“Me siento inconforme con mi vida y con todo lo que rodea. A veces ni siquiera me dan ganas de levantarme ni ir al liceo” (sic), le escribió Natalia a su hermanastra Bárbara en junio de este año. Dos meses después, la noche del domingo 18 de agosto, la joven de 17 años murió tras recibir 15 puñaladas por parte de su expareja de su misma edad, en plena vía pública de Valdivia.

Por este crimen, el menor de edad, identificado en esta nota como G, fue detenido y formalizado por femicidio. Sin embargo, la Justicia consideró que se trata de un homicidio calificado con alevosía, premeditación y ensañamiento, al no existir una situación de convivencia entre la víctima y el imputado.

Y al no ser aún mayor de 18 años, el agresor está internado en la Unidad Hospitalaria de Corta Estadía al interior del Centro de Internación Las Gaviotas del Sename, dependiente del Servicio de Salud de Valdivia, mientras se cumplen los 120 días decretados para la investigación.

La trágica muerte de Natalia Mella causó gran conmoción en la comunidad. La adolescente estudiaba gastronomía tradicional en el Liceo Técnico de la ciudad y cursaba tercero medio. Le gustaba el animé y quería viajar por el mundo, incluso consideró ingresar al servicio militar porque ahí también podía sacar una carrera y según le comentó a su hermana, “me servirá para salir de mi zona de confort”.

El país la conoció tras informarse su muerte y cuando su nombre pasó a la lista de mujeres que han muerto a manos de sus parejas o exparejas.

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Un futuro arrebatado

Para su familia, Natalia era una muchacha que no tenía miedo de decir lo que pensaba, pero además era amorosa y muy regalona. Siendo la menor de todas las mujeres del clan, indicaron que le encantaban los abrazos, que buscaba cariño en todos y le gustaba que jugaran con ella.

“Yo a Natalia la conocí el año pasado (…) ella era una muy linda persona, una amiga que todos quisiéramos tener”, señaló María de Los Ángeles Pacheco, una de sus compañeras de curso.

Sin embargo, su actitud cambió tras comenzar su relación con G. Ya de por sí con una personalidad más bien introvertida, Natalia se alejó un poco de sus amigos y comenzó a ponerle más atención a su celular.

Respecto de este cambio, Ámbar Herrera, una de sus primas, indicó que “ella tenía confianza conmigo. Yo la aconsejé, ‘prima, te va a hacer mal’ (…) Lo único que pedimos como familia es que se haga justicia”.

Según relató, Natalia le había manifestado por WhatsApp que G, su pareja, era “hostigante con ella, ya no quería estar con él porque le tenía miedo a sus actos. La chantajeaba para que saliera con él”.

Dentro de las conductas de G, también estaba celarla cuando se encontraba en casas de familiares, llamándola constantemente. Posterior a la ruptura y luego de que Natalia lo bloqueara y cambiara su celular, comenzó a conseguirse números para poder hablar con ella.

“Por Facebook ellos aún se tenían (…) él tiene el nombre de mi prima en su perfil. Yo hablé con los compañeros de mi prima y me dijeron que él la molestaba”, sentenció Ámbar.

En el perfil de la joven también se lee “G y Natalia, 28 de cada mes”.

Según indicaron sus familiares, él fue su primera relación y pese a que no tenía permitido aún tener pololo, su mamá cedió ante la insistencia de la joven.

“Lo que le hizo a Natalia… Yo vi a mi prima en el Médico Legal, se desquició (…) todas -las puñaladas- eran de la espalda hasta la cara”, señaló Ambar.

 Paulo Díaz | RBB

Paulo Díaz | RBB

Que descanse en paz

Bárbara Mella, hermanastra de Natalia, se enteró de lo sucedido a la mañana siguiente cuando su prima logró localizarla.

Ambas compartían el mismo padre y vivieron juntas durante gran parte de su vida hasta que Bárbara dejó la casa. Es madre joven y además estudia una carrera, por lo que ya habían dejado de verse con cierta frecuencia.

Ella conoció a G este verano, cuando Natalia se lo presentó formalmente como pareja. “Estoy shockeada, todavía no puedo creer que me haya tocado vivir algo así de cerca”, confesó.

Con miedo de parecer prejuiciosa, Bárbara relató que lo primero que no le gustó de G, era su apariencia. “Yo lo conocí sólo una vez y cuando lo vi lo encontré tan flaite (…) le dije que terminara con él”.

Nunca supo que él la agrediera o acosara. Hasta ahora.

“Hoy fue mi hermana, mañana van a ser otras las víctimas”, indicó Barbara. A su parecer, no queda más que pedir justicia, porque nada de lo que puedan hacer podrá devolver a Natalia con vida.

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Primero y último

Carola Rodríguez, madre de Natalia, y Danitza, una de sus amigas, confirmaron que la joven y G llevaban más de un año de relación.

Para su madre, cuando empezó a pololear, la menor se alejó de sus amigos, sobre todo de Dantiza, con quien pasaba más tiempo.

Las dos fueron vecinas durante un tiempo y luego coincidieron en el mismo curso cuando estaban en séptimo básico.

“Hubo un tiempo en que se puso muy rebelde conmigo. No me hacía caso en nada, me mentía cuando yo le preguntaba con quien estaba en la casa”, señaló la madre de Natalia.

La mujer además añadió que Natalia estuvo un tiempo viviendo con G, pero después la joven volvió a la casa. Además añadió que él también estuvo un tiempo en el hogar de ellas. “Decía que su madre lo echaba a la calle y no le daba comida”, reveló.

De acuerdo a Carola, el joven vivía sólo con su mamá, su padre estaba en la cárcel y sabiendo esto, ella se conmovía y le permitía estar en la casa. A diferencia de la hermana de Natalia, para la madre de la menor, G parecía un muchacho normal que era respetuoso con ella. “A lo mejor era un lobo vestido de oveja”, mencionó.

Danitza también difiere con la madre de la muchacha asesinada.

La amiga de Natalia estaba en el momento en que ellos se conocieron. Fue en 2017 cuando estaban en vacaciones de verano y tras coincidir en una junta, comenzaron a hablar.

“Salimos a Punta de Rieles y ella se iba a juntar con sus amigos del liceo. Ellos llegaron con G y ella lo encontró guapo (…) Le pidió el Facebook a su amiga y empezaron a hablar”, manifestó la estudiante.

Danitza también es la que supo de primera fuente cómo era G. “Fue como su relación oficial (…) empezaron a andar y ella con él se veían todos los días“, esto causó que las dos muchachas se alejaran, hasta que un día dejaron de hablar.

“Ella le decía que estaba conmigo y él se enojaba (…) se colocaba celoso cuando ella salía conmigo“.

Un día, Danitza descubrió que su amiga ya no la seguía en Instagram, lo que distanció más la relación de ambas.

Cuando Natalia terminó con G, le escribió a Dantiza para contarle que su ex la engañaba y “ella lo pilló. Pasó una semana y volvieron. La Natalia no era de esas personas que perdonen que le estén viendo la cara” (sic), comentó.

En julio volvieron a hablar porque Natalia quería un collar que se había quedado en su casa. La última conversación la tuvieron cuando a principios de agosto, ella la saludo para su cumpleaños. “Yo le iba a escribir ahora en septiembre para su cumpleaños, pero no alcancé”, se lamenta Danitza.

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La ley que no ampara

La cifra oficial de femicidios, en lo que va de 2019, son 26 en todo el país; la no oficial (incluyendo a Natalia) asciende a 44.

Esto porque la ley Nº 20.480 de femicidio consigna que se sanciona “el homicidio cometido contra la mujer que es o ha sido cónyuge o conviviente del autor del crimen”, dejando fuera las relaciones que no comparten morada, como el pololeo.

Es por esto que ahora se quiere ampliar la ley con el proyecto conocido como “ley Gabriela”; nombre que lleva por la joven de 17 años que fue asesinada junto a su madre por su expareja.

El pasado 20 de agosto, a dos días del crimen de Natalia, la Comisión Especial de la Mujer del Senado resolvió incluir en el Código Penal el delito de femicidio por razones de género.

El artículo aprobado en la última sesión señala que “cometerá el delito de femicidio el hombre que mate a una mujer por razón de su género y será sancionado con penas de presidio mayor en su grado máximo a presidio perpetuo”.

Las circunstancias a discutirse a futuro incluirían que la víctima haya sido sujeto de violencia física, sicológica o sexual previamente. Algo que se aplicaría en el caso de Natalia. Por ahora, para el juez Carlos Acosta, este caso corresponde a homicidio calificado con alevosía, premeditación y ensañamiento.

“No se entendió configurado por ahora femicidio porque no existía una situación de convivencia entre la víctima y el imputado”, sentenció.

Un dato no menor es el que la pena por homicidio calificado comprende entre 15 años y un día de cárcel a presidio perpetuo. Si la persona recibe la pena perpetua, puede aspirar a la libertad condicional sólo una vez que se cumplan 20 años en la cárcel.

Sin embargo, cuando se trata de una condena por femicidio y el imputado es condenado a presidio perpetuo calificado, este está impedido de postular a la libertad condicional antes de cumplir los 40 años preso.

Lo que finalmente explica porque Fiscalía sigue apuntando el caso de Natalia como un femicidio consumado, uno que se suma a la larga lista que tiene nuestro país hasta la mitad de este año, con el primero realizado el 1 de enero.

Esta nota se hizo con la ayuda del periodista de Radio Bío Bío en Valdivia, Yonatan Jara.