Hace unos cuantos años, cuando era más egoísta que hoy día, realicé para mi exclusivo peculio una investigación que respondiera a la pregunta: ¿cómo se financia el Partido Comunista, que tiene un siglo de existencia en Chile?
Esta interrogante surge de una aparente paradoja: el Partido Comunista no tiene un soporte empresarial que pueda ser relevante, su membresía es pequeña y de sectores pobres, no se le conocen grandes escándalos de aprovechamiento de los recursos públicos, ni siquiera en los tiempos en que ha participado en gobiernos.
Y no es que la paradoja se resuelva con un accionar barato, porque lo que sí sabemos es que el PC ha acumulado propiedades, hasta ha participado en la creación de universidades, y existen certezas de acciones de infiltración de armamentos, de agitadores foráneos, de instructores de fuerzas subversivas, etc.
Durante muchos años la explicación de ese financiamiento era relativamente transparente: el PC chileno económicamente vivía de “ayudas” de hermanos extranjeros. Primero fue de la URSS, luego de la RDA (República Democrática Alemana), después de la Cuba castrista y, más recientemente, de la Venezuela próspera hasta Chávez. Pero si todas esas fuentes se secaron, ¿cómo se manejan hoy las finanzas del PC?
El fin de los aportes extranjeros al Partido Comunista
Desde que Cuba y Venezuela agotaron sus recursos —como ocurre siempre con los países gobernados por las teorías marxistas—, el PC chileno ha entrado en una etapa difícil en que ha tenido que inventar formas de financiarse no tradicionales para él.
Llegó la hora de meter las manos en los recursos del Estado, pero, como no tiene gran práctica en ello, recurre a formas torpes en que trata de evitar el desprestigio que se ha echado encima el Frente Amplio, por ejemplo, con su desvergonzado invento de las fundaciones al estilo Giorgio Jackson.
Los métodos torpes han sido las comisiones subiendo el precio de la clínica tal o las farmacias tales. En ambos casos se ha quemado los dedos y por eso hoy acumula deudas con el Estado, como es la de sus contribuciones.
De paso, los largos años de dependencia de los aportes de los ahora desaparecidos “hermanos extranjeros” no solo faltan, sino que se alzan como sombras negras del pasado. Es tanto lo que regímenes como el de Cuba y el de la Venezuela de Maduro, saben de la corrupción del partido chileno, y de la forma en que lavó dinero hasta del narcotráfico para financiarse, que el PC no puede dejar de apoyar esos regímenes.
Hoy esa complacencia con ellos es una pesada lacra política que para nada le conviene. Si algo se puede asegurar es que, cuando haya un cambio de gobierno en Cuba o en Venezuela (o en ambos), comenzarán a aparecer informaciones del PC chileno que harán temblar a nuestra propia política interna.
Los errores de cálculo en la política interna
Junto con perder los aportes foráneos, el Partido Comunista ha perdido el pulso en su dirección interna y ha comenzado a cometer gruesos errores de cálculo hasta en el plano político.
Un ejemplo notable de esa transformación —de la dirección financiera eficiente a una conducción política y financiera equivocada— es el pésimo negocio que ha hecho para “adornar” la campaña presidencial de Jeannette Jara.
Para mostrarla como una candidata de una coalición que abarca toda la izquierda, le faltaba la Democracia Cristiana. Por eso, tuvo que esperar que esta convocara a su Consejo Nacional y proclamara a la candidata comunista oficialmente. Para lograrlo, comprometió cupos de candidatos DC a la Cámara de Diputados y al Senado, muy por encima de lo que ese partido hoy representa a nivel de electorado.
Peor aún, los votos de lo que queda de ese “pueblo” demócrata cristiano ya estaban decididos antes del famoso Consejo General. De modo que la decisión oficial de este no tiene, ni tuvo, efecto alguno en la repartición de esos votos.
Una parte de los DC se había decidido por la Sra. Jara y otra parte en contra de ella, dispersándose entre las antiguas esquirlas del partido, la abstención o el voto en blanco. De esa manera, el PC entregó un número exageradísimo de cupos parlamentarios a cambio del suave sonido de un timbre y una campanilla que ya no convocan a nadie que no haya decidido de antemano lo que iba a hacer.
Puede ser que el senador Huenchumilla no pase a la historia como un gran político, pero sí se anotará su récord de haberle vendido al PC muy caro, lo que en realidad no valía nada.
El riesgo de la candidatura de Jeannette Jara
Otro “negocio” que puede terminar en un desastre político es el aparente triunfo de haber puesto a Jeannette Jara como candidata única del oficialismo. Para continuar con ella como abanderada, el partido está arriesgando mucho.
Desde luego, el hecho de que ella tenga que hacer esfuerzos para disimular su calidad de soldado disciplinado de la directiva amenaza con introducir un factor profundo de división en sus filas. En eso, una persona como Jadue tiene razón, ya que es proverbialmente muy caro cambiar transitoriamente principios por votitos.
A ese factor de herida profunda y duradera se puede sumar el de una derrota electoral contundente, que terminará por introducir un factor de enorme discordia en toda la izquierda chilena y por un largo tiempo.
En mi juventud leí una novela policial de Wallace titulada El Club de los Negocios Raros. Ahora, en mi vejez, el Partido Comunista me está enseñando cómo es convertirse en El Club de los Negocios Malos.
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