Ciertamente, no se trata de hacer promesas que sólo apunten a captar votos, sino que de explicitar con plena convicción, basándose en algún estudio preliminar de factibilidad en cada caso, aquellos objetivos específicos que fehacientemente abordarían como rector(a) de la Universidad de Concepción.

Las campañas de las(os) candidatas(os) a la Rectoría UdeC para el periodo 2022-2026 entrarán en tierra derecha a partir de esta primera semana de marzo.

Si bien la pandemia ha limitado las acciones que usualmente se realizan en estos casos, las (os) aspirantes a la Casa de Enrique Molina se las han ingeniado para hacernos llegar algunos manifiestos y folletos de diversa índole, aunque en general no muy informativos y carentes de detalles.

En particular, el candidato actualmente rector ha implementado en Twitter la difusión de testimonios de apoyo por parte de académicas(os) de nuestra universidad, lo cual asemeja los respaldos provenientes de la academia nacional e internacional al entonces candidato Boric.

Alternativamente, me permito sugerir, para los “metros finales” de esta carrera electoral, una idea que apunta a darle mayor contenido tangible a cada una de las campañas, de modo de no quedarnos sólo con las generalidades propias de una manifestación global de intenciones, o con “las cartas de recomendación” hacia un(a) determinado(a) candidato(a), sino más bien mirar este proceso desde la perspectiva recíproca, a saber: cuánto de lo que a los miembros de la comunidad UdeC nos gustaría, dichas(os) aspirantes estarían dispuestas(os) a apoyar y promover.

La sugerencia consiste básicamente en que ellas(os) procedan ahora a recoger y analizar las propuestas provenientes de todos los estamentos universitarios, individuales o colectivos, con o sin derecho a sufragar, y públicamente “hagan suyas” aquellas con las que están de acuerdo.

Me imagino, por ejemplo, que en las reuniones que han tenido con diversos departamentos y facultades surgieron muchas ideas e inquietudes que ameritarían ser consideradas.

Ciertamente, no se trata de hacer promesas que sólo apunten a captar votos, sino que de explicitar con plena convicción, basándose en algún estudio preliminar de factibilidad en cada caso, aquellos objetivos específicos que fehacientemente abordarían como rector(a).

En la eventualidad que alguien quiera “recoger el guante”, me permito detallar a continuación, de acuerdo a lo que fluye de mi imaginación, algunos ejemplos ilustrativos del tipo de deseos o aspiraciones que sus promotores esperarían que se transformen en compromisos concretos o apoyos explícitos por parte de un(a) candidato(a).

Por ejemplo, las directivas de los sindicatos podrían sugerir que todas las asignaciones de responsabilidad que se otorgan en la universidad se reduzcan a un 50 % de los montos actuales, y que al menos parte del ahorro que se genere se destine a incrementar las rentas más bajas del personal no-académico.

Por otra parte, diversas instancias académicas podrían proponer la formación de una unidad especial, dependiente de Rectoría, que estudie, fundamente y proyecte la creación de programas de postgrado interuniversitarios en aquellas disciplinas que ya muestran fuertes lazos de colaboración interinstitucional.

Finalmente, y en coherencia con los tiempos actuales, un grupo de académicas(os) y funcionarias(os) podría patrocinar la instauración de una norma en los nuevos estatutos que prohíba expresamente mezclar o confundir las labores académicas de nuestras autoridades con las legítimas aspiraciones políticas que cada uno(a) pueda tener.

En fin, existen por cierto más y mejores propuestas, y sólo restaría conocer a priori quién apoya qué.

Gabriel N. Gatica, Centro de Investigación en Ingeniería Matemática, Universidad de Concepción.

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