Luego del cierre de la planta de Iansa en Linares, el sector azucarero vio afectado su rubro a nivel transversal: desde agricultores hasta transportistas sufrirán las consecuencias de un mercado que, a juicio de sus representantes, no está regulado a favor de los chilenos.

Cuando se anunció el cierre de Iansa en Linares, múltiples pronunciamientos de buena voluntad sobre cómo ayudar a los remolacheros del Maule, apuntaban a la reconversión de rubro como una solución ante la crisis que se desataría.

En ese contexto, Fernando Medina, presidente a la Asociación Gremial Agrícola Central explicó que no es tan fácil como cambiar de cultivo, volver a producir y vender. Argumentó que el país no puede de pronto elevar sus niveles de exportación de determinado producto y puso como ejemplo a las cerezas.

Sostuvo que los agricultores de la remolacha alternan sus cultivos con trigo o maíz, pero no pueden de pronto limitarse a ello, pues los maulinos no cuentan con la liquidez económica para financiar sus cosechas, siendo Iansa y otras empresas quienes proveían de los recursos que ahora vienen a hipotecar estas plantaciones.

Explicó que la producción de maíz y trigo no alcanzaría para financiar el cultivo de cereza, que tarda varios años en rendir frutos y que además el costo por hectárea está por los 80 mil dólares.

Libre mercado y políticas públicas

Medina además acusó falta de políticas públicas que incentiven el sector agropecuario chileno, por sobre los productos importados.

“El problema de la agricultura chilena es la no política agrícola (…) Este tema es crónico”. El dirigente recalcó que Chile debe tener una soberanía alimentaria para que los agricultores nacionales no tengan que verse menguados por los subsidios que reciben otros países y que implica una competencia desleal.

Uno ejemplo de ello es el trigo norteamericano, subvencionado en un 35% y que lo hace atractivo a nivel nacional. En contraste, en Chile no se subvenciona prácticamente nada. Medina mencionó una política de apoyo al riego y a la recuperación de suelos degradados, pero nada más.

Para él, enfrentar un sistema de libre mercado tiene que ir de la mano con una regulación que determine hasta dónde uno se abastece y con qué. Esto quiere decir, por ejemplo, que se apliquen aranceles de importación para estos productos subvencionados.

Criticó además la inercia con la que han actuado los últimos gobiernos en esta materia. Aludió a la minuta de problemas agrícolas y sus soluciones que entregaron en el primer mandato de Sebastián Piñera y luego a Michelle Bachelet. Dijo que sólo cambiaron la fecha. Los problemas siguen siendo los mismos.

Medina también se refirió a otro problema relacionado a la degradación de los suelos, que él atribuye al empobrecimiento de la agricultura. Estimó que este empobrecimiento es una consecuencia de la poca rigurosidad con la que trabajan algunos agricultores, quienes se ven obligados a reducir buenas prácticas para costear la rentabilidad, considerando que una única cosecha debe sustentarlo hasta la próxima.

“Pretender que este sector se reconvierta es utópico, pues no tiene cómo hacerlo”. Indicó que la única forma de apoyar a los agricultores maulinos en ayudarlos a financiar la rentabilidad de sus cosechas.

Por otro lado, el Consorcio Agrícola del Sur (CAS), a través de un comunicado, lamentó la situación de Iansa y calificó este episodio como una fecha amarga en la historia de la agricultura chilena. Los firmantes ponderaron la importancia de la remolacha dentro del mundo moderno, debido a su resistencia climática, en comparación a la caña de azúcar en zonas templadas. Al mismo tiempo, mostraron preocupación por el fenómeno que está ocurriendo en diferentes sectores agropecuarios.