La pandemia de COVID-19 puso a prueba los sistemas de salud en todo el mundo, y Chile no fue la excepción. En un país donde coexisten los sistemas de salud público y privado, la crisis sanitaria generó la necesidad de implementar medidas de integración sin precedentes.

A seis años de esta crisis, es posible afirmar que esta colaboración fue clave para enfrentar uno de los mayores desafíos sanitarios en la historia reciente de Chile. Desde los primeros meses de la pandemia, se evidenció la urgencia de aunar esfuerzos entre los subsistemas público y privado para garantizar el acceso a la atención de los pacientes con COVID.

Lecciones de la pandemia: ¿Cómo la integración pública y privada fortaleció el sistema de salud?

Bajo el liderazgo del Presidente Sebastián Piñera se establecieron mecanismos de coordinación que permitieron compartir recursos críticos, como camas de unidades de cuidados intensivos (UCI), equipos de ventilación artificial, insumos y personal médico y no médico.

Uno de los hitos más destacados fue la implementación de la Red Integrada de Salud, un modelo que unificó y coordinó el crecimiento y la disponibilidad de camas críticas a nivel nacional, públicas y privadas.

Durante los momentos más álgidos de la pandemia, la red gestionó más de 4.500 camas UCI, incluyendo las del sector privado, lo que representó un aumento del 400% de la capacidad inicial del sistema. Además, más de 13.000 profesionales de la salud, entre médicos(as), enfermeros(as) kinesiólogos (as), fonoaudiólogos(as), internos(as) y técnicos(as), fueron redistribuidos o contratados para reforzar la atención en las áreas de mayor demanda.

En cuanto a equipamiento, el sistema logró incorporar más de 3.000 ventiladores mecánicos adicionales, alcanzando un total de 4.600 respiradores disponibles en todo el país. En el peak de ocupación, alrededor de 4.100 pacientes estuvieron conectados a respiración artificial simultáneamente, un esfuerzo sin precedentes que demandó una coordinación efectiva y rápida entre los distintos niveles del sistema de salud.

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Gracias a esta medida, los pacientes fueron derivados a los centros asistenciales con capacidad para atenderlos, independientemente de si pertenecían al sistema público (Fonasa) o privado (Isapres). Este modelo no solo optimizó el uso de los recursos existentes, sino que también demostró el potencial de colaboración público-privado. De especial relevancia fueron los aportes de la FACh y su sistema de rescate aeromédico por los miles de traslados realizados durante esta emergencia.

Tecnología y digitalización: avances impulsados por la pandemia

La pandemia también impulsó avances en tecnologías de información, sistemas de registro, trazabilidad y predictibilidad. La homogenización de esta información entre las plataformas digitales de los subsistemas permitió una mejor gestión de datos, facilitando la toma de decisiones basada en evidencia y mejorando la capacidad de respuesta ante el rápido avance del virus casi con 10 días de anticipación.

Sin embargo, este proceso de integración no estuvo exento de desafíos. La desigualdad histórica en el acceso a la salud y las diferencias estructurales entre los subsistemas evidenciaron la necesidad de un esfuerzo continuo para reducir brechas.

¿Cómo consolidar un sistema de salud más equitativo y eficiente?

El aprendizaje que dejo la pandemia para el sistema de salud chileno es invaluable. La integración demostró ser una estrategia efectiva no solo para enfrentar emergencias sanitarias, sino también como un modelo a considerar en el presente para mejorar la equidad y la eficiencia del sistema.

Este episodio de la historia sanitaria chilena deja como legado la posibilidad de construir un sistema más cohesionado, resiliente y centrado en las necesidades de las personas.

El desafío ahora es consolidar los avances logrados y transformarlos en políticas sostenibles que permitan fortalecer la integración del sistema de salud en tiempos normales. La pandemia de COVID-19 fue una llamada de atención para reimaginar y rediseñar el sistema de salud, orientándolo hacia un enfoque más inclusivo, efectivo, eficiente y preparado para el presente y futuros desafíos.