Una serie de cambios tendrá en los próximos meses el sistema de transporte público capitalino, el Transantiago. Una nueva licitación definió cuáles serán las empresas a cargo de los recorridos, lo que además permitirá el ingreso de 1.600 buses, entre eléctricos y Euro VI, lo que disminuirá las emisiones. BioBioChile analizó junto a René Espinoza, gerente general de Fundación Transurbano, cómo beneficiarán estos cambios a los pasajeros.

Hace algunas semanas se revelaron los resultados de la licitación de vías del Transantiago, donde se conocieron las nuevas empresas que estarán a cargo de los recorridos del transporte público capitalino.

Las empresas STP y RedBus, que actualmente operan en el sistema, se harán cargo de dos unidades de negocios, respectivamente; al igual que la argentina Metropol que se integrará al transporte capitalino.

Con estos cambios, se espera la inclusión de alrededor de mil buses eléctricos y más de 600 Euro VI, o sea, la renovación de 1.650 máquinas en total con el estándar RED.

Así lo señaló René Espinoza, gerente general de Fundación Transurbano, quien explicó que esto tendrá un impacto positivo en la calidad del servicio.

Además, valoró la realización de esta licitación que trae cambios estructurales, como lo son “unidades de servicio de menor tamaño, condiciones para el plazo de concesión y la ‘desintegración’ de los factores de operación tales como terminales, buses y operación; lo cual debiera resultar en un sistema más eficiente y que consolide las mejoras en el nivel y calidad de servicio a los usuarios”.

Espinoza también subrayó los casi mil buses eléctricos y 650 diésel Euro VI que se incorporarán al sistema, lo que impactará en la calidad del servicio como también para eliminar emisiones y ruido.

El experto resaltó que dichos vehículos serán adquiridos por las empresas de suministro de buses, lo que se decidió en una licitación distinta. “Esta flota es puesta a disposición de los operadores de vías, mediante un pago de cuotas mensuales que el ministerio realiza de forma directa a los suministradores con los recursos que ingresan al sistema (pago de usuarios y subsidio)”, aseveró.

Bajarse del auto

Una de las metas de los cambios que ha sufrido el Transantiago es convertirse en una opción viable para que los automovilistas dejen sus vehículos en la casa.

¿La incorporación de nuevas máquinas al sistema ayudará a lograr dicho propósito? Espinoza señaló que para que eso ocurra “la oferta de este sistema debería entregar un nivel y calidad de servicio adecuada, con tiempos de desplazamiento igual o mejores que el transporte privado. En ese sentido, además de las mejoras en los buses, medidas como son corredores y vías exclusivas de buses, incentivan el uso del transporte púbico”.

Sin embargo, el presente está marcado por la pandemia y las personas evitan en algunos casos el uso del transporte público para no contagiarse de covid-19.

Al respecto, declaró que “es clave transmitir a las personas que los medios de transporte público no son puntos de riesgo de contagio, cuando se toman todas las medidas de prevención”.

Junto con ello, subrayó que “durante los próximos años se deberían agregar aproximadamente 110 kilómetros de vías de uso preferente para buses. Sin perjuicio de esto, generar vías exclusivas de buses en calles paralelas a las avenidas principales, también incentivaría el uso del transporte público”.

La evolución del sistema

El inicio del Transantiago sigue en la memoria de los capitalinos, con una puesta en marcha caótica que lentamente comenzó a ser entendida por los usuarios y que durante todos estos años ha vivido una serie de cambios para mejorar su calidad.

A juicio de Espinoza, lo que hay en la actualidad “es diametralmente mejor al sistema en sus inicios. Esto se debe a las mejoras sucesivas al marco regulatorio, a la introducción de nuevas tecnologías de propulsión como son los buses Euro VI y eléctricos, la incorporación de mayor cantidad de corredores y vías exclusivas”.

“Además, los cambios estructurales al modelo de negocio, principalmente el tamaño de las unidades de servicios, condiciones para el plazo de concesión y la desintegración de los factores de operación (terminales, buses y operación), deberían resultar en un sistema más eficiente y donde se consoliden las mejoras en el nivel y calidad de servicio a los usuarios”, agregó.

Pese a todo esto, aún permanece el fantasma de la evasión. Ante el desafío de lograr que más gente pague el pasaje, el experto explicó que “la evasión es un tema muy complejo de abordar y que requiere de un amplio conjunto de medidas para reducirla. Por una parte, podríamos apelar que las mejoras de los servicios con la introducción de buses nuevos de alto estándar, podría incentivar a los usuarios a pagar el pasaje”.

“Además, aplicar sanciones efectivas a evasores y la incorporación de mayor cantidad de zonas pagas, podrían ayudar en disminuir la evasión. También, podrían analizarse medidas tales como otorgar beneficios económicos a conductores por pago de pasajeros y control de evasión”, puntualizó.