La transparencia y la eficiencia en el uso de los recursos fiscales no pueden ser negociables.
El error de la directora de la Dipres, Javiera Martínez, fue un asunto menor, aunque es incomprensible que una directora que cobra muchos millones de pesos en sueldo y tiene un equipo gigantesco a su disposición, llegue a presentar al Congreso con un computador sin batería, o presente imprudentemente varias versiones de un documento sin validarlo previamente. En el fondo, estos son asuntos graves pero de menor importancia, y que reflejan una catástrofe para el país aún no del todo conocida.
La paupérrima gestión de Mario Marcel y su directora de presupuestos muestra un grado de incompetencia para hacer los cálculos fiscales sin precedentes en la historia de los gobiernos. Cuándo Marcel dijo que teníamos “la mejor directora de la historia” lo hacía en la dimensión paralela del universo en donde las cosas suceden al revés. Nunca antes habíamos tenido tal nivel de desprolijidad como la que hemos visto en este gobierno.
Incompetencia sin precedentes en la Dipres
Los ajustes presupuestarios implican contravenir todo el marco de la ley aprobado en el presupuesto de la nación y generan un impacto directo a los trabajadores de Chile. Porque cada reajuste implica quitar fondos de un lado que significaba inversiones que dejan de hacerse y, por ende, efectos en el crecimiento y en el empleo. No es novedad entonces que en mi región hoy no existan fondos ni para cumplir los compromisos acordados del mes.
No debemos olvidar que es la misma Dipres la que cambió la norma para que se pudiera transferir fondos a las fundaciones que terminaron en el fraude más grande de este gobierno. O la que hizo endeudar a Corfo para poder hacer cuadrar los números. Caso por el cual pedimos una sesión especial en el Senado para que el ministro Marcel diera las explicaciones que corresponden.
La misma Dipres se equivocó en calcular más de 4400 millones de dólares en contra en recaudación, error que hoy está afectando a los gobiernos regionales, municipios y hasta hospitales.
Después de todo esto, resulta inexplicable que el ministro Marcel siga defendiendo a su protegida, la directora Martínez, cuando todo Chile sabe que lo ha hecho pésimo. Aún ni siquiera sabemos cuánto dinero tenemos y cuánto hemos gastado, que es lo esencial de una unidad dedicada a controlar el ingreso y el egreso del Estado de Chile.
Sin confianza, no hay gobernabilidad
El Ejecutivo debe actuar con celeridad y responsabilidad. No basta con declaraciones tibias ni con cerrar filas por lealtades internas que son en cierto sentido un tipo grave de corrupción. Si no se toman medidas inmediatas, el Presidente Boric será cómplice de esta falta de profesionalismo y de esta cultura del “da lo mismo”, que tanto daño le hace a nuestra institucionalidad.
La transparencia y la eficiencia en el uso de los recursos fiscales no pueden ser negociables. Sin ellas se quiebra la confianza. Y sin confianza no hay gobernabilidad posible.
Por respeto a Chile y a sus ciudadanos, Marcel tiene que asumir la responsabilidad de su protegida y dar un paso al costado. Su presencia le está saliendo demasiado caro a los trabajadores de Chile.