es decir, podremos realizar acciones virtuales que tengan una expresión en el mundo físico, traslapándose el mundo físico con el virtual. En este estadio de innovación se tomarán decisiones en el mundo virtual y se reflejarán de forma automática en el mundo físico, esto mediante la integración de internet de las cosas. Se realizarán congresos, los proveedores tendrán showrooms y espacios personalizados de entrenamiento, entre otras experiencias.

El aprender haciendo sin riesgos ya lo hicimos realidad. Solo basta que las empresas se animen a innovar y dejen de lado prejuicios propios de siglos de enseñanza en dos dimensiones. La tecnología nos está pasando por el lado y solo depende de nosotros el poder agarrarla y sacarle todo el potencial que tiene, para beneficio propio y de quienes son nuestros colaboradores.

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