La jornada de protestas este lunes en Concepción fue de enormes contrastes. Uno de nuestros equipos siguió de cerca por más de una hora, todas las acciones que emanaron del descontento en una parte de la región del Bío Bío.

Por un lado, los gases lacrimógenos volaban hacia los manifestantes apostados en O’Higgins con Colo Colo.

Cientos de manifestantes corrían hacia San Martín, pero al ver que los uniformados no avanzaban, se escuchaba el “Hasta aquí, cabros”, como indicación de que no venían detrás de ellos.

En la plaza de Tribunales tambien predominaban los enfrentamientos.

Carabineros y hasta Bomberos, estaban apostados en la zona. Estos últimos, habían apagado un conato de incendio que amenazó por momentos al edificio judicial, pero sin avances significativos.

Sin embargo, la orden hacia los jóvenes que protestaban y circulaban por el lugar no caía en gracia. Un grupo de estudiantes lo dejaba ver con sus insultos a los uniformados.

La prensa fue retirada del lugar. En tanto, uno de los manifestantes se solidarizaba ofreciendo agua con bicarbonato.

En San Martín, esquina con Tucapel, una barricada con fuego de considerable altura.

Los materiales que utilizaron se hacían conocidos. Eran parte del mobiliario de la SEREMI de Educación, ubicada también en San Martín.

La fachada del lugar, destruida en gran parte. Del interior emanaba humo. Unos manifestantes estaban adentro de la sede y otros los alertaban a gritos de que el vehículo lanza agua se acercaba.

“Salgan ya”, los apresuraban ante la llegada.

En segundos, los vehículos policiales a toda marcha y los manifestantes corrían con rumbo a la diagonal Pedro Aguirre Cerda. El grupo quedaba atrapado entre el camión del agua y el otro que repartía bombas lacrimógenas.

Se disolvió en ese punto la protesta pero, aún dispersa, buscaba reagruparse más adelante.

Retornamos a otro punto de las manifestaciones. Ahí permanecía otro grupo en Colo Colo con San Martín. Las imágenes hacían un contraste con el resto de las acciones.

Arribó un camión de militares a la zona. En segundos, los que protestaban, avanzaban hacia este y lo hacían retroceder. La advertencia (inaudible) los llamaba a tener calma.

Momentos después, el convoy estaba en San Martín. “No hay guerra”, repetían los civiles al unísono.

“No estamos haciendo nada”, decía uno de los que protestaba. Todos los uniformados subieron al convoy con el aplauso de los presentes.

Dos carabineros de montada iban por la zona y los manifestantes levantaron la mano en señal de paz.

Fue una jornada de contrastes, vista de cerca. Gases lacrimógenos, saqueos, barricadas e incendios con mobiliario del estado, pero también, con gestos conciliadores. Al menos en una de las aristas del descontento.